Todo lo existente sufre constantes cambios cada segundo, la vida misma es efímera, pasajera, nuestro paso por la vida es corto comparado con la edad de las estrellas, los planetas y otros elementos presentes en el universo.
El hombre tiene muy claro esto, por eso, es su afán desesperado, trata de eternizar lo bello para que su contemplación le dé un soplo de vida. Como parte de esta eternización de lo bello el hombre ha volcado sus anhelos, inquietudes, desamor, esperanzas, incluso sinsabores, en la creación de obras de arte para que tanto él como futuras generaciones se deleiten al contemplarlas.
Una obra de arte puede producir en los seres humanos alegría, tristeza, coraje, muchos sentimientos que se entrelazan para hacernos sentir vivos ante su belleza.
Justamente la tristeza y coraje son los sentimientos que se entremezclan en la puesta en escena de “La fiera del Ajusco”, presentada por el Grupo de Teatro Popular Moliere, integrado en su mayoría por habitantes del predio Buena Suerte en Tláhuac: obreros, amas de casa, comerciantes y estudiantes, quienes han sabido acomodar su apretada agenda de actividades para dar un espacio a la práctica de arte, arte antorchista, arte de calidad.
En esta puesta en escena se recrea la historia verídica ocurrida el 9 de agosto de 1982 en el cerro del Ajusco, de un mujer de nombre Elvira, abusada en todos los sentidos por la sociedad, víctima de la miseria y marginación, sentenciada por la misma sociedad y las autoridades a 40 años de prisión por haber asesinado en un arranque de locura y de nervios a sus cuatro hijos por no contar con recursos para darles de comer. Elvira pidió auxilio a gritos y en silencio a todos los que la rodeaban, gritó desde lo más profundo de su alma para ser escuchada. Nadie la ayudó, las puertas y oídos de estos seres humanos permanecieron cerradas.
Esta obra encierra una cruda crítica social que demuestra lo injusto de este sistema rapaz en el que vivimos, el capitalismo, que empobrece a los seres humanos al grado de la locura para luego acusarlos sin piedad, como ocurrió con Elvira, una joven madre abandonada a su suerte justo con sus hijos.
Antorcha sabe la importancia del arte, la importancia que tiene que todos los mexicanos practiquen, arte, porque el arte transforma y crea seres humanos más conscientes e inteligentes, por eso a los largo de 49 años que tiene la existencia, se ha dado a la tarea de llevar arte hasta los lugares más recónditos de la república mexicana y los resultados como el mencionado renglones más arriba son exitosos.
En esta ocasión no podía quedarse atrás, por eso se llevó a cabo el XXII Encuentro Nacional de Teatro, realizado en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, con la participación de 20 obras que durante tres días deleitaron a los presentes.
Estamos seguros de que los integrantes del Grupo de Teatro Moliere están logrando una transformación muy importante en ellos mismos. Ojalá continúen por ese camino.
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