MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

De fantasmas y vampiros

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En nuestro país los muertos ocupan un lugar destacado dentro de la cultura. Quizá la más extraordinaria narrativa acerca de fantasmas o de muertos que vuelven a la vida es “Pedro Páramo” (1955), una novela de Juan Rulfo escrita durante la refundación de  México después de la Revolución, cuando se hablaba de esta como signo del “progreso”. La novela relata amores no correspondidos, familias desintegradas y campesinos pobres que son los narradores, presentados como muertos en vida. 

?Los fantasmas que presenta Rulfo están marginados, viven una vida sin sentido en la que lo único que mantenía una última esperanza, la Iglesia, ha sido comprada por el terrateniente local. 

?Pero dentro de nuestra cultura no solo los fantasmas vuelven a la vida. Los vampiros vuelven también, en busca de sangre. Esta imagen del vampiro se ha asociado, dentro de la literatura y el cine, con la circulación del capitalismo. En su deseo de vida eterna, los vampiros llegan a desdibujar la línea que divide la vida y la muerte, son monstruos que representan lo inhumano, la animalidad. 

?En este sentido, “Cronos” (1993), una película de Guillermo del Toro, puede entenderse en torno al capital. Guillermo del Toro caracteriza en su historia de vampiros a De la Guardia como un magnate industrial paranoico que busca alargar su vida. De la Guardia posee un manuscrito que contiene las instrucciones de un artefacto (Cronos) que da vida a su poseedor a cambio de sangre. Aunque aún no es un vampiro inmortal, el magnate prefigura su deseo de serlo. 

Así sucede con el capitalista. Esta analogía recorre las páginas de “El capital” de Carlos Marx: “El capital es trabajo muerto que, como un vampiro, revive únicamente chupando trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo chupa”. El capital es semejante a un vampiro, se alimenta de la sangre laboral, solo así puede revitalizarse para cada jornada. 

?Las referencias de Marx a las cualidades vampíricas del capital inician en el proceso de subyugación del cuerpo del obrero a la máquina que permite el incremento de la explotación. 

?En la película, Cronos es un aparato dorado de piedras preciosas que se adhiere al cuerpo para alimentarse de sangre a cambio de vida. El artefacto llega a manos de Jesús Gris dentro de una estatuilla en forma de ángel; este hecho puede tomarse como un milagro fetichista, tal como Marx compara el fetichismo de la mercancía con la religión: el apetito del capital para “relacionarse” con los hombres ha tomado el lugar de la figura religiosa, no ya la del vampiro. 

?La figura del vampiro no es solo un personaje literario gótico con el que Marx le da rostro al capital, sino una huella fantasmagórica de sus raíces: la memoria de miles de muertes por sometimiento a las leyes del mercado, la llamada “acumulación originaria”. 

?En torno a esta equivalencia, Carlos Marx, el gran crítico, rearticula en “El capital” las historias de los que sufren la “sujetización” al capital, no de un modo etnográfico sino a modo de crítica a la economía política: “La historia de esta expropiación ha sido escrita en los anales de la modernidad con caracteres de sangre y fuego”. 

?El capital puede ser presentado a través de la literatura y del cine como una historia de vampiros o de fantasmas. Hay uno que sigue gozando de buena salud después de 200 años: Carlos Marx. Y hay otro que sigue recorriendo no solo Europa, sino el mundo: el fantasma del comunismo. 

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