MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Festejar la independencia si seguimos siendo dependientes

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Hace 212 años en Dolores Hidalgo, Guanajuato, la noche del 15 de septiembre de 1810, en la Parroquia del Pueblo de Hidalgo, el militar y cura Miguel Hidalgo, de nombre completo Hidalgo Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, junto a los militares, Ignacio María José de Allende y Unzaga (Ignacio Allende) y Juan José Marcos Gaspar Antonio de Aldama y González (Juan Aldama), llamaron a los feligreses a levantarse en armas contra el gobierno español. 

Fue cuando inició el movimiento de insurgencia que tuvo como base material la desigualdad y la miseria que vivía el pueblo de México en esas épocas. El principal objetivo era tener una nación independiente, libre y soberana. En este evento, que duró aproximadamente 11 años, participaron indígenas, afrodescendientes, mulatos, mestizos, campesinos, mineros y rancheros, todos con el objetivo de sacudirse el yugo de las políticas españolas. El movimiento de Independencia se consumó en 1821 con el pacto político entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, que quedó plasmado en el Plan de Iguala. 

La historia oficial nos dice que los logros de este acontecimiento fueron la conquista de una nación mexicana libre y soberana, nuevas instituciones y leyes, la abolición de la esclavitud y los tributos, la libertad e igualdad de todos ante la ley, la soberanía popular. Dichas demandas quedaron plasmadas en la primera Carta Magna de 1824.

Insurrección que se caracterizó de revolución popular. Sin embargo, al paso de los años y al llegar a la actualidad, nos hemos dado cuenta de que, pese al derramamiento de sangre de todos aquellos que alguna vez quisieron un México libre, independiente y soberano, dichos anhelos se han reducido a una conmemoración histórica, pues nuestros gobernantes pasados y actuales la han relegado solo como una fecha de fiestas patrias y no como punto de partida para seguir en la lucha por construir una verdadera nación independiente.

¿Qué pasa en la actualidad? El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha calificado de entreguistas a los gobiernos pasados del PRIAN por ser sumisos ante el imperialismo norteamericano. Sin embargo, él no es consecuente con lo que afirma, pues, en los hechos, es igual de entreguista y sumiso que los anteriores, pero su gobierno ahora se disfraza con palabras y discursos convincentes a favor de una Cuarta Transformación que prometió para México, pero que después de cuatro años vemos que nunca llegó. 

El 1 de julio de 2020, la revista Forbes México cita las palabras del mandatario: “Esto para México va a significar inversión, es decir, va a seguir llegando inversión foránea, extranjera” (refiriéndose al T-MEC). En ese contexto, López Obrador junto con sus chapulines, aprobaron una reforma a la Ley Federal del Trabajo en 2019 con la que dejaron más a la deriva a los trabajadores formales.

En ese mismo año, el señor de Palacio Nacional fue de visita a Estados Unidos (EE. UU.) a arrodillarse frente a Donal Trump, pues, a pesar de que en campaña vociferaba que no permitiría que trataran a México como piñata (El País, 25 de abril) lo cierto es que, mientras Trump decía que iba a poner un muro en su frontera para no permitir el acceso de los migrantes a su país y que México se encargaría de pagar ese muro, AMLO cedía a esas peticiones y finalmente ordenó a más de 25 mil elementos de la Guardia Nacional (GN) a resguardar la frontera sur de nuestro país como si fuera un muro humano en atención al mandato del expresidente norteamericano. 

Es algo normal en el actuar de López Obrador, pues quien lo llevó al triunfo electoral no fue precisamente la organización de las masas trabajadoras para defender desde el poder político su proyecto de nación, sino que fue resultado del hartazgo del pueblo de México en contra de los malos gobiernos del PRI y el PAN en contra de la desigualdad, la pobreza, la violencia, la inseguridad, el desempleo, por tanto, el discurso de odio en contra de la mafia en el poder, las acusaciones en contra de sus adversarios políticos de corruptos, de saqueadores de la nación, de que se hacían ricos a costa de lo que le roban al pueblo, fue un discurso que prendió en el pueblo que miró con esperanza la posibilidad de un verdadero cambio. Sin embargo, de todo eso que en algún momento AMLO acusó a sus adversarios, él y sus pandillas, ahora que gobiernan, lo hacen con igual o mayor descaro. 

Un verdadero pueblo, libre, independiente y soberano no es precisamente el de México; nuestro país sigue dependiendo económica y políticamente de Estados Unidos, sigue obedeciendo dócilmente las órdenes de Washington: gobiernos y pueblos verdaderamente independientes, que se oponen abiertamente a los mandatos del imperialismo norteamericano, son los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, China y Rusia, entre otros, es por ello que el imperialismo los ataca ferozmente; a unos solo mediáticamente, a otros militarmente o en su defecto las dos cosas combinadas.

Cuba, por su parte, desde 1959 se liberó del yugo imperialista que lo oprimía bajo la dirección revolucionaria de Fidel Castro; los venezolanos bolivarianos tomaron las riendas de su país con la llegada al poder de Hugo Chávez; China, hoy en día la segunda potencia mundial dirigida por el secretario general del Partido Comunista de China, Xi Jinping, se ha convertido en uno de los blancos preferidos de Estados Unidos para intentar restar su poder económico y político. 

Finalmente, creo que de todas las enseñanzas históricas de los pueblos del mundo por conquistar su independencia y soberanía, la que encontramos en la Revolución Rusa es de enorme importancia: me limitaré a señalar que dicha revolución fue encabezada por Vladimir Ilich Lenin, una revolución que triunfó en 1917, que demostró a la sociedad contemporánea que los obreros unidos y organizados pueden conquistar el poder político de un país para así construir una nación verdaderamente independiente y soberana. 

Los obreros de México y el mundo sufrimos hoy una tremenda pobreza y desigualdad social, a pesar de trabajar todos los días para generar una gigantesca riqueza social, pero solo unos cuantos se apropian de ella mientras la inmensa mayoría de los trabajadores seguimos cada día más pobres, explotados y oprimidos. Por ello debemos unirnos y organizarnos para conquistar el poder político y construir una verdadera independencia económica y política. Solo entonces, de manera auténtica, podremos gritar ¡Viva México! ¡Viva la Independencia.

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