Estamos a escasos días de la elección en México. El próximo 6 de junio se renovará la Cámara de Diputados y 15 gubernaturas. Este proceso electoral quedará marcado como el más violento y con las mayores violaciones presidenciales de la historia, además de un terrible asedio emprendido por López Obrador y Morena contra el árbitro mismo de estos comicios, el Instituto Nacional Electoral (INE).
Seguro a AMLO le gustaría nombrar al propio árbitro de estas elecciones o mejor, ser él mismo el propio árbitro e ir contra todas las reglas entrometiéndose en estas elecciones como dueño y señor que se cree de este país.
Esta campaña de desprestigio contra el INE implementada por López Obrador no es nueva, sino que recordemos que ya en sus fallidas campañas siempre había venido atacando a los organismos autónomos, esto es muy grave porque el INE representa una conquista de todos los mexicanos, que está salvaguardada por la Constitución misma y cuyo objetivo es muy claro y preciso, y representa como lo dijo el secretario general de nuestra organización, maestro Aquiles Córdova Morán: “la única posibilidad de cambiar de hombre y de partido en el poder de manera legal y pacífica, con la esperanza de mejorar las precarias condiciones de vida de millones de mexicanos, de aliviar la pobreza y garantizar alimento, salud y educación de nuestros hijos”.
Hoy, desde su púlpito mañanero López Obrador envía a sus secuaces a hacer plantones afuera de las instalaciones del INE, como si hubieran sido víctimas de esta institución, y lanza una serie de ataques y descalificaciones contra el propio presidente del INE, Lorenzo Córdova y contra los consejeros, acusándolos de ser partícipes de fraudes electorales.
Lo que está ocurriendo en México es sumamente preocupante, porque a pesar de su visible y clara violación a las leyes, López Obrador sigue haciendo de las suyas y no hay poder humano que lo detenga. Ya sometió al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por ejemplo, y va sobre el INE, que hasta ahora ha venido resistiendo heroicamente los embates y las amenazas de juicio político para sus representantes.
Parece que López Obrador quiere regresar la historia misma y situarse justo cuando el poder absoluto lo tenía el presidente de la república y el secretario de gobernación era quién organizada las elecciones y decidía quien era el ganador.
Un caso especialmente escandaloso fue el de la elección presidencial de 1988, cuando el secretario era Manuel Bartlett -hoy uno de los funcionarios estrella del gabinete de AMLO- de quien recordamos cuando “se cayó el sistema” de conteo de votos y cuando fue reestablecido, la ventaja que la oposición tenía se había diluido y el candidato priista resultó ganador en medio de acusaciones de fraude. No fue sino hasta el año 2000, cuando las elecciones presidenciales fueron organizadas por un instituto autónomo ciudadano, que el PRI finalmente perdió.
López es ahora lo que tanto criticó en el pasado, cuando se decía oposición, cuando en sus discursos repudiaba las prácticas fraudulentas del pasado priista, hoy pretende desaparecer al INE para hacer y deshacer a su antojo, tomando como pretexto que sus candidatos morenistas fueron inhabilitados por no presentar como debían sus gastos de campaña.
Sin embargo el fondo es muy turbio. AMLO nunca ha aceptado ser derrotado en las urnas, a él solo le gustan las elecciones democráticas cuando gana, y cuando no, llora y patalea acusando de fraude.
Es urgente que todos los mexicanos estemos muy atentos y defendamos al INE, porque es el único que puede ayudarnos a realizar una elección limpia. No permitamos que el poder se concentre en un solo hombre, y que éste ponga y disponga a su antojo y sea el juez que diga quién va a ser el próximo que gobierne, si así fuera no nos quede duda de que nos encaminamos hacia una dictadura.
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