El problema de la vivienda es complejo porque de entrada, es difícil que una familia que ha emigrado del campo a la ciudad en busca de trabajo, pueda, de buenas a primeras, tener un empleo estable y con ingresos suficientes que le permita adquirir una vivienda propia.
Normalmente, las opciones que hay son muy costosas y por lo tanto el jefe o jefa de familia se ve obligado a buscar en la periferia algún lotecito de terreno que pueda ir pagando poco a poco y más adelante, construir su casa.
El problema de la vivienda, así como el del desempleo, los bajos salarios, la salud y otros que nos aquejan, no se resolverán mientras no nos decidamos a unirnos para impulsar un cambio radical en nuestro país.
Personalmente me ha tocado ver cómo la gente, cuando hay quien lo guíe y oriente, prefiere organizarse y luchar para resolver en grupo sus necesidades, ya que muchas veces las alternativas que las autoridades le ofrecen a través de los programas de vivienda son limitadas. La cantidad de personas que necesitan un lugar donde vivir es muy alta y sigue aumentando cada día con el crecimiento de la población.
Recientemente, el 14 de octubre si no me falla la memoria, se dio a conocer en distintos medios de comunicación en el estado, tomando como referencia los datos que proporciona la Sedatu, que de los diez municipios con mayor rezago de vivienda en México, tres están localizados aquí en Tabasco, tres en Baja California Norte y los otros cuatro están repartidos en igual número de estados de la República: Chihuahua, Guerrero, Chiapas y Ciudad de México.
En el caso de la entidad tabasqueña, los municipios con mayor rezago habitacional son Centro, Cárdenas y Huimanguillo.
A nivel nacional casi 10 millones de viviendas se encuentran en situación de rezago habitacional; 9.8 millones para ser exactos; lo que quiere decir que están incompletas, o quienes viven en ellas son un número mayor de personas que las que caben propiamente en ese lugar. Por ello, viven hacinados y sin los servicios adecuados, seguramente porque vinieron los hijos y luego los nietos y no han podido comprar otra vivienda.
De acuerdo con el ritmo de crecimiento poblacional, la Sedatu calcula que para el próximo año 2025 harán falta tres millones de viviendas más; y para 2030 se necesitarían casi siete millones. Sin embargo, el gobierno federal proyectó para el próximo año la construcción de sólo un millón de viviendas nuevas.
Ya hace un buen tiempo que la organización que represento ha encabezado a grupos de personas que carecen de una vivienda propia, con la finalidad de organizarse y luchar para conseguir un pedazo de terreno donde poder vivir. Y en esa lucha nos encontramos.
Estos números que aquí les presento nos pueden servir para que dimensionemos adecuadamente que el problema no es sencillo, y que requerirá de toda nuestra energía y capacidad organizativa para avanzar hacia la solución. Lo único que esperamos es que las autoridades no nos cierren las puertas a la hora de plantear la situación.
Por el lado de mis compañeros, espero que esta información nos sirva para comprender que el problema de la vivienda, así como el del desempleo, los bajos salarios, la salud y otros que nos aquejan, no se resolverán mientras no nos decidamos a unirnos para impulsar un cambio radical en nuestro país.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario