En México como en todo el mundo, el tema del agua es una constante preocupación; en el estado de Michoacán, a pesar de que cuenta con importantes áreas de recarga y variados ecosistemas, se incrementa paulatinamente el “stress hídrico”, lo que reafirma la aseveración hecha por muchos de que el problema del agua no es sólo de su cantidad, sino de su calidad y distribución. En particular la distribución desigual hacia los distintos sectores y grupos sociales, la clara orientación privatizadora que se está haciendo del manejo del recurso pone a grandes grupos sociales en condiciones de escasez de agua y mala calidad de la misma.
En una de mis colaboraciones anteriores puse de manifiesto que en la capital michoacana la distribución del agua es desigual y afirmé que los asentamientos irregulares son los que más sufren por este aspecto, pero no solo ellos, también están las colonias que ya recibían su agua pero que a últimos meses con la escases se ha vuelto un tema que causa graves conflictos por el agua entre sus habitantes.
Así mismo, previendo futuras presiones sobre el recurso por los desarrollos urbanos y demandas productivas se presentan contiendas políticas por su control entre grupos privados y con los organismos federales y estatales de control. Todo ello, con efectos sobre la disponibilidad y calidad del agua que reciben (o no reciben) los habitantes de las poblaciones y colonias afectadas.
Con más de 4 millones de habitantes, el estado ocupa el quinto lugar nacional de pobreza, tiene 113 municipios, con 9 mil 490 localidades rurales, el 11.4% de la población habita en viviendas sin servicios sanitarios ni drenaje; el 10% no cuenta con agua entubada y de acuerdo con el Índice de Marginación estimado por CONAPO, Michoacán presenta un nivel “Alto” de marginación, ubicándose en el lugar 23 entre los estados del país.
En Morelia, este problema afecta a gran parte de la población, pues al no distribuirse el agua para todos los morelianos se propicia a grandes problemas como la insalubridad en los hogares. La falta de infraestructura de saneamiento, parcial cobertura del alcantarillado, el uso de fosas sépticas y letrinas que afectan los acuíferos, y aún el fecalismo al aire libre que provocan escurrimientos con alto contenido orgánico y un estado de insalubridad en las casi 100 colonias de la capital.
Sin embargo, ante este panorama poco se dice acerca de las prioridades para abastecer al sector privado, estos problemas son responsabilidad del gobierno en turno y son el resultado de la nula planeación del manejo, la distribución y el uso del agua, destrucción de ecosistemas completos para construir hoteles, centros turísticos y nuevos centros urbanos, deforestación brutal y la tala legal e ilegal de bosques, desperdicio de agua por malas prácticas de riego, conducción por canales de tierra que pierden el 50 por ciento de su caudal por infiltración, tuberías rotas o desarticuladas, entre otras que vienen ocurriendo desde hace más de un siglo y que ahora son toleradas por el gobierno de la 4T, cuyas medidas de contención hablan más de un gobierno que solo trata de salir bien librado de la crisis, pero sin atacar de fondo el problema, por lo que la única solución está en que el pueblo organizado exija un plan hídrico nacional integral, que se ponga a salvo de nuevas crisis de una vez por todas, situación que es responsabilidad de todos los mexicanos y que hay que cumplirla sin falta.
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