El trabajo de concientizar y organizar a la población más humilde y necesitada de nuestro país se ha realizado por más de 40 años bajo la paciente, segura y acertada dirección de nuestro secretario general, el maestro Aquiles Córdova Morán, líder visionario que ha convertido al Movimiento Antorchista en la única organización en México realmente interesada en resolver las carencias de los más desprotegidos. Gracias a su trabajo de concientización hoy más de un millón de mexicanos -hombres, mujeres, jóvenes y niños- forman las filas de nuestra organización y se agrupan, según su actividad, en Antorcha Campesina, Antorcha Popular, Antorcha Obrera, Antorcha Estudiantil y Antorcha Magisterial. El tomo tercero compila la obra periodística del ingeniero Córdova Morán.
En el momento actual, cuando toda la propaganda, por lo menos la más poderosa e influyente, dedica lo mejor de sus esfuerzos a catalogar las luchas populares como contrarias a las aspiraciones más nobles de la humanidad o, en el mejor de los casos, como ensayos estériles, la publicación en forma de libro de los artículos periodísticos escritos por Aquiles Córdova Morán, Secretario General del Movimiento Antorchista, y el periodista Tomás Martínez Roldán, es, sin lugar a dudas y sin exageración, una bocanada de aíre fresco sobre el rostro de los hombres que, pese a las formidables adversidades con que ha topado la lucha social, se mantienen leales a las aspiraciones y a los afanes de los oprimidos de la tierra.
Difícilmente se podrá encontrar en nuestro medio una colección de escritos que -en la forma transparente y sencilla en la que están redactados los presentes- le diera seguimiento -con esta excepcional coherencia y constancia- a la lucha diaria de campesinos, colonos, obreros y estudiantes. Ellos, sus combates y sufrimientos cotidianos, son los verdaderos protagonistas del libro. Otro valor más importante aún, si cabe, encierran estas páginas: en ellas se contiene un testimonio irrefutable de la terrible e intensa campaña que, por años, las fuerzas políticas más corrompidas y retrógradas del sistema, en santa alianza con sedicentes izquierdistas dogmáticos y autodeclarados detentadores de la verdad absoluta (y, en más de un caso, simples peones al servicio de obscuros intereses) han desarrollado en contra de la organización antorchista, con el claro propósito de desprestigiarla y aniquilarla. En los artículos que aquí se reúnen, escritos al calor de los hechos y nunca refutados por nadie, queda reflejada toda la ferocidad, falta de escrúpulos y mendacidad con que ha sido llevada a la práctica dicha campaña (que no se ha detenido ni siquiera ante la persecución y el asesinato), así como la lenidad con que han actuado autoridades judiciales y políticas delatando así un contubernio de origen, expreso o tácito. Tales documentos echan por tierra, para quien los lea con inteligencia y buena fe, la leyenda negra que por años se ha tejido en contra de Antorcha Campesina y pone las cosas en su lugar: los antorchistas han sido las víctimas y no los verdugos.
Pobres entre los pobres, oprimidos entre los oprimidos, tema recurrente de la obra son los campesinos indígenas de la Sierra Norte de Puebla. Territorio aislado, casi ajeno al régimen nacional de derecho y libertades, permanece incomunicado porque así conviene a los poderosos caciques que lo dominan y a los más poderosos políticos que los protegen. Olintla, poblado perteneciente a esta zona de marginación, sufre nuevamente graves atropellos: sus campesinos indígenas, largamente sometidos por terrible cacicazgo padecen en estos momentos el despojo de tierras ejidales que, durante más de veinte años, poseyeron pública y pacíficamente más de 300 familias indígenas, despojo perpetrado a ciencia y paciencia de las autoridades, por los caciques de la zona, diligentemente apoyados por testaferros y pistoleros. Los invasores, seguros del apoyo y protección de sus padrinos políticos, no se han conformado con la invasión; han procedido a cosechar y a apropiarse, contra todo derecho, del maíz y el café de los indígenas, dejando, así, en el más crudo desamparo económico a cientos de familias humildes. Junto con todo ello, corren insistentes rumores y amenazas y peligran las vidas de quienes se atreven a resistir. El gobierno del Estado de Puebla, encargado de cumplir y hacer cumplir las leyes que nos gobiernan, mantiene una pasividad condescendiente.
La lucha de Olintla es, quién lo duda, de las más feroces que ha enfrentado y enfrenta el Movimiento Antorchista Nacional. A petición de los autores, y con la solemne promesa de todos los antorchistas de México de no descansar hasta conquistar justicia en Olintla, dedicamos este libro a los antorchistas olintecos y a los ejemplares activistas que, tasando en nada su vida, los organizan y dirigen.