El discurso del actual gobierno tiene varios ejes que considera su deber principal con los ciudadanos, el primero de ellos es el combate a la corrupción, pero lo reduce simplemente, a la denuncia y persecución de quienes cometieron fraude y otros delitos semejantes en las administraciones pasadas. Por esta razón, le han cargado la mano a algunos personajes, unos cuantos están presos, otros los mantienen con procesos judiciales abiertos, y todo esto asociado a un fuerte despliegue en medios para difundir estas acciones, para aparentar una lucha anticorrupción en toda la línea.
Dedicarse en serio a atacar las verdaderas causas del delito y la corrupción, es algo mucho más complejo, no debemos perder de vista que estamos en una sociedad capitalista, que tiene como base la creación de riqueza que es materializada en mercancías nuevas, que se logra con la explotación de la fuerza de trabajo por parte de la burguesía. Esta enorme producción de mercancías, necesitan ser consumidas, compradas por la sociedad; no se pueden mantener para siempre en las bodegas, por lo que, sin darnos cuenta, nos obligan a consumir por medio de fuertes campañas publicitarias todo tipo de bienes, algunos necesarios, pero otros no tanto, sin darse cuenta condicionan a consumir. Por lo que el afán de poseer bienes a como dé lugar lleva a cometer toda clase de ilícitos.
Con el actual gobierno la pobreza extrema se ha extendido, la falta de servicios básicos en los centros urbanos y en el campo está totalmente olvidado; la creación de fuentes de trabajo bien remunerado es un tema pendiente no solo de este gobierno; la carencia de una educación de excelencia que se demuestra en la falta de infraestructura, de mantenimiento de instalaciones y en una mejora sustancial en las condiciones laborales del personal; la mala o nula atención a los problemas de salud de las mayorías, falta de medicamentos, la suspensión de tratamientos, y el pésimo trabajo de los responsables de la pandemia que ha costado la vida a cientos de miles de mexicanos, etc., la 4T debería enfocarse a estos males y dejarse de demagogia y de provocar escándalo con sus denuncias a corruptos famosos con el propósito de distraer la atención del público a los verdaderos problemas de nuestro país.
Se debe perseguir y castigar a los culpables; pero reducirse sólo a eso último con total abandono de los demás problemas, es atacar el efecto y no la causa; es querer aparecer como funcionario honesto e incorruptible a muy bajo costo, mientras se agravan las causas de fondo de la descomposición social.
El segundo eje del Gobierno morenista es controlar y cuando lo amerite atacar a comunicadores y medios de comunicación que no se sometan a las políticas de gobierno, esto no tiene otro nombre que coartar la libertad de expresión, impedir que los medios denuncien los crímenes y las corruptelas de los poderosos, tanto del gobierno como de cualquier ciudadano que afecte con su conducta a la sociedad, un gobierno que presume de demócrata debe ser un defensor de la libertad de expresión. El asunto es grave porque el país se dirige a un estado arbitrario, que pisotea el estado de derecho, no lo debemos de permitir, porque es el primer paso a un gobierno autoritario.
Y por último, el ataque sistemático contra el derecho a organizarse, López Obrador es un enemigo acérrimo de las organizaciones de la sociedad civil y de las organizaciones sociales y políticas, que juegan un papel fundamental para crear un contrapeso contra un gobierno autoritario, que sirva también de válvula de escape al descontento social, que le permite a los ciudadanos organizados ser escuchados y ser tomados en cuenta, el gobierno debe entender que no se trata de "tolerar" sino de apoyar e impulsar el esfuerzo de la sociedad organizada, como la vía pacífica y legal del descontento popular.
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