MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Chimalhuacán: el arte de transformar y resistir

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“Volveremos y seremos millones”.

“Por cualquier lado que se le mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza”. Así describe Juan Rulfo a Luvina, aquel pueblecillo que me recuerda al Chimalhuacán antes del año 2000.

Hace 21 años, tras mucho tiempo de intenso trabajo, Antorcha ganó electoralmente la presidencia de ese gran municipio del oriente mexiquense y comenzó el cambio. Hace 17 años ingresé a los Grupos Culturales Nacionales del Movimiento Antorchista. ¿Qué relación hay? Que gracias a los Grupos Culturales yo pude ir a Chimalhuacán por primera vez y ser testigo de su cambio. Yo vi al Chimalhuacán sin calles pavimentadas, lleno de polvo y miseria, sin metrobús, sin avenidas principales con áreas verdes y sin teatros, sin identidad; lo mejor: lo vi cuando estaba dispuesto a transformarse.

En aquellos años los grupos estábamos acostumbrados a ir a dar funciones a diversos estados del país, pero un día caímos en la cuenta de que llevábamos más de tres meses visitando Chimalhuacán todos los fines de semana, dando funciones de viernes a domingo y tres o cuatro veces al día. ¿Por qué tanto? Porque todos los días había una nueva obra que inaugurar, un logro que celebrar. Mis compañeros del nacional lo han de recordar tan bien como yo; con el paso de los meses, de las idas y venidas, cada vez era menos el polvo que se nos impregnaba en el vestuario, los zapatos y el rostro, cada vez eran menos los baches en los que se atoraba el autobús, cada vez eran menos las caras tristes de los chimalhuacanos y más las alegres porque su vida estaba cambiando. 

A los Grupos Culturales nos tocó ver, a veces a distancia y a veces de frente, ese cambio; nos tocó ver el inicio y el proceso. Así es que cerca o lejos, siempre celebramos cada nuevo logro. Nos hacía felices ver sus triunfos porque los sentíamos nuestros, porque esos resultados labraban una vida mejor para los humildes de esa zona. Imposible no recordar al biólogo Tolentino Román cortando listones y listones, siendo abrazado por la gente humilde que se sentía no solo apoyada sino querida; y veíamos el agradecimiento que cosechaban los antorchistas por sus vidas dedicada a organizarlos y lograr una transformación radical en ‘Chimal’.

Años después, los Grupos Nacionales íbamos con menos frecuencia, pero íbamos. La razón era natural y consecuencia lógica de su desarrollo. ‘Chimal’ ya contaba con grupos artísticos de alta calidad, nacidos de sus entrañas y eran ellos quienes deleitaban a su pueblo con sus bailes, obras, cantos y poesía. Más que entristecernos por ya no visitarlos, nos alegramos porque sabíamos que la lucha había rendido sus frutos. 

Pues bien, querido lector. El día de ayer los Grupos Culturales Nacionales volvimos a ese municipio emblemático, pero esta vez no fuimos a una función, ¡fuimos como visitantes!, a conocer las grandes obras que se han construido. ¡Vaya sorpresa para todos! Lo que antes era un cerro lleno de malezas y basura, hoy es un gran centro turístico: granja interactiva, aviario, planetario, alberca semi y olímpica, lago artificial, auditorios y teatros impresionantes. Ahora las calles están pavimentadas casi en su totalidad. 

Debo confesar que en todo el viaje no pude dejar de recordar aquel pasado y de pensar en el presente. Ahora todo lo que se construyó irá a parar a manos de un gobierno morenista, el cual es sinónimo de ignorancia y oportunismo; estoy segura de que harán todo lo posible para descalificar a las administraciones antorchistas, aquellas que le dieron respeto, apoyo e identidad a todo un pueblo. No creo que lo logren y menos que el pueblo de ‘Chimal’ lo permita.

Este mismo año tuve la oportunidad de dirigir una obra de teatro sobre Espartaco con los Grupos Nacionales. Hay una escena que rescatan muchos escritores y cineastas, también lo hicimos nosotros. Al final, cuando el ejército de esclavos es derrotado, Craso les propone un trato: no serán crucificados si entregan a Espartaco a las legiones romanas. Nadie lo hace, todos los esclavos se levantan y se autodeclaran Espartaco. ¡Gran muestra de lealtad a su líder y sus ideales!

En Chimalhuacán los Craso van a querer convencerlos de arrepentirse bajo su generosa y soberana clemencia, de que no vale la pena luchar con Antorcha, pero nadie debe titubear ningún instante. Cuando quieran perseguir a alguno de nuestros compañeros, o a nosotros mismos, debemos ponernos de pie y, con la mirada firme y henchidos de orgullo, exclamar: ¡yo soy antorchista!

La visita de ayer fue conmovedora y educativa, y los Grupos Culturales Nacionales aprendimos de ella. Estamos dispuestos a trabajar duro desde nuestra trinchera, a sumar esfuerzos y voluntades, a crecer en todos los aspectos, a ser mejores hombres y mujeres, para que juntos, sigamos firmes en la lucha por la construcción de un mundo mejor. Al tiempo.

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