MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A 500 años de la caída de México-Tenochtitlan, ¿qué lección histórica debemos rescatar? 

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Son tiempos de conmemoración y recuento de sucesos históricos. Indispensable es la retroalimentación y su estudio. 

Considerando que han transcurrido 500 años desde que la gran México-Tenochtitlan cayó por la mano armada de la Triple Alianza Antiazteca un 13 de agosto de 1521, hasta la fecha, se han consumado innumerables procesos sociales, económicos y consecuentemente históricos en nuestro país. 

Pasando por un gobierno virreinal cuyo modelo productivo era esclavo-feudal, sujeto implícitamente al emergente colonialismo europeo, sucedido décadas más tarde por un gobierno liberal, consolidado por el desarrollo de la gran industria y la cada vez más penetrante comercialización de las mercancías del mundo; desde 1521 hasta el presente, México sigue padeciendo en esencia y no en sus formas, las mismas relaciones de servilismo y explotación con las naciones más poderosas y desarrolladas. 

Interesa, pues, echar un vistazo, conocer y analizar nuestro pasado para conocer el presente y premeditar nuestro fututo. 

El economista e historiador búlgaro-mexicano Enrique Semo, publicó en mayo de este año un folleto denominado: “500 años de la batalla por México-Tenochtitlan”. Material que recomiendo a los interesados y curiosos. En dicho trabajo, tan ordenado e ilustrativo, Enrique Semo analiza el proceso de la conquista de nuestro pueblo de manera mesurada, objetiva y conciliadora. Veamos. 

El materialismo histórico dialéctico establece entre sus principios que el desarrollo de cualquier fenómeno está sujeto a una lucha de contrarios. En ese sentido podemos aplicar dicha hipótesis a la realidad. Semo ilustra que la proliferación de la conquista se pudo llevar a cabo gracias a los conflictos internos entre el ya establecido imperio mexica y los pueblos subyugados en el Valle del Anáhuac. Tal era el rechazo y la aberración de las naciones explotadas que, cuando los españoles convivieron con ellos, éstos fueron persuadidos e incitados a la rebelión armada. 

Una de las audacias bélicas que Hernán Cortes implementó fue aprovechar la coyuntura ocasionada por las contradicciones sociales y las desigualdades económicas de toda la región mesoamericana, resultado, a su vez, de la explotación de unos hombres por otros. 

“Partiendo de un cálculo militar simple, setecientos hombres no pueden poner sitio anfibio a una ciudad lacustre de 300 mil habitantes, dueña de una flota de 50 mil canoas, poblada con guerreros dispuestos a luchar y defenderla hasta la muerte. El asedio es ante todo un bloqueo militar que impide el abastecimiento y el ingreso de refuerzos desde afuera. Los mexicas podían defender las calzadas con pocos hombres y romper el cerco por agua en todos los sentidos para abastecerse. Fue necesaria la participación masiva de los pueblos indígenas en la Gran Alianza Antiazteca para llevarla a cabo. La caída de México-Tenochtitlan fue obra de grandes ejércitos indígenas con la participación destacada de los conquistadores. Los pueblos originarios continuaron en su imaginario con sus filias y fobias, y sus conflictos y alianzas que predominaban en el último siglo de la sociedad antigua prehispánica. Es ahí donde hay que buscar varias de las explicaciones de la rápida destrucción de México-Tenochtitlan” (500 años de la batalla por México-Tenochtitlan, C. V, P. 33) 

Lo sucedido al caer México-Tenochtitlan cabe mencionarse en otra ocasión por cuestión de espacio e interés. Sin restar importancia al desarrollo posterior de nuestro país, actualmente, México presenta síntomas de debilitamiento social y económico por la total dependencia económica existente con los Estados Unidos. 

El imperialismo o neocolonialismo (como usted quiera llamarle) son los términos adjudicados a estas nuevas formas de dominación actualmente establecidas entre los países desarrollados y subdesarrollados. Lo que antaño fue la evangelización lo es hoy la globalización del consumo excesivo de las mercancías; lo que anteriormente era la rendición tributaria, hoy es el establecimiento de industrias extranjeras que explotan a las masas y los recursos de las naciones. Por dar algunos ejemplos de los cambios de las formas. Es innegable la desigualdad productiva y distributiva de la riqueza que hay entre las naciones. 

“El 81.2% de las ventas externas de mercancías que realizó nuestro país tuvo como destino el mercado estadounidense durante el 2020, mientras que en el 2019 la cuota había sido de 80.5% y de 79.5% en el 2018. […] En su mandato, el ahora expresidente Donald Trump amenazó con terminar el TLCAN, y después con cerrar la frontera entre los Estados Unidos y México, o imponer un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas de autos a la Unión Americana, si el gobierno mexicano no aumentaba sus esfuerzos para detener a los migrantes” (Roberto Morales, El Economista. 9 de marzo de 2021).

Estos porcentajes representan ganancias de 339.2 mil millones de dólares para nuestro país. Imagine usted la tragedia nacional, simplemente, México se detendría en su totalidad. Indudablemente que esto sucederá así, y no de ninguna otra manera, mientras nuestra dependencia de los Estados Unidos sea de tipo económico. Esta dependencia seguirá afectando la vida de los mexicanos, pues falta solo un día en que el presidente norteamericano se levante de malas para que tronando los dedos ponga en jaque al gobierno mexicano y a toda la producción y exportación de las mercancías mexicanas, si no cumplimos sus caprichos, sobre todo en materia migratoria.

Esta dependencia nacional afecta a la soberanía de los mexicanos. No basta, pues, la diversificación de exportaciones, sino un modelo económico que garantice el pleno empleo, salarios bien remunerados, la canasta básica y los bienes y servicios más elementales de las familias mexicanas, para hacer un poco de justicia al pueblo mexicano.

A diferencia de hace 500 años, la soberanía y autodeterminación de México puede lograrse a través de la vía pacífica y el marco democrático ya establecido. Pero para esto, es necesario un pueblo organizado y educado políticamente para lograrlo.

Estimado lector, cierro mi artículo de opinión, con esta cita. “Varias veces Cortés buscó la rendición de sus enemigos o una tregua, pero en todas ellas los mexicanos se negaron, dejando claro que preferían morir a ser esclavos. Es evidente que esa decisión era de todos y no solo de los dirigentes. Incluso, en los últimos días, Cuauhtémoc vaciló, pero sus capitanes lo llamaron a rechazar hasta el final toda idea de rendición. La apasionada y valerosa defensa de la ciudad se basó en la resolución unánime del pueblo motivado sin duda por una inspiración religiosa e ideológica muy fuerte. Ahí donde la nobleza había flaqueado la decisión popular fue contundente (500 años de la batalla por México-Tenochtitlan, C. V, P. 38, 39).

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