MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Censo 2020, Hidalgo y la pandemia de la desigualdad

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Según las cifras del censo 2020 que elaboró el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Hidalgo habitan 3 millones 82 mil 842 personas, 224 mil 482 más que en 2015. El informe reveló que en la entidad persiste la desigualdad, la marginación en la que se encuentran miles de hidalguenses que no han podido acceder a una mejor calidad de vida. Tener los datos sirve, si los gobiernos los analizan y utilizan para crean políticas públicas que vayan destinadas a abatir los rezagos de ya varias décadas que se encuentran en la mayoría de los municipios de la entidad. 

Uno de los datos que prenden las alarmas es que Hidalgo es la quinta entidad con menos afiliados a los servicios de salud. Recordemos que el Inegi, a través de su última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ha ubicado al estado con la cuarta tasa de informalidad más alta de México con el 73.8 por ciento, solo por debajo de Guerrero (78.5), Oaxaca (76.6) y Chiapas (74.3), esto significa que más de 884 mil hidalguenses se desempeñan en actividades precarias, trabajadores que se encuentran en total vulnerabilidad en sus empleos por las difíciles condiciones a las que se enfrentan por no tener acceso a la seguridad social; es el 30.1 por ciento de la población no tiene acceso a servicios médicos, es decir, son más de 928 mil los hidalguenses en condición de pobreza que se encuentran en el desamparo, sin que puedan atenderse, al menos, para tratarse enfermedades comúnes. Y ahora con la pandemia de covid-19, esto no es cosa menor, porque resulta que es el mismo organismo, a través del Visor Geoespacial de la Pobreza y Covid-19, quien dice que entre el 10 y 30 por ciento de la población de al menos 57 municipios donde se encuentra activo el virus no tiene acceso a los servicios básicos de salud. 

Otro de los datos que conviene analizar es el tema de la educación, pues con la llegada de la pandemia, se agudizó la brecha entre los hidalguenses que sí cuentan con lo necesario para continuar su educación y entre los que tienen que luchar por sobrevivir; al final, Hidalgo ha sido uno de los estados con mayor afectación también en este terreno debido a las condiciones de pobreza y marginación. Vean ustedes. En la entidad, el 85 por ciento cuenta con un teléfono celular; sin embargo, sólo el 24 por ciento tiene una línea telefónica fija y peor aún, apenas el 30 por ciento posee una computadora, mientras que, para desgracia de los hidalguenses, ¡el 38 por ciento tienen acceso al internet!, lo que significa que solo 3 de cada 10 jóvenes podrían tener acceso a las clases en línea. Esta debería ser otra de las prioridades del gobierno, terminar con esa disyuntiva que presentan miles de ciudadanos, por ahora, la gente tiene que seguir eligiendo entre tener dinero para comer o para contratar un servicio de internet o adquirir una computadora, lamentable situación que pueden comprobar si nos damos una vuelta por zonas como la Huasteca, la Otomí-Tepehua y la Sierra, donde en muchas de las comunidades apenas y hay caminos de terracería y, además, en muy mal estado.

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Ya el Coneval nos dijo hace poco en su Informe de Evolución de la pobreza de 2008 a 2018, que, en Hidalgo, el 43.8 por ciento de la población se encuentra en pobreza, es decir, 1 millón 311 mil 100 hidalguenses, mientras que 181 mil 500 están en pobreza extrema. Además, dijo que el 38.9 por ciento, 1 millón 162 mil 100 hidalguenses, son vulnerables por carencias sociales, sin dejar de mencionar que 679 mil 800 ciudadanos tienen carencias en el acceso a la alimentación. 

No hay duda de que la pandemia ha evidenciado y que también ha contribuido al incremento de la terrible desigualdad que existe no solo en la entidad, sino en todo el país. Como siempre, los que menos tienen han sido los más afectados, son estos los que no han podido quedarse en casa porque podrían morir de hambre, son ellos los que más muertos han puesto. No olvidemos tampoco, porque no es cosa menor, que también son muchos los que se han sumado a la estadística nacional de la pobreza por el impacto que ha presentado la covid-19 sobre la economía y por el nulo apoyo de los gobiernos hacia los sectores más desprotegidos. Sólo en 2020, según el Coneval, 10 millones de personas cayeron en la pobreza extrema, mientras que se perdieron casi 1 millón de empleos formales y 12 millones de empleos informales, todo esto, mientras las personas más ricas del mundo continuaron su enriquecimiento; para el les "costó&rdquo, según el último informe de la Oxfam, sólo nueve meses recuperar el nivel de riqueza que tenían hasta antes de la pandemia, mientras que, para los pobres, la recuperación tardará, al menos, ¡una década! (poco tiempo si consideramos las décadas que muchos llevan en la pobreza), si bien nos va. ¿Y todo esto a dónde va o qué tendría que pasar? Lo único que nos muestra el Censo del Inegi es que, además de la pandemia del coronavirus, también nos encontramos en una pandemia de enorme desigualdad de ya varios años y que también termina con la vida de muchas personas. Ahora más que nunca, se vuelve más urgente que los gobiernos diseñen programas de apoyo verdadero a la población afectada, tal y como lo sugirió el Movimiento Antorchista al inicio de la contingencia sanitaria. 

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