MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Día Internacional de la Mujer y el movimiento feminista

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El  Día Internacional de la Mujer que hoy se celebra, fue fruto de la iniciativa de una mujer, la destacada luchadora socialista Klara Zetkin, que lo propuso y logró poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. Su bandera fundamental era el voto para la mujer, convencida de que, con ello, aumentaban seriamente las posibilidades de que los trabajadores se hicieran con el poder del Estado por la vía democrática del sufragio.

Hoy, el voto femenino es una realidad en todo el mundo; gracias a él, la situación social de la mujer es mucho mejor que antes de la iniciativa de Klara Zetkin, pero no ha sido la solución definitiva a sus problemas, como lo comprobamos hoy. Es escalofriante saber que siete de cada 10 mujeres mayores de 15 años en México han sido víctimas de violencia machista; la violencia en contra de las mujeres crece 4% en cinco años, según el Inegi. El organismo destaca que el aumento es estadísticamente significativo.

La Revolución de Octubre, en Rusia, comenzó con la rebelión que tuvo lugar entre el 23 y el 27 de febrero de 1917, que culminó con la caída del zar Nicolás II y la instauración de un gobierno provisional. Esta rebelión inició con la huelga y una gran marcha de las obreras rusas con motivo, precisamente, del Día de la Mujer (el 23 de febrero en el calendario ruso de entonces equivale al 8 de marzo del calendario occidental). Las trabajadoras rusas se echaron a la calle desafiando el poder de la monarquía zarista y en contra de la opinión del propio partido de Lenin. Su audacia y su valor se contagiaron rápidamente a los obreros y soldados, y juntos formaron la poderosa ola que hizo saltar el viejo trono de los Romanov. Ambos ejemplos prueban,  que el movimiento feminista solo puede dar frutos valiosos si se concibe como parte integrante de la lucha de todo el pueblo. ¿Acaso no son también problemas de las mujeres la falta de empleo, lo bajos salarios, los pésimos servicios de salud, que por cierto en nuestro municipio Simojovel de Allende, debemos acudir hasta la capital del Estado;  la falta de vivienda, la carestía del gas, el agua, la electricidad?

Al dar este paso, el feminismo excluye automáticamente a la mujer de clase alta, esto es verdad;  pero también es verdad que ese sector no se hallará nunca en la primera fila del combate por razones obvias. A cambio de esa pequeña pérdida, ganará la simpatía de todo el pueblo.

La lucha feminista como guerra de los sexos no tiene futuro. Los aduladores baratos dicen que sin la mujer no hay vida y la sociedad misma dejaría de existir; no reparan en que tampoco habría vida sin los hombres, puesto que la mujer no puede fecundarse sola. ¿A que viene entonces esa necia discusión sobre cuál de los dos sexos es más importante? Si hombres y mujeres se ven como trabajadores, se darán cuenta de inmediato que tienen muchos problemas en común y que deben unirse en un solo frente de lucha.

El programa actual de las mujeres en lucha presenta dos flancos débiles evidentes: la ausencia de demandas de carácter económico-social que las aísla de las masas populares, y su feminismo fundamentalista que excluye radicalmente a los hombres, como si ellos fueran el enemigo a vencer.

Aunque es verdad que son hombres sus eventuales agresores, incluir a todos en esta categoría es una generalización carente de sustento que las lleva a prescindir de un aliado natural poderoso en la lucha por su emancipación. ¿Por qué no enriquecer su programa con las demandas de la mujer del pueblo, y por qué no exigir a los hombres que abandonen su cómoda posición de aplaudidores y de partidarios platónicos de su lucha para lanzarse con ellas a la calle a conquistar un mundo mejor para todos? Ambas mitades de la humanidad saldrían ganando. 

Por ello, reitero mi invitación a las maestras, madres de Chiapas y alumnas a que unamos esfuerzos junto con nuestros compañeros hombres para cumplir con nuestro papel histórico de formar hombres y mujeres al servicio de nuestro nuestro municipio, nuestro estado y, como consecuencia, nuestra nación en un sentido humanista y sensible a los problemas del pueblo trabajador.

 

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