MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dichos y hechos 

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De los muchos problemas que padece México, como la inseguridad, el pésimo servicio de salud, el deterioro de la educación, el desempleo, la corrupción y muchos otros, la pobreza es, sin duda, el principal problema de nuestra patria. 

Mientras no se combata con una política social del Gobierno federal y no se tomen las medidas correctas, el número de pobres seguirá creciendo. Si no se atiende este flagelo, no podemos hablar de una verdadera prosperidad social, si millones de ciudadanos no tienen ingresos suficientes ni para los tres alimentos diarios.

A pesar de lo que se pudiera pensar, los recursos dedicados al gasto social en los primeros tres años del actual gobierno son menores a los aplicados en el gobierno de Enrique Peña Nieto. 

Además, los programas sociales de Andrés Manuel López Obrador no tienen la intención de mejorar una distribución más justa de los recursos públicos, que sirvan para atender a la población más desprotegida, por lo que no tienen como meta disminuir y mucho menos erradicar la pobreza. Y sin hacer un gran esfuerzo, es evidente que están hechos para sostener la popularidad de López Obrador y mantener una firme base electoral lista para votar por los candidatos de morena.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), determinó que el 43.9 por ciento de la población; es decir, 55.7 millones de mexicanos, se encuentran en situación de pobreza. Por lo que el número de pobres se incrementó en 3.8 millones del 2018 al 2020.

De los seis indicadores de carencias sociales que mide el Coneval (servicios de salud, seguridad social, calidad de la vivienda, servicios básicos y alimentación), la mitad empeoraron: la población en pobreza alimentaria pasó de 27.5 a 29.6 millones; el rezago educativo pasó de 23.5 a 24.4 millones y los mexicanos que no tuvieron acceso a los servicios de salud pasó de 20.1 a 35.7 millones.

Los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020 (ENIGH), del Inegi, contradicen al presidente cuando afirma que 7 de cada 10 hogares reciben recursos de al menos un programa social. En 2016, el 67 por ciento de los hogares en pobreza extrema declaraba recibir al menos un programa social. En 2020 ese porcentaje cayó al 43 por ciento.

La población en pobreza general pasó de 49.9 por ciento en 2018 a 52.8 por ciento en 2020 y la pobreza extrema, de 14 por ciento a 17.2 por ciento.

Estos datos, publicados por organismos del Gobierno federal, nos dicen que los programas sociales actuales han fallado, el deterioro en la nutrición de millones de niños se asocia a la eliminación del programa Prospera que daba apoyos monetarios a cerca de siete millones de familias, hasta por tres mil pesos mensuales, además de complementos alimenticios. En su lugar aparecen las becas para el Bienestar Benito Juárez, que solo otorga 800 pesos mensuales a cada familia, sin tomar en cuenta la cantidad de hijos.

Hoy el número de mexicanos con acceso a los servicios de salud ha disminuido, el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), no logró superar al Seguro Popular que en 2018 ofrecía cobertura a 53.5 millones de personas, cubría 670 medicamentos y 294 intervenciones quirúrgicas.

Las condiciones de vida de millones de mexicanos han empeorado, los más pobres han llevado la peor parte, el gobierno morenista no ha reconocido sus errores y por lo tanto evaluar sus resultados negativos, para poder corregir las estrategias de combate a la pobreza, sus programas son un desastre, con padrones de beneficiarios que no son confiables, sin metas definidas nos demuestra que no tiene la intención de implementar una verdadera política social integral.

López Obrador, ha manejado el presupuesto nacional para sus grandes proyectos, en lugar de enfocar programas bien dirigidos, para romper el círculo vicioso de la pobreza, ha sido un maestro en la manipulación de las esperanzas del pueblo mexicano, encubriendo su falta de atención a los más pobres con un discurso para hacerse de una imagen popular y repetir una y otra vez que está con los más pobres, pero nunca habla de metas claras de cómo mejorar la suerte de los marginados.

Grandes pensadores lo han dicho y la vida nos lo recuerda en cada oportunidad, los verdaderos cambios sociales no los debemos esperar de los gobernantes en turno sino de la participación organizada del pueblo, mientras más articulada y número sea, tendrá más posibilidades de influir en la solución de los grandes problemas nacionales.

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