En 1973 Chile sufrió uno de los movimientos sociales que marcaron la historia y el rumbo de su país. A pesar de que en 1970 ganara Salvador Allende como candidato de la Unidad Popular (una coalición formada por varios partidos, entre ellos el Partido Socialista y el Partido Comunista) Augusto Pinochet, quien fuera el Comandante en Jefe del Ejército de Chile, encabezó a los militares para generar un golpe de Estado que derrocó al gobierno de izquierda democráticamente electo; movimiento social que según datos publicados por el medio El País acarreó consigo un saldo de más de 40 mil muertes entre 1973 y 1990.
Se vivió, pues, un baño de sangre, por el cual el mundo entero responsabiliza al gobierno de Pinochet, quien además en 1980 echó abajo la constitución de 1925, y la sustituyó por una nueva, que es la que, con pequeños cambios, ha venido rigiendo al país: una carta magna que surge desde una dictadura militar.
Hoy, después de 46 años de aquel gran cambio social que movilizó y marcó la vida de millones de chilenos, este país vuelve a ponerse en el ojo del huracán. Hoy se vuelven a levantar las banderas del pueblo chileno, hoy vuelven a salir a las calles a exigir que se respeten sus derechos, hoy gritan para que el gobierno los voltee a ver, hoy se ha realizado la marcha más grande, que aglutinó a más de 1 millón 200 mil personas, que levantaban banderas con el lema "Chile despertó", pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
Después de que hace aproximadamente una semana Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, presidente de Chile anunciara un aumento en el costo del transporte público, jóvenes estudiantes iniciaron las protestas en contra de esta alza, pero tomemos en cuenta que esta es la cuarta vez, en dos años, que se incrementa el costo de este sector, pues en febrero de 2017 subió a 740 pesos chilenos (19.50 pesos mexicanos), en febrero de 2018 a 760 (20 pesos mexicanos), en enero de 2019 a 800 (21 pesos mexicanos), y en octubre de 2019 a 830 (22 pesos mexicanos). Para ampliar y mejorar la visión del panorama chileno y entender por qué fueron los estudiantes los primeros en iniciar estas protestas, hay que tener en cuenta que en Chile no existe la educación gratuita (clara evidencia del modelo neoliberal extremo que rige a ese país), por lo que miles de estudiantes deben recurrir a altos préstamos bancarios para poder pagar sus matrículas.
Inició así una de las protestas más grandes de nuestros tiempos, y después de las manifestaciones estudiantiles, Sebastián Piñera anunció que echaría para atrás el aumento al transporte, pero las manifestaciones iban ya muy lejos de ese único motivo, y se aglutinaban diversos sectores de la sociedad chilena declarando que la lucha no era ya por el transporte público, sino por la salud, educación, pensiones, vivienda, y aumento a la luz, es decir, por los 30 años de recortes que han tenido que soportar.
Pero lo único que los medios han decidido mostrar al mundo entero, son las imágenes violentas que acarrea este movimiento y la represión de los carabineros, haciendo esto para evitar hablar de lo que realmente sucede en el país: el descontento generalizado ante el modelo que encabeza Sebastián Piñera.
Hay que agregar que Chile es uno de los países con el Producto Interno Bruto (PIB) más alto, lo que choca con la realidad de que el 30% de sus ingresos va a parar a las manos del 1% de su población, y el acceso al agua, uno de los más vitales, está en manos de privados; indagar, pues, en las causas del movimiento social en Chile, desembocaría en poner en cuestión el modelo económico bajo el que se ha venido rigiendo.
Es difícil saber dónde terminará esto, no sabremos qué cambios o consecuencias podría provocar este movimiento, para eso sería necesario conocer las fuerzas políticas que están detrás de él; lo que sí queda claro es que estás protestas son de contenido eminentemente popular, pues la privatización de la educación y el aumento al transporte público sí dañan al pueblo.
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