MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Desequilibrio climático y capitalismo

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La incertidumbre por conocer con total certeza si estamos cerca o no de romper el equilibrio natural en nuestro planeta, ha sido objeto de estudio a lo largo de varias décadas. En 2009, un equipo de científicos liderados por Johan Rockström del Centro de Resiliencia de Estocolmo, determinó nueve límites conectados entre sí, determinantes para mantener de manera estable nuestro planeta, a su vez, cada límite subdividido en zonas seguras de acción y de riesgo.

Si esas fronteras no se cruzan, la humanidad puede seguir prosperando por generaciones, pero en caso de sobrepasar alguna de ellas, el daño puede ser irreversible y desencadenar en el colapso.

El cambio climático es la primera frontera, seguramente la más conocida, la cual, ya hemos sobrepasado. Desde la revolución industrial, la temperatura global se ha incrementado 1.1 grados centígrados, produciendo sequias más largas, e inundaciones.

Para evitar que las consecuencias del cambio climático sean peores, se sugiere que el aumento de temperatura se mantenga en un límite de 1.5 grados. A la velocidad que vamos, a final de siglo se estima que el incremento puede llegar hasta los 4.4 grados centígrados, lo cual sería catastrófico. 

Mantener la integridad de la biósfera es la segunda frontera, la cual, también se ha sobrepasado, esto se debe a la constante pérdida de biodiversidad y extinción de diversas especies, lo cual aumenta las posibilidades de provocar cambios irreversibles a gran escala, e incluso, se especula que estamos provocando la sexta extinción masiva en la historia del planeta; de 8 millones de especies animales y vegetales, 1 millón están en peligro de extinción. 

El cambio del uso del suelo, es otro límite que estamos cruzando, pues bien, cada día se sobreexplotan más áreas naturales para convertirlos en tierras para la agricultura y ganadería. 

La cuarta frontera, ya sobrepasada, es la regulación de uso de flujos bioquímicos, sobre todo a los ciclos de fósforo y nitrógeno, ya que ambos elementos se han sobreexplotado como fertilizantes, y parte de ellos de manera natural son arrastrados al mar, provocando daños a los sistemas acuáticos.

Sobre la reducción del ozono estratosférico, quinto límite, la humanidad se ha esforzado desde hace 30 años por suprimir el uso de productos con clorofluorocarbonos (CFE), productos altamente dañinos para la capa de ozono; gracias a esta acción y posterior al Protocolo de Montreal, el ozono ha ido recuperándose.

El uso de agua dulce, el sexto límite, se encuentra en a punto de convertirse en una fase de riesgo, debido al consumo desmedido de empresas y fábricas, y a la producción agrícola, la cual, debe alimentar a más de ocho mil millones de habitantes en el mundo.

La acidificación de los mares, es el séptimo límite, el cual se mantiene a raya, pero estamos a punto de llegar a un punto peligroso debido al incremento del pH, ya que la acción humana ha acelerado este proceso desde hace 200 años, provocando la desaparición de los corales.

La carga de aerosoles, es el octavo límite, movido principalmente por la quema de combustibles sólidos, e incluso incendios forestales, de hecho, al año fallecen de manera prematura 800 mil personas por respirar aire altamente contaminante. La novena frontera es la incorporación de nuevas entidades, es decir, la introducción de elementos y organismos modificados por el hombre. 

Dicho todo esto, ninguna nación está exenta de padecer los efectos que el hombre está provocando al perturbar los ciclos naturales, de hecho, a medida que pasa el tiempo, los fenómenos naturales se tornan más violentos: sequias más agudas, inundaciones, huracanes más poderosos, etcétera. 

México está padeciendo una severa crisis de agua potable, ya que cerca del 80 por ciento del territorio nacional sufre algún grado de sequía. Según datos del Monitor de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Durango se encuentran en una situación severa. Sin embargo, es necesario precisar que, en nuestro país, la producción agrícola, ganadera e industrial, representan el 86 por ciento del consumo de agua y tan solo el 14 por ciento se destina al consumo humano.

Nuevamente, nos veremos en la necesidad de importar más verduras y cereales este año, entre ellos, el maíz. De 45 millones de toneladas que consumimos anualmente, importamos alrededor de 16 millones. Al cierre del año se estima que importaremos alrededor de 17.5 millones de toneladas, encareciendo de por sí, aún más los precios de la tortilla, que ya rondan en algunos estados entre los 20 y 25 pesos por kilo.

Se estima que en nuestro país 48 mil personas pierden la vida anualmente debido a problemas relacionados con la mala calidad del aire. Tan solo en la capital y el área conurbada, en lo que va del año, solo 2 semanas se ha respirado aire aceptable con niveles por debajo de las 51 partículas por billón de ozono (ppb), el resto del año se han registrado concentraciones máximas por hora de hasta 135 ppb.

La sobreproducción, producto del capitalismo, sin duda han cambiado de manera drástica las condiciones climatológicas en cada rincón del planeta, seguirlo negando, sin duda, desencadenará en peores y mayores catástrofes como nunca antes visto. En el Capital, Karl Marx señala que una mercancía es una cosa apta para satisfacer necesidades humanas, pudiendo ser de manera directa, como objeto de disfrute, o indirectamente, como medio de producción. Tendrán que plantearse aquellos, los dueños del capital, a que costo seguirán produciendo mercancías que no necesariamente sean consideradas de primera necesidad y hasta donde piensan llegar para satisfacer su hambre de riqueza, sabiendo que llegará un punto sin retorno donde, el mundo tal y como lo conocemos, deje de ser aquel agradable hogar para cerca de 8 mil millones de habitantes. 

En nuestro país, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador poco o nada se habla sobre el tema. Algunas acciones concretas, como la apuesta a la construcción de más refinerías y la reactivación de minas de carbón (soberanas en visión del presidente) sumado a la ruptura con empresas generadoras de energías renovables (conservadoras) inhiben los esfuerzos para contrarrestar el cambio climático. Sin acciones concretas y un marcado retroceso hacia la quema de hidrocarburos, ponen en jaque a nuestro país en cuanto a economía y producción se refiere. 

El pueblo se enfrenta a un mal peligroso y silencioso, que se potencializa con funcionarios incapaces de tener una visión real y responsable sobre el tema.

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