Aún recuerdo aquellos días, cuando mis vecinos escuchaban en el radio las peleas de box o las aventuras del hombre increíble; y nunca faltaba aquel más osado, el que lidereaba la comunidad, que no se perdía las noticias que se generaban cada hora.
Poseer una radio Majestic era toda una osadía porque implicaba muchos días de trabajo, un gran sacrificio familiar, y demasiado esfuerzo laboral para reunir el dinero suficiente y comprarse un aparato receptor de esa marca. Después llegó la televisión en blanco y negro, cediendo el paso a la TV a color.
Quién podría imaginar, en aquellos años que, con el paso del tiempo, la radio, la TV, el teléfono, el correo y más, pero mucho más, pudieran concentrase todos juntos en un solo aparto, en una sola mano, al tamaño de tres cajetillas de cigarros; es decir, en un teléfono inteligente.
La ciencia y la tecnología han dado pasos gigantescos en los últimos 50 años en todas las áreas de la vida humana; se han realizado grandes descubrimientos en la medicina, las comunicaciones, y en otros campos más de la ciencia. Todo esto nos permite comprender el gran tamaño de la evolución de la sociedad moderna.
El sistema económico de producción capitalista es un gran productor de mercancías, por excelencia, lo reconozco, ha hecho más cómoda la vida para todo aquel que pueda comprar los artículos producidos.
Empero, la gran fatalidad es la explotación rapaz y desmedida que condiciona, diría yo, produciendo tanta pobreza en el pueblo trabajador, y manteniéndolo con la ilusión de que también puede enriquecerse con más horas de trabajo. Y así, el sistema capitalista apuntala con firmeza su estructura económica y social.
El sistema económico capitalista, de libre mercado o neoliberal, aquel que Andrés Manuel López Obrador dijo que había eliminado en una conferencia mañanera, despoja de su humanidad al hombre actual con mensajes subliminales en todo momento y todos los días; lo hace más egoísta, individualista e indiferente con sus semejantes; su predica diaria es: “preocúpate por ti para hacer dinero y olvídate de los demás”. Un día escuché decir en un discurso, algo que me parece muy cierto: “no hay pobre que no se despierte todos los días, deseando ser rico”.
Así, sembrado la semilla del deseo de hacer dinero en el pueblo trabajador, hace más fácil su explotación; ya que acepta tácitamente su explotación laboral, haciéndose más pobre y el rico aumentando su fortuna; su afán desmedido por la riqueza ilusoria, no le permite dedicar un poco de su tiempo a otras actividades que lo lleven a emanciparse de su explotación, porque ni siquiera lo sabe ni lo entiende, y muy pocos se atreven a explicarle su condición social; se vuelve sumiso, obediente y hasta temeroso para rechistar o renegar de su pobreza, que la considera como un castigo divino por sus múltiples pecados. Y, ¿a quién conviene semejantes comportamientos e ideas?
Entendida así la sociedad en que vivimos, vemos que unos cuantos compran la fuerza de trabajó del obrero para mover toda la maquinaria productora de mercancías, y la otra parte, la inmensa mayoría trabajadora, vende lo único que posee: su fuerza de trabajo.
Podemos comprender claramente que las ideas dominantes en esta sociedad, es la de los poderosos, de los poseedores del dinero, de aquellos que nos gobiernan; que son los que mandan, los que humillan y maltratan al pueblo, los que mienten siempre porque les conviene mantenerse en el poder político a toda costa. Y hoy, con Morena y López Obrador no es la excepción; continúa igual o peor, y tiene en sus manos todos los medios de difusión disponibles que ha generado la ciencia y la tecnología, para mantener embelesados y adormilados con programas de entretenimiento, en internet o TV, para la gran masa social, para que no piensen en la solución de sus múltiples necesidades.
En Tecomán, familias enteras, cansadas de pagar interminables rentas cada mes, y por años, se han convencido de hacer cambios en su vida, rompiendo hábitos perniciosos de casi puro entretenimiento, que imponen los dueños de los medios de comunicación masiva.
Centenares de hombres y mujeres han entendido, después de muchas platicas, que solo unidos y organizados pueden hacer realidad su esperanza de contar algún día, con un lugar propio donde poder vivir con su familia. Consientes ahora de que nadie luchará por ellos y los suyos, si no levantan la bandera de sus carencias, y exigen a las autoridades correspondientes, llámese municipales o estatales, facilidades o mecanismos que provee en su 4 de la constitución mexicana para tener una vivienda digna y decorosa.
A un pueblo consciente y decidido a luchar por sus justas demandas, nadie podrá detenerlo. La falta de vivienda popular en Tecomán es una necesidad urgente.
Con ese objetico, en días recientes, una multitud de solicitantes de lotes para vivienda se apersonó en el Ayuntamiento de Tecomán para exigir al presidente municipal Elías Lozano, intervenir ante la gobernadora Indira Vizcaíno, para que les venda un predio, propiedad del gobierno, en facilidades de pago. La prédica del presidente es, primero los pobres. Veremos entonces que dice la gobernadora.
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