Antes, yo consideraba a la política como cosa ajena para mí. Hoy entiendo que gran parte de los problemas sociales que padece nuestro país tienen remedio, y eso depende de que los gobiernos apliquen una política pública adecuada. Cada problema social que acontece y analizo, me lleva al mismo razonamiento.
El mes pasado perdí a una estimada e entrañable amiga, murió de cáncer, murió después de batallar cuatro años con esta enfermedad. El cáncer es una enfermedad que cada vez es más común entre los mexicanos y es la tercera causa de muertes en México. Según datos del Inegi, al finalizar el año 2018, fueron 722 mil 611 personas las que fallecieron, de ellas, el 88.4 por ciento por enfermedades, de las cuales, el 11.9 por ciento murió por cáncer o tumores malignos relacionados a él, es decir 85 mil 754 personas.
Aunque se ha dicho que el cáncer tiene causas desconocidas, lo cierto es que del 30 al 50% de los casos, podrían salvarse si hubiera un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado. Justamente eso es lo que me entristece, es decir, saber que mi amiga fue una víctima más de las deficiencias del sistema de salud de México; murió esperando un tratamiento que nunca llegó, me entristece saber que pudo haber salvado su vida si el diagnóstico hubiera sido el correcto, y el tratamiento hubiera sido oportuno. Esto me causa mucha impotencia.
La organización "juntoscontraelcancer.mx", afirma que las problemáticas en salud pública contra la incidencia del cáncer son: 1) Diagnóstico tardío, hay dificultad en el acceso a los servicios de salud y la tecnología disponible para la detección y tratamiento oportuno, falta de infraestructura hospitalaria y faltan especialistas que operen el equipo técnico; 2) Pocos medicamentos de última generación, no hay suficientes o tardan en llegar, y cuando llegan el paciente ya tiene complicaciones que requieren otro tipo de atención y tratamiento, además, son muy costosos; y 3) segmentación del sistema de salud, lo que se traduce en un 60% de fallecimientos de pacientes con cáncer.
El problema de salud en nuestro país es grave. Lo que se refleja en las estadísticas es un país enfermo, pues ya no se puede hablar de ciudadanía saludable; quien no padece de una cosa padece de otra. Leí en un estudio, que el incremento en la esperanza de vida se puede relacionar con mejores condiciones socioeconómicas, y así lo creo, pero eso no sucede en nuestro país. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019, ubica a México en el lugar número 48 de la tabla general de países en cuanto al promedio de vida, que en general, es de 76.6 años. Las bajas condiciones socioeconómicas que predominan en el país, son la causa de nuestro alto índice de enfermedades. Pero no siempre fue así. Francisco J. Clavijero, en su libro Historia Antigua de México, describió a la raza mexica antes de la conquista, de la siguiente manera: "son los mexicanos de estatura regular...de buenas carnes y de una justa proporción en todos sus miembros [...]sus sentidos son muy vivos, especialmente el de la vista [...]Su complexión es sana y su salud robusta". En esta obra puede apreciarse, por la descripción que hace el autor, que nuestros antepasados gozaban de una salud envidiable para el resto de las naciones de esos tiempos, además de que las enfermedades eran fácilmente superadas por los mexicanos, debido a las buenas condiciones en que vivían.
Por eso es que creo que muchas enfermedades actuales surgieron con el modelo económico, impuesto por las clases dominantes de las distintas épocas que hemos vivido, pues se explota al trabajador con jornadas excesivas y salarios raquíticos, que no les alcanza para tener una alimentación balanceada, y además, no les dejan tiempo suficiente para recrearse y ejercitarse; esto consume rápidamente al trabajador y desencadena en él distintas enfermedades. Hay un desequilibrio social. Las tareas que ejecuta la clase trabajadora son altamente desgastantes física e intelectualmente, muchas de ellas incitan al sedentarismo y con ello aparece el sobrepeso y la obesidad, causantes de enfermedades muy comunes ahora, como diabetes, hipertensión y muchísimas otras. No se nota de parte de los gobiernos el interés por preservar la vida de los trabajadores, sino sólo ambición por producir mercancías. Se antepone la economía a la salud. Sin pensar siquiera, que es precisamente la salud lo que en términos generales nos permitirá ser más productivos.
En enero de este año, el presidente López Obrador, argumentando ir contra la corrupción, dejó sin atención ni medicinas a cientos de enfermos de cáncer, lo que ocasionó un retraso significativo en los tratamientos y en muchos casos hasta la muerte. Sólo burlas recibieron los reclamos de los padres de los niños con cáncer. Se sacrificaron vidas por cuidar el dinero de la corrupción. Pero el problema no termina, he visto casos cercanos de pacientes y sus familias luchando contra el cáncer, donde el factor más adverso es la situación económica. El cáncer es una enfermedad que termina por afectar la economía de las familias, de una manera irreparable.
Ante el grave problema que significa el cáncer, el gobierno federal responde con la creación del INSABI que, hasta ahora, no ha significado nada nuevo en concreto, solo un simple cambio de nombre. Por otro lado, nos dice que comiendo frijoles y tortillas estaremos más sanos. Nada más absurdo. Mucha gente enferma salvaría la vida, si nuestro sistema de salud nos proporciona mejores servicios, de calidad, oportunos, y sobre todo gratuitos.
Urge luchar por mejores condiciones de vida para nuestros hijos. Es evidente que para los gobiernos nuestra salud no es su prioridad, que nos ven como peones en el sistema capitalista que nos ahoga, que nos exprime y nos desecha como trapos viejos. Ya es hora de abrir los ojos y entender que todo lo que sucede, incluso las enfermedades, son consecuencias del modo de producción que nos domina. Hagámoslo por los que día a día luchan contra el cáncer u otras enfermedades mortales, con la única arma de su voluntad. Hagamos un frente único contra todas las enfermedades, hagámoslo ahora, si queremos mejorar nuestra existencia.
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