El aparatoso y contundente descalabro electoral sufrido por Morena a manos de los electores de la Ciudad de México quedó legalizado, el 1 de octubre, con la toma de posesión de los nueve alcaldes de la oposición, los otros siete los ganó Morena. En números aproximados nuestra ciudad quedó dividida por mitad entre los que votaron por Morena y los que votaron en contra del partido que gobierna la capital de México y el país. Se puede decir que ésta fue la calificación que los capitalinos le dieron a la jefa de Gobierno por los tres primeros años de su gobierno, y de paso al presidente López Obrador. Ni hablar, ambos salieron reprobados. ¿Y ahora qué sigue? ¿Morena piensa corregir el rumbo?
Cuestión de ver la forma en que ha respondido a esta nueva situación adversa la jefa de Gobierno en su papel de responsable principal de lo hecho y lo no hecho al frente de una ciudad de nueve millones de habitantes que viene enfrentando ya por mucho tiempo el descuido y la irresponsabilidad de sus gobernantes. ¿Y qué significa para el presidente el haber perdido la influencia, el control total y absoluto que antes ejerció en la parte más importante del país, en la capital, sede de todos los poderes constitucionales de México?
Claudia Sheinbaum tuvo que “morder el polvo” a pesar de haber empleado todos los programas sociales. Sin embargo, lejos de reconocer las verdaderas causas, el descuido a los problemas que pesan sobre los capitalinos, atribuye su derrota a la propaganda en contra, según dice, fue la causa determinante de los malos resultados electorales. No hizo una “autocrítica” de su comportamiento, aciertos y errores, todo fue cuestión de una campaña que la descréditó, dijo una y otra vez a la prensa y medios de comunicación.
Con los resultados electorales de la capital en contra, también el presidente montó en cólera de inmediato, calificando con desprecio a los electores de la ciudad como viles “aspiracionistas” por no haber fortalecido con su apoyo a la 4T; más aún, últimamente en los primeros días de octubre, a los de la colonia Del Valle en la alcaldía Benito Juárez de nuestra ciudad los insultó con el sambenito de “ser más conservadores que los de Las Lomas de Chapultepec”, en referencia directa a los enemigos del pueblo mexicano durante el pasado juarista y porfirista de nuestra patria. ¿No significa esto promover y sembrar la cultura del odio? Se ha vuelto una práctica de la 4T señalar a sus enemigos, incluso amenazando con cárcel a sus críticos, como ejemplo, la amenaza que pende sobre la cabeza de los científicos del Conacyt sin haberles probado delito alguno hasta la fecha.
Si esa es la política de Morena y sus gobernantes, ¿podremos esperar que cambie la suerte de los habitantes de esta ciudad? Es verdaderamente difícil. Sin embargo, los nueve alcaldes de la oposición representan la posibilidad de un cambio en la Ciudad de México, a condición que no rindan sus banderas y vayan de la mano con las demandas de los habitantes, que no son pocos, en sus respectivas alcaldías: Azcapotzalco, Cuajimalpa, Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo, Magdalena Contreras, Tlalpan, Benito Juárez, Coyoacán y Cuauhtémoc, enclavada en el mero Centro Histórico de la ciudad. Tendrán que exigir tanto al gobierno capitalino, a Claudia Sheinbaum, quién pretende “gobernar" a todos los mexicanos, como al gobierno federal los recursos indispensables, para resolver los muchos problemas de servicios: agua potable; resolver el problema de las inundaciones; ordenamiento y reconocimiento de las zonas irregulares; exigirle al gobierno capitalino resuelva la falta de vivienda; transporte eficiente, seguro y barato; combate a fondo a la inseguridad; justo castigo a los culpables comprobados del desplome de la Línea 12 del Metro que nos dejó 27 muertos; entre otros problemas que urge que se resuelvan. Así la recomposición de las fuerzas políticas en la ciudad y lo que viene. El tiempo dirá.
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