MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Deuda pendiente con Ayotzinapa

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Este año se cumplió el noveno aniversario de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos”; mejor conocidos como los 43 de Ayotzinapa, suceso que causó indignación a nivel internacional y por el que un gran número de organizaciones pidieron justicia.

Nueve años después, el caso parece haber quedado como neblina en la memoria de las autoridades gubernamentales, como si se tratase de una pesadilla borrosa de la que se tiene razón, pero que se decide ignorar.

La tarea de investigar fue duramente exigida al entonces presidente, Enrique Peña Nieto, a quien se demandó recibir personalmente a las víctimas y sus familiares, para así establecer un compromiso de Estado que reestructurara la investigación oficial e impulsara la búsqueda de los estudiantes.

Tal búsqueda se guiaría con las recomendaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), pero la situación no fue resuelta. Aquel sexenio dio fin entonces con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, quien se comprometió a mejorar las condiciones del país y cuyos resultados ahora dejan mucho que desear.

Este año, luego de que el GIEI dio por finalizada su estadía en México para investigar la desaparición en septiembre de 2014 de los 43 normalistas, y aseguró que hubo información retenida por parte del Ejército Mexicano, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó al mismo GIEI de “administrar el dolor” de los padres y familiares de los 43, afirmando que el Ejército mexicano ya había entregado toda la información sobre el caso.

Lo cierto es que nueve años después, las familias siguen pidiendo que se resuelva el caso, pidiendo al menos los restos de sus seres amados. Desde la Presidencia sólo se discute contra las estancias investigadoras, pero nunca para solucionar este asunto, ya en archivo, como uno más de los pendientes. Alegando que es algo que se revisa, algo en lo que se trabaja, pero no hay resolución, ni siquiera cuando los gobiernos actuales son de Morena.

Ayotzinapa no olvida; el pueblo se cansa y comienza a pedir rendición de cuentas. Por eso Morena debe comenzar a pensar seriamente si puede con México un sexenio más.

Morena prometió ser un partido diferente; un partido en el que la gente encontraría la representación popular que tanto se ha anhelado en México. Supo utilizar la desesperación del pueblo por un cambio y convirtió el partido en una marca de la que todos los mexicanos se colgaron esperando un salvavidas a su naufragio.

En el ámbito local, la administración morenista ha sido una burla; en la silla estatal no podemos decir más de lo que por sí sola ha demostrado. Sin ser del estado de Guerrero, miles de mexicanos saben que este partido dio rienda suelta al crimen organizado y ahora los ciudadanos pagan las consecuencias.

Dos sexenios no dieron resultados, por lo que el próximo debería ser analizado seriamente, considerando la indiferencia mostrada por la candidata a la presidencia morenista sobre la muerte de 26 personas en el metro de la Ciudad de México y de la que sólo se lavó las manos cuando se pidieron cuentas. El derecho a la verdad es negado constantemente por esta administración y la tarea quedará pendiente para el próximo presidente de la república.

Ayotzinapa no olvida; el pueblo se cansa y comienza a pedir rendición de cuentas. Morena debe comenzar a pensar seriamente si puede con México un sexenio más; lo digo por su falta de compromiso con el pueblo y por la infinita cantidad de desastres que sigue generando a nivel nacional.

Los mexicanos deben comenzar a preguntarse si vale la pena continuar con un partido que recicla la basura de otros partidos y la mantiene dentro, porque las elecciones están cerca. Los antorchistas llamamos a un análisis profundo para no seguir pidiendo cuentas como en el caso Ayotzinapa, que tampoco esta administración pudo resolver a pesar de ser “La esperanza de México”.

El llamado se hace desde ahora: miremos hacia otro lado; a una lucha colectiva, organizada y educada en la que el pueblo tome el poder, pero en serio, no como el atole que ofreció AMLO hace cinco años.

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