MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ante avalancha de propaganda, la organización y unidad del pueblo es fundamental

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Si bien es cierto que todavía falta poco más de 14 meses para las próximas elecciones para elegir diputados locales, senadores, presidentes municipales y un gobernador en el estado de Morelos, no obstante desde hace rato se les ve por las redes sociales y otros medios a muchos personajes de la política que tienen alguna aspiración de contender por un cargo de elección popular, haciendo reuniones, tomándose fotos con personas de la tercera edad, haciendo faenas y ensuciándose los zapatos en las calles, cosas que casi nunca han hecho.

A otros, de repente les ha salido lo filantrópico y hacen donativos de algún producto de la canasta básica, en fin, todos y todas queriendo ganar adeptos y hacerse pasar como los buenos, los modestos y trabajadores que ahora sí servirán a la gente y harán la diferencia para gobernar mejor. Además, para ganar simpatía pintan bardas, aparecen en espectaculares, usan seudónimos, y de las redes sociales ni hablemos, pues hasta desconocen a quienes le abrió campo a la vida política. Y eso que aún no es el tiempo de campañas oficiales.

Pues bien, estos y otros acontecimientos semejantes nos deben llevar a pensar cuál debe ser el papel que juega en todo esto el pueblo humilde y tratemos de hacer un ejercicio de la realidad circundante que nos afecta a la mayoría. Aquí van al vuelo algunos datos que nos ilustran cómo está la situación en el estado.

El empleo informal en la entidad es ya del 64 por ciento, en especial el crecimiento del comercio ambulante es notorio en las principales ciudades de Cuautla y Cuernavaca. Además, Morelos es uno de los primeros cinco estados con más homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, lo que convierte al estado en uno de los cinco más peligrosos; de igual forma es el segundo estado a nivel nacional con el mayor índice de feminicidios.

Respecto a los servicios básicos de agua, drenaje, electrificación, servicios médicos, educación y vivienda casi nada se invierte o es poco significativo, por lo mismo la pobreza y la marginación siguen creciendo en el estado sin que ningún funcionario del nivel que sea se preocupe verdaderamente por abatir el rezago social existente.

Ante esta problemática expuesta, ¿hay algún precandidato que se presente con un planteamiento serio o bien al menos conoce y tiene conciencia de los problemas que tiene su municipio o su estado? Aunque se habla de precampañas, suspirantes; el pueblo pobre se encuentra a cada paso que da con una verdadera avalancha de propaganda, una campaña abierta para ganar simpatías a como dé lugar.

En general las cosas ocurren más o menos así: se hacen campañas electorales, surgen candidatos como los hongos, uno conocidos y otros desconocidos; llega el momento de las elecciones y el candidato  perdedor desaparece y ya no se le vuelve a ver; el candidato o candidata que gana, una vez que asume el cargo inmediatamente le cambia la conducta, pues si lo buscas no se encuentra en sus oficinas, anda en una comisión, si le llamas por teléfono, antes tan presto a contestar, ahora ya lo hace la secretaria solo para decirte que esperes, que te llamaran después, cosa que nunca ocurre; es decir, el que pierde porque pierde desaparece del mapa, el que gana con mayor razón no lo vuelves a ver o es muy difícil para que te atienda y cumpla algún compromiso adquirido.

Así pues, al pueblo solo lo usan los partidos y candidatos de toda laya para legitimar su triunfo, después ya no lo necesitan porque tienen lo que buscaban, el poder para su beneficio personal y de sus incondicionales. Lamentablemente así ocurren los hechos, por eso la gente se desencanta de la política electorera. Y si no me creen pregunten qué pasa en Emiliano Zapata, donde el alcalde Sergio Alba prefiere esconderse que atender y solucionar las demandas de los zapatenses, antes de las elecciones hacía faenas y prometía de todo, se mostraba cercano a la gente para ganar adeptos. Una vez en la silla municipal se ha olvidado de quien gobierna y de su deber de atender a todos los ciudadanos.

Dicho lo anterior, el pueblo pobre de Morelos y muy en particular el pueblo organizado en el Movimiento Antorchista está obligado a conocer muy bien a cada personaje, reflexionar y exigir propuestas serias acerca de cada uno de los problemas que se presentan en su calle, colonia o comunidad, exigir compromisos concretos de cada problema, analizar hasta dónde verdaderamente el aspirante conoce los problemas o solo está diciendo frases huecas para salir del paso, incluso qué probabilidad existe de que pueda ganar la elección.

Ante todo, se trata de que el pueblo mantenga su unidad, organización y lucha, pues tanto candidatos como elecciones van y vienen, pero la organización del pueblo si la sabemos cuidar y cultivar como una planta en desarrollo, permanecerá fuerte y entera para hacer valer los derechos de los más humildes.

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