El 5 de agosto, tras varias semanas de debate público, el fallido subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en reunión virtual con todos los gobernadores del país, enfatizó que el regreso a clases será el 30 de agosto de manera obligatoria en todo el país. Sin ningún tipo de titubeo, señaló que se modificarán los parámetros de medición del semáforo epidemiológico para que, en caso de encontrarnos en rojo, se pueda retornar a las aulas sin demora, debido a que se considerará como una actividad esencial.
Lopéz-Gatell es simplemente un muñeco de ventrílocuo del presidente López Obrador que, desde hace mucho, ha dejado en claro que basa sus recomendaciones y acciones contra la pandemia no en función de la ciencia sino de lo que más le conviene al régimen, por lo que es claro que simplemente ha comunicado la voluntad del inquilino de Palacio Nacional. El retorno a las aulas será una realidad, incluso cuando el 62% de la población del país lo rechaza, según una reciente encuesta del diario El Financiero. Se trata de una demostración de fuerza del presidente de la república, una batalla ganada a sus adversarios, aún cuando de por medio se encuentre la vida y la salud de miles de familias mexicanas.
Ciertamente la educación a distancia ha sido un fracaso en México y los niños, jóvenes y padres de familia lo saben bien, sin embargo, nos encontramos en una de las peores fases de la pandemia. Apenas hace dos días se presentó el pico más alto de contagios y fallecimientos de la tercera ola, 20,685 nuevos enfermos y 611 decesos. Reabrir las escuelas en estas condiciones, es muy riesgoso, pues tan solo en el mes de julio, se aceleró el contagio entre los menores de 17 años hasta en un 4.43%, según el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), la aceleración del contagio entre menores se aceleró en el segundo semestre. Entre el 12 de abril y el 8 de junio se pasó de 84 casos a más de 2 mil 600.
La arbitraria y peligrosa decisión tomada por el régimen de la 4T solo puede ser menos dañina para el país, si antes de que se aperturen las escuelas se garantiza la vacunación del 70%, según lo ha recomendado la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la finalidad de contener la propagación masiva del virus que provoca el covid-19. Actualmente, según la Secretaría de Salud federal, en México se han vacunado con esquema completo a poco más de 25 millones de personas (20%), por lo que falta mucho para alcanzar la meta óptima.
La variante Delta, mucho más contagiosa y letal en adolescentes, que otras cepas del virus, ha hecho que en el mundo se esté hablando ahora mismo de la necesidad de que se vacune a todos los menores de 12 años en adelante. En México, la decisión del regreso a clases, hace que esto se convierta en una necesidad imperiosa. Aunque las autoridades se nieguen a aceptarlo, pues, como sabemos, parecen estar peleados con la ciencia.
Apenas la semana pasada, el presidente López Obrador, dijo en su conferencia mañanera que no se dejaría llevar por la opinión de las farmacéuticas en cuanto a la necesidad de reforzar las dosis de la vacuna contra el covid-19 y el subsecretario Gatell puntualizó que “no existía evidencia científica” que avalará la necesidad de vacunar a los adolescentes de entre 12 y 17 años.
Sin embargo, en países como Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, España y otros, precisamente en esta semana ha comenzado la vacunación en este sector poblacional, y los mandatarios de esas naciones han hecho llamamientos públicos para convencer a los padres de familia de que lleven a sus hijos a vacunar. La propia OMS ha catalogado como óptimas las vacunas desarrolladas por Pfizer y Moderna para los adolescentes de entre 12 y 17 años. No se trata de una cuestión ideológica sino de una necesidad crucial.
Antes del regreso a clases deben de adquirirse y administrarse las vacunas necesarias a toda la población estudiantil de secundaria para arriba, pero incluso en un escenario así sería prudente que los niveles de primaria y preescolar no regresaran a las aulas, todos los mexicanos de bien debemos de exigirlo, pues está en riesgo el futuro de la niñez y juventud de nuestra patria y, además, el bienestar de millones de mexicanos que estarán expuestos al contagio al relacionarse con los menores que retornarán a clases, ante la lentitud en que avanza el Plan de Vacunación.
No hay razón, a pesar de la necedad de nuestras autoridades, para quedarnos callados en las siguientes semanas, a pesar de que el regreso a clases será obligatorio y todo indica que no habrá marcha atrás, al contrario, debemos denunciar esta actitud para dejar bien en claro que el gobierno de la 4T y su líder principal serán los principales responsables de la tragedia que pueda llegar a desatarse.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario