Con el inicio del segundo mandato de Donald Trump en el país vecino del norte, la sensación generalizada de la mayoría de la gente con la que platico, y que varios de ellos creían encontrar una política más moderada, comparada con la belicosa administración del ahora ex presidente Biden, es la de haber saltado de la sartén a la lumbre.
Y no podía ser de otra manera; porque como lo dijo alguna vez el ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder nacional de los Antorchistas, ambos personajes tienen la misma diferencia que tendrían un diablo rojo y uno azul; es decir, sólo en el color son distintos; porque de ahí en fuera, los dos tienen la misma mentalidad imperialista, y tienen la encomienda de prolongar la vida del imperio norteamericano que se apropia y explota las riquezas naturales de los demás países, por los siglos de los siglos; y para llevar a cabo esa acción, están dispuestos a echar mano de cualquier recurso, incluida la invasión y el exterminio físico de sus enemigos.
En este contexto, suena un poco raro que un día escuchemos a nuestras autoridades responder a las amenazas de Trump con frases que aparentemente son combativas y contundentes; pero al otro día nos estemos plegando totalmente a la voluntad del gobierno norteamericano. Una y otra vez se nos repite que México ya no es colonia de nadie, y enseguida, se pone en marcha un programa para retener en nuestro país a los indocumentados mexicanos y extranjeros que el vecino nos avienta para acá.
Es a nosotros y solo a nosotros, a quien corresponde mantenernos unidos y exigir a nuestras autoridades que implementen políticas que estén diseñadas para mejorar realmente la vida de los mexicanos
Un día se dice que somos un país soberano e independiente, y al otro día estamos expulsando los productos chinos solo porque lo pidió el gobierno norteamericano, a pesar de que los más afectados por esa medida sean los mexicanos de menores ingresos que ya no tendrán ropa o calzado barato para estrenar porque los productos provenientes de Estados Unidos son mucho más caros.
“Coordinación, no sumisión”, se repite una y otra vez, al mismo tiempo que todo mundo se da cuenta que sólo hasta después de la presión estadounidense, se empezó a tratar de meter orden en la violencia que se ha desatado a lo largo y ancho del país.
Francamente, yo no vi que el presidente Putin, o el gobierno chino se haya puesto tan alterado cuando el presidente saliente Biden anunció que les iba a imponer cientos de aranceles y de sanciones económicas, ni siquiera Venezuela, que es un país tal vez menos desarrollado que el nuestro, “amainó el plumaje” tan rápido. ¿Qué hicieron esos países? Sin tanto alboroto y sin tantas palabras se pusieron a ver de qué forma podrían enfrentar la embestida de la bestia. Hasta donde he podido investigar, se sabe que Rusia empezó a buscar mercado para sus productos en otros países y fortaleció sus relaciones comerciales con China y por eso algunos afirman que la guerra que le hicieron a aquel país a través de Ucrania, que era precisamente para dividirlo y debilitarlo, acabó arrojando a Rusia en los brazos de China y ahora son más amigos y más fuertes que antes.
Yo sé que México tiene la desventaja de estar muy cerca de Estados Unidos y los años de dependencia que llevamos nos tienen más atados a la economía de ese país; por eso desde un principio hemos dicho que la tarea del gobierno mexicano, no es regalar dinero, sino generar empleos, (algo que en Tabasco está totalmente abandonado), hacer crecer el salario real, hacer más obra social para las comunidades y colonias pobres, y hacer que el pago de impuestos sea de acuerdo al ingreso de cada quien; de esa forma la economía de nuestro estado y de México se puede fortalecer, para ser cada vez menos dependientes.
Si fortalecemos nuestra economía, podremos ir generando los artículos necesarios, y tendremos dinero para adquirir los satisfactores que nos hagan falta para vivir, pero si nuestros gobernantes solo saben llevarnos a la cola de los imperialistas, jamás podremos ser independientes realmente, por más que vociferemos a los cuatro vientos nuestra supuesta independencia.
Al momento que escribo estas líneas, están llegando los primeros deportados a nuestro país, que han sido sustraídos de su lugar de trabajo; a pesar de eso, cuando el gobierno gringo habla de convertirnos en un estado más, algunos se emocionan y dicen estar de acuerdo; parecen no darse cuenta que ellos quieren las riquezas de México, pero no a los mexicanos.
Desgraciadamente, en este y en todos los casos, los primeros afectados somos los mexicanos de a pie, somos, como siempre, los trabajadores de la ciudad y del campo que sobrevivimos el día a día con nuestros propios recursos y nuestras propias fuerzas; salimos adelante con nuestro propio trabajo.
Por eso, es a nosotros y solo a nosotros, a quien corresponde mantenernos unidos y exigir a nuestras autoridades que implementen políticas que estén diseñadas para mejorar realmente la vida de los mexicanos, no sólo para entretener el hambre de los más necesitados. Y, al mismo tiempo, formar esa fuerza capaz de transformar de raíz este país que habitamos.
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