El fin del proceso electoral de 202, catalogado como el más grande e importante de la historia de nuestro país, marca el arranque no oficial de la competencia para el 2022: seis estados cambiarán a su gobernador, según el calendario del Instituto Nacional Electoral (INE) y, desde ahora, los partidos calientan motores para la penúltima carrera antes de la elección presidencial.
Antes de analizar el escenario de las elecciones que se llevarán a cabo en el 2022, conviene hacer un breve análisis de los resultados de las elecciones del pasado 6 de junio. Veamos. Morena, el partido del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, junto con el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista de México, lograron la mayor votación de estas elecciones intermedias.
Sin embargo, como todos nos dimos cuenta, la mala política y nulos resultados de los dos años y medio de la “Cuarta Transformación” (4T) avizoraban un fracaso para el partido en el poder y sus aliados, el mismo López Obrador así lo veía por lo que prácticamente se vio obligado a “coordinar” la campaña de la alianza Juntos Hacemos Historia.
Aceleró las vacunas contra la covid-19 con tintes electorales, las mañaneras que no dejaron de trasmitirse a pesar de estar en veda electoral, se convirtieron en el “centro de operaciones” de Morena; Secretaría del Bienestar con un ejército de “Servidores de la Nación” trabajaron a favor del partido oficial, Sedatu y otras dependencias, aceleraron la entrega de apoyos condicionando el voto de las personas más humildes y necesitadas.
Nunca antes en la historia de nuestro país, un presidente de la República había intervenido tan evidentemente como lo hizo López Obrador en las pasadas elecciones, pero como dije, la intervención del Presidente obedece a que, si dejaba que Mario Delgado y su gente dirigiera la campaña, el fracaso del partido en el poder y de la 4T era inminente. No les quedó de otra más que utilizar la presencia de la que todavía goza AMLO, sobre todo en las clases trabajadoras y disponer de todo el poder del Estado para revertir los resultados que ya se veían venir.
López obrador, antes de las elecciones, inició una embestida contra el INE y contra el Tribunal Electoral Federal para obligarlos a ceder a sus caprichos, pero, sobre todo, para, en caso de perder las elecciones, pudiera linchar a estos organismos autónomos alegando fraude y de estar coludidos con los “neoliberales”. Algo que aprendió muy bien en todos sus años de candidato y de oposición. Sin embargo, estas dependencias supieron portarse a la altura de su compromiso y sacaron las elecciones adelante.
La violencia fue otro de los fenómenos que jugaron un papel fundamental en las pasadas elecciones, aunque no lo quiera ver así López Obrador y diga lo contrario; esta fue fundamental en la toma de decisiones, los grupos delictivos actuaron con absoluta libertad interviniendo, persiguiendo, secuestrando la voluntad de los votantes a quienes no les quedó de otra, por eso fueron sorpresivos varios triunfos en los que los candidatos de Morena estaban muy por debajo en las encuestas.
Todo el proceso estuvo acompañado de la violencia como un quiste inseparable de este; con 91 asesinatos de candidatos a los diferentes cargos de elección no se puede decir que hubo paz como el mismo AMLO en una de sus “mañaneras” afirmó; se “portaron bien”, refiriéndose al crimen organizado.
Morena y López Obrador ganaron en las elecciones pasadas, pero también quedó demostrado que perdieron por que ya no tienen la misma simpatía que antes, han perdido credibilidad entre los electores, la falta de resultados y la tendencia a la autocracia ha hecho que la ciudadanía, sobre todo los más preparados, los que tienen alguna preparación académica (la clase media), se den cuenta de la grave situación de nuestro país y ya no apoyen a López Obrador y su 4T.
De tal forma que, este 2021, la alianza Juntos Hacemos Historia no fue tan exitosa como la de 2018 a nivel federal. En los comicios del domingo 6 de junio esta alianza perdió 34 distritos de mayoría, así como cuatro millones 182 mil 14 votos, respecto a la elección federal de 2018. Hace tres años la alianza Juntos Haremos Historia tuvo el 42 por ciento de los votos, este 2021 tuvo 26.11 por ciento. Pero donde se pudo ver claramente el hartazgo de la gente fue en la Ciudad de México, donde López Obrador, Claudia Sheibaum y Morena perdieron nueve de las 16 alcaldías.
Ahora bien, debido a la nueva composición de la Cámara de Diputados, que también muestra el hartazgo de la gente, ya no será tan fácil hacer los cambios constitucionales que pudiera desear AMLO. La decisión del pueblo fue mesurada, aunque entiende y empuja mucho más ahora que en más de 70 años que se tardó en hacerlo para cuando gobernaba imponente el PRI. A López Obrador y Morena que prometieron mucho y no han dado resultados, solo les alcanzó para dos años y medio… Bueno, tal vez un poco más, con estas elecciones intermedias, la gente le ha dado una lección a la clase en el poder. El declive ha empezado.
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