México es uno de los países con los mayores niveles de pobreza y desigualdad de los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En el informe anual de reformas estructurales, esta organización señaló que el país norteamericano tiene un índice de brecha de pobreza de 34,2 %, muy por encima del promedio del resto de países miembro, que ronda el 28,7.
Sumado a esto y con el 55 % de los trabajadores en situación de informalidad, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta noviembre y diciembre de 2023, 1.6 millones de personas no contaban con un empleo, con lo que la tasa de desocupación (TD) fue de 2.6 % de la Población Económicamente Activa (PEA), cifra que, comparada con diciembre de 2022, la población desocupada habría descendido en 59 mil personas.
De acuerdo al último censo de vivienda del Inegi, Durango cuenta con 493 mil 698 viviendas habitadas, de las cuales el 62.2 % es considerado hogares nucleares, es decir, donde la familia núcleo está integrada por papá, mamá e hijos o uno de los padres e hijos.
Alrededor de 174 mil hogares duranguenses no tienen ingresos económicos suficientes para adquirir la canasta básica, lo que significa que el 35.3 % vive en pobreza laboral.
Alrededor de 174 mil hogares duranguenses no tienen ingresos económicos suficientes para adquirir la canasta básica, lo que significa que el 35.3 % vive en pobreza laboral. La falta de un ingreso suficiente dentro de los núcleos familiares duranguenses es una tendencia alarmante, pues impacta directamente en la economía de los hogares más pobres del estado.
Esta situación se agrava aún más en este sexenio, pues no se ha contado con el respaldo esperado por parte del Gobierno federal, a pesar del incremento al salario mínimo, es insuficiente en términos reales, pues no es suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria, incluso sumando los ingresos de sus integrantes.
Desafortunadamente, cada día aumentan más y más las voces que afirman que todos los males son consecuencia de las erróneas políticas del gobierno en turno, de la opinión de quienes oportunamente advirtieron que tan sólo para cubrir programas de apoyo directo, esos recursos no alcanzarían.
El verdadero problema de nuestro país no es el cumplimiento o no de estos programas asistencialistas; a todos nos queda claro que, si han sobrevivido a otros gobiernos que sólo les han cambiado el nombre, es por su efectividad como anestésico en la gente, pero no sirven para disminuir o eliminar los problemas.
La realidad nunca deja de mostrarnos las verdaderas causas de los problemas de nuestro país. Nos guste o no, así es. Pensar que los problemas se van a solucionar y detener por sí solos, es una utopía.
Es necesario un cambio radical de la forma en que se gobierna y administra nuestro país; basta de cargar al pueblo impuestos sobre impuestos mientras los grandes empresarios se llenan las manos de cuantiosas ganancias a costa de los recursos naturales del país y el sufrimiento de los trabajadores mexicanos.
Pero combatir la pobreza en todas sus manifestaciones implica necesariamente, afectar a quienes hoy día acaparan la riqueza social, y eso, quiérase o no, acarrea enemigos muy poderosos y dispuestos a todo. Quien se atreva a hacerlo ya no podrá pasearse por el parque como cualquier ciudadano.
La pobreza en nuestro país y las sufridas cuestas de enero sólo se acabarán con la aplicación de los cuatro ejes que ha propuesto el Movimiento Antorchista: empleo para todos los que estén en edad de trabajar; un salario que satisfaga plenamente las necesidades de los trabajadores; una política fiscal progresiva, es decir, que pague más impuestos, el que más ingresos tiene y, por último, la aplicación del gasto social dirigido a mejorar verdaderamente las condiciones de vida de los mexicanos.
Hoy más que nunca entendamos nuestra realidad y decidamos unirnos para combatir a lo que verdaderamente nos oprime y hostiga.
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