Los antorchistas lo hemos señalado desde hace 47 años, la causa profunda del agravamiento de los males que padecemos los mexicanos: bajo desarrollo económico, pobreza, desempleo, inseguridad, carencia de servicios básicos, infraestructura de mala calidad, etc., es el modelo económico neoliberal, que en el marco del modo capitalista de producción ha acelerado el ensanchamiento de la brecha de desigualdad social, es decir, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos mientras que la inmensa mayoría de la población se sume en la más lacerante de las miserias.
El problema no es exclusivo de México, es una realidad en el mundo entero que la desigualdad social crece aceleradamente y cada vez, la distancia entre los que lo poseen todo y los que no tienen nada, se hace abismal.
Recientemente la OXFAM, publicó un informe titulado “Las desigualdades matan”, en el que da cuenta de cómo, tan sólo en la pandemia, los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron el valor de sus fortunas, mientras que el 99% de la población global se ha vuelto más pobre. En el documento se lee: “Las fortunas [de los 10 hombres más ricos] pasaron de 700 mil millones de dólares a sumar unos 1.5 billones durante los casi dos años de pandemia, según datos obtenidos de varias fuentes, incluido el Banco Mundial… [al mismo tiempo] 160 millones de personas más cayeron en la pobreza”.
Para el caso concreto de México, la Oxfam ha venido recomendando en múltiples ocasiones la necesidad de realizar una reforma al régimen fiscal del país, para que sea realmente progresivo, es decir, que los que tienen en más dinero paguen más impuestos y no se cargue todo sobre las espaldas del pueblo trabajador como ocurre hoy día. Una reforma que incremente la recaudación del Estado mexicano es absolutamente indispensable para combatir la desigualdad social y corregir algunas de las deformaciones sociales ocasionadas por el libre mercado y la concentración de la propiedad privada. Con más recursos económicos, el gobierno mexicano estaría en posibilidades de invertir más dinero en áreas clave del desarrollo social como la educación, la salud, la productividad del campo, el deporte, el acceso a la cultura y la dotación de obras y servicios de calidad para todas las comunidades que viven sin ellas.
México, que es la economía 16 más rica del planeta, solamente recauda el 13.1% de su Producto Interno Bruto (la riqueza total producida en el país, durante un año) en forma de impuestos, muy por detrás de otras naciones de América Latina, mucho menos ricas.
El presupuesto del gobierno de este año, es de poco más de 7 billones de pesos, sin embargo, más del 80% de ese recurso, algo así como 5.5 billones forma parte del llamado gasto no programable, que está conformado fundamentalmente por el pago de la deuda externa y por el pago de pensiones a los trabajadores jubilados del gobierno, montos que cada año se van ensanchando más, por lo que dentro de poco no habrá recurso suficientes para cubrir otros rubros que beneficien de manera directa a la población.
Ciertamente, el presidente López Obrador, llegó al poder prometiendo que acabaría con la corrupción y que, con el dinero ahorrado, algo así como 500 mil millones de pesos, sería suficiente para atender todos los problemas de los mexicanos. Sin embargo, tres años después vemos que la promesa no se cumplió, no solo no hay tal ahorro producto del combate a la corrupción, sino que además no hay aumentos presupuestales a rubros como seguridad, educación, apoyo al campo, dotación de servicios básicos como agua potable y electricidad, construcción de importantes obras de infraestructura, etc. El presidente ha basado su política social en la entrega de transferencias monetarias, programas sociales, que llegan, según alardea él, de manera directa a la gente, sin embargo, se han desatendido otros rubros importantísimos como los arriba descritos. Además, los programas no llegan más que al 20% de la población del país, mientras que los pobres, reconocidos por el propio gobierno, son poco más del 43% del total de mexicanos.
Así pues, los antorchistas somos partidarios de la necesidad de que se realice una reforma fiscal en México, sin embargo, somos bastante conscientes de que esto no ocurrirá mientras nos gobiernen los representantes, precisamente, de las clases privilegiadas que se han vuelto multimillonarias gracias a la miseria de la inmensa mayoría. No lo harán, porque para resolver un problema fundamental de la sociedad mexicana, se requiere de la organización y politización de la inmensa mayoría de las clases trabajadoras del país.
Desde el 40 Aniversario del Movimiento Antorchista Nacional, hicimos público nuestro programa mínimo de acción, sintetizado genialmente en 4 puntos por nuestro secretario general, ingeniero Aquiles Córdova Morán, siendo uno de los más importantes la necesidad de realizar una reforma fiscal progresiva, en hacer realidad lo que, en la Constitución ciertamente está escrito, pero en los hechos es letra muerta. Sostuvimos y sostenemos que es necesario contar con un gobierno con mucho más dinero para que pueda detonar el desarrollo económico del país y para que la riqueza se distribuya de manera más equitativa entre todos, en suma, para conseguir que los mexicanos dispongan de empleos, salarios dignos, acceso a los servicios indispensables, vivienda, educación para sus hijos, servicios de salud con medicinas y médicos, carreteras en buen estado, para elevar la producción del campo y para corregir el problema de inseguridad y violencia en que está sumido el país.
Para lograr materializar este proyecto de nación, es necesario que los trabajadores del campo y la ciudad, quienes más sufren los efectos negativos del sistema económico opresor, lo hagan suyo, se organicen y decidan llevar al poder a un representante de su propia clase. Para materializar esta meta, es indispensable la organización y politización de los pobres de México y en esta tarea hemos estado y seguiremos empeñados los antorchistas.
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