Me viene a la memoria un dicho “cuando veas las barbas de tu vecino recortar pon las tuyas a remojar” que yo relaciono con resientes acontecimientos suscitados en la construcción de la refinería de Dos Bocas, obra icónica del gobierno de la 4T que encabeza AMLO donde en términos generales destaca la inconformidad de varios o muchos obreros que laboran en la construcción de esta obra por falta de prestaciones y salarios dignos, trabajadores que fueron sometidos y maltratados y que el gobierno morenista desmiente y minimiza a dichos acontecimientos, quedando totalmente indefensos los trabajadores a merced de un gobierno mezquino y un sector empresarial insensible.
Estas contradicciones seguirán pasando desapercibidas en tanto los trabajadores no reconozcan el poder político que radica en sus puestos de trabajo. Los trabajadores la parte más vital de la cadena productiva ignoran su propia importancia. Vaciar al trabajo de sus significados políticos y de su potencialidad transformadora es un rasgo ideológico del capitalismo. Vivir para producir, perder la vida para ganarla, es una creencia que está llevando a personas y a familias enteras al colapso.
En Nuevo León y su capital Monterrey es urgente desmentir el mito del trabajador como un mero instrumento de las élites empresariales para reconocerlo como un agente protagónico no solo de generación de riqueza, sino de transformación social. Esto solamente se logra explicar estudiando el sistema económico en el que se desarrolla la sociedad mexicana y neolonesa donde se genera riqueza y más riqueza, sin tener algún método directo o indirecto de repartir esta riqueza producida por la gran mayoría como son los obreros; el dinero no pare dinero, los bancos no son entes mágicos que puedan producir riqueza de la nada, tiene que intervenir necesariamente la fuerza del hombre, es el humano en su contexto social el generador directo e indirecto de toda riqueza existente en Nuevo León, México y el mundo entero.
De aquí se desprende la imperiosa necesidad de conocer nuestra historia y reconocer la existencia de luchas políticas, aunque estas no estén representadas en la arena institucional, es una forma de reivindicar la memoria de la disidencia de la masa obrera organizada y verdaderos entes representativos obrero-sindical.
La apuesta debiera ser el empoderamiento de la clase trabajadora. Frente a la crisis económica instalada y de cara a un fracaso económico sistémico que se recrudece con la pandemia provocada por la covid-19 y la gran insensibilidad del gran capital apoyado y de la mano o coludida con gobiernos agachones que produce cada vez variables más crueles de la miseria, se vuelve indispensable un repaso del pasado en la que se comprenda la importancia de respetar y hacer respetar los conflictos como un recurso de las sociedades para evolucionar. Hoy por hoy, sin embargo, las cámaras patronales y los sindicatos blancos y oficiales de Nuevo León y declaran con orgullo que en más de veinte años no ha habido huelgas ni conflictos laborales mayores en el estado (cuidado, ahí tenemos a los trabajadores de la refinería Dos Bocas en Paraíso, Tabasco) se requiere de la transformación de la sociedad y de su visión, de una verdadera revolución ideológica cultural, donde la máxima sea la bonanza de la raza humana. Compañeros antorchistas, Antorcha Revolucionaria sabe cómo hacerlo.
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