MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | Los orígenes de Antorcha en San Luis Potosí

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Paradita del Refugio. Ni para caer muertos…

“En aquellos años (a mediados del siglo pasado) no teníamos ni tierra donde caer muertos, vivíamos mal; no teníamos dónde sembrar o dónde meter nuestros animalitos; el pedacito de tierra donde levantamos nuestros jacales no era nuestro; ni la iglesia, ni el panteón; todo era del hacendado. Además, no teníamos permiso del patrón —Juan Hernández— de ir a trabajar a otros lados. Aquí estábamos pegados a la tierra y nos ocupaban en la elaboración del carbón, vivíamos allá en la sierra cuidando los bolones (hornos del carbón) como si fuéramos animalitos”, cuenta don Vicente Briceño, a pesar de su avanzada edad, 93 años, con gran lucidez y sonriente a un amigo mío, con quien hace cerca de tres décadas de manera conjunta gestionamos y luchamos por la formación del ejido de Paradita.

Don Marcos García Briceño, otro viejo fundador del ejido, nos habla de las gestiones y de su lucha como campesinos demandantes de tierra, y de las acciones de represión y violencia por querer un pedazo de terreno donde trabajar y vivir:

“Por los años 80, a falta de tierras donde trabajar, y de vivir como prisioneros en nuestro propio terruño, nos unimos y pretendimos hacer un núcleo agrario. 

Demandamos ante la extinta dependencia Reforma Agraria la creación de un nuevo ejido, dado que las tierras del exhacendado —tierras sin explotar— habían pasado a un nuevo dueño, llamado don Pancho, hombre poderoso y de armas tomar. Por su gran influencia en los círculos del poder de manera fraudulenta obtuvo un ‘Certificado de Inafectabilidad’ ante Reforma Agraria y no se nos podía dotar de tierras, por eso nos vimos orillados a tomar por la fuerza las tierras de la hacienda apoyados por un grupo de lidercillos que se decían de izquierda en aquella época, pero sólo nos llevaron a la aventura y nos abandonaron en la lucha. 

Hasta acá vino el ejército a desalojarnos y detener a nuestros principales dirigentes, como don Paz Contreras y a don Vicente Briceño. A don Paz lo agarraron los judiciales, pero logramos que lo soltaran, pero a don Vicente no, porque a él lo sacaron con engaños de su casa.

Así nos quedamos en el desamparo, sin tierras y con un compañero en la cárcel. Fue en esta situación de desgracia, que entramos en contacto con Humberto Gutiérrez, dirigente antorchista de aquella época —principios de los 90–, y con otros jóvenes activistas (entre ellos su servidor) que lo acompañaban, ya que ellos pasaban en una camioneta por el rancho, porque iban a una comunidad más arriba; allá en la sierra, llamada la Peña de Salazar. 

En primer lugar, se logró la liberación de don Vicente con el apoyo de Antorcha; después pedimos la asesoría para obtener una dotación de tierras que era lo justo, por vivir desde tiempos ancestrales en este lugar”.

El torcido recurso jurídico ante Reforma Agraria de los nuevos dueños de la hacienda de Paradita nunca se pudo echar abajo, y para remachar el clavo; en el gobierno de Salinas de Gortari, en 1992, se aprueban reformas constitucionales de la Ley Agraria de nuestro país, que determinó la eliminación definitiva de las acciones de expropiación oficial de tierras ociosas y con ello el sentido de la dependencia Reforma Agraria. Se acabó, ya no hubo tierras que repartir en México. Ni un metro más para los campesinos.

“Lo atiendo, nada más porque usted no es cobarde…”

En medio de este sombrío panorama, los activistas de Antorcha de aquella época persistimos para que la gente de Paradita no se quedara sin tierras o que fueran expulsados de sus modestas casas donde vivían. Y al fin lo logramos.

Nos enteramos de un programa de la Reforma Agraria,m que se llamaba Rezago Agrario del Gobierno federal y con el apoyo del Movimiento Antorchista Nacional, gracias a la intervención de nuestro secretario general de Antorcha, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, se logró que Paradita entrara en ese programa, el cual consistía en que el Gobierno les daba una suma importante a los dueños de tierras ociosas, para que accedieran a dejárselas a los campesinos demandantes.

Todo iba bien con la gestión, solo faltaba convencer al dueño para que aceptara la propuesta del gobierno federal, pero ninguno de los campesinos se atrevía a ir a ver a su verdugo, quien los había desalojado de las tierras, y los había mandado a encarcelar.

Pero yo sí fui a verlo: para mí eran años de lucha, meses de gestiones en la Ciudad de México, a veces solo, o acompañado de don Vicente Briceño a la Reforma Agraria.

Fui a verlo hasta su domicilio ubicado en Soledad de Graciano Sánchez, pese a las recomendaciones de los campesinos de que tuviera cuidado.

En dos ocasiones que fui no me recibió y solo hasta la tercera ocasión me abrió la puerta de su casa, y me atendió al interior y me dijo: lo atiendo, nada más porque usted no es cobarde, no es como los pelafustanes del PST, que sólo embaucaron a los señores esos, y los dejaron abandonados.

El dueño aceptó la propuesta de la Reforma Agraria, se fueron a medir las dimensiones de las tierras de agostadero, cultivo y de solar; además del viejo casco de la hacienda en beneficio de más de 30 familias campesinas.

La lucha de los campesinos de aquella época fue de mucho sacrificio, pero valió la pena, dice don Marcos:

“Paradita sería un pueblo fantasma, ya nadie estaría viviendo aquí si no hubiera entrado Antorcha, sin terrenos para labrar las tierras o vivir, sin agostaderos para meter nuestros animales, sin servicios de agua, energía eléctrica o drenaje”.

La dotación de tierras fue el inicio. Después los campesinos organizados lograron la electrificación de su pueblo, la pavimentación de la carretera de acceso de más de 6 kilómetros, gestionada por el dirigente municipal antorchista, Ramiro Miguel Hernández; y en los últimos doce años, gracias a las obras y acciones de las administraciones municipales antorchistas de Armadillo, cuentan con el servicio de agua potable y drenaje, pavimentadas casi todas sus calles, escuelas de nivel básico y una plaza pública muy hermosa que hace resaltar el inmueble de la vieja hacienda, convertida por particulares en un restaurante de alta cocina mexicana, que da empleo a decenas de personas originarias del lugar.

Paradita del Refugio está registrada en los orígenes de Antorcha en San Luis Potosí. Hace unos días tuve la oportunidad de visitar ese emblemático lugar ubicado al pie de la sierra de Armadillo, y se ve bonito. Su plaza, su hacienda, sus calles hermosas y la gente satisfecha por tener un lugar digno donde vivir.

Y recuerdos. Recuerdos de ver a grandes amigos como don Vicente. Recuerdos de mis años de juventud. De mis más de tres décadas bien vividas trabajando en Antorcha por la suerte y vida de los más humildes en San Luis Potosí, que te abrazan tiernamente y te regalan una sonrisa; para cargarte de energías y seguir en el noble oficio del “Caballería Andante”, a la que hace alusión Miguel de Cervantes Saavedra, en su genial obra El Quijote de la Mancha. Vale.

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