Por diversos medios los mexicanos con indignación escuchamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo con mal humor "¡Al carajo!” cuando en su conferencia de las mañanas, le preguntaron por qué no ha ido a la zona del desastre de la línea 12 del metro de la Ciudad de México. Columnistas sostienen que la realidad es que el Presidente teme al reclamo de sus "pobres”, los que piensa haber comprado con los programas sociales paternalistas pero a quienes la negligencia de su gobierno mata, abandonando instalaciones estratégicas en zonas populares, como la Línea 12. Y dejando sin medicinas los hospitales, complicando la recuperación de los sobrevivientes.
La actitud del mandatario federal ante la tragedia demuestra que más que la pérdida de vidas y personas que quedaron con su cuerpo y movilidad destruida, al gobierno de AMLO lo que más le preocupa es la repercusión que pueda tener en las elecciones del próximo 6 de junio, y por eso se negó groseramente a ir a la zona de desastre. Los mismos periodistas aseguran que el desplome en el Sistema de Transporte Colectivo de la CDMX que quitó la vida a 26 personas y dejó decenas de heridos, es resultado de un catálogo de mal gobierno que ha tenido la capital los últimos 20 años.
Por su parte líderes de organizaciones sociales y analistas serios, sostienen que el colapso de la línea 12 es consecuencia del mal gobierno de Morena. Afirman que las imágenes de vagones del metro colapsados y del dolor de la gente que perdió a sus seres queridos simbolizan al México de la autodenominada Cuarta Transformación, pues suman este accidente a otras tragedias que se pudieron haber evitado como el mal manejo de la pandemia, las inundaciones de Tabasco por falta de inversión en infraestructura, entre otros todo por la “austeridad republicana”.
Por fortuna la indignación del pueblo de México va dirigida contra el verdadero culpable del accidente en la línea 12 de la Ciudad de México, considerado como uno de los peores accidentes de Metro del mundo que cobró la vida de 26 personas y 80 heridos de gravedad. Un sondeo divulgado por la Casa Encuestadora Gabinete de Comunicación Estratégica el miércoles 5 de mayo dice que 8 de cada 10 mexicanos piensan que el accidente de la línea 12 fue negligencia, el 82.7% de los mexicanos considera que la tragedia del metro capitalino fue por una negligencia de las autoridades.
Asimismo, abundan análisis que dejan claro de que la negligencia y la inacción de los funcionarios del Sistema de Transporte Colectivo de la CDMX tienen una explicación de fondo. Un problema que no está en sus manos remediar que es la aguda escasez de fondos a causa de los severos recortes presupuestales ordenados por el presidente López Obrador a todas las dependencias y secretarías del Gobierno federal y en los gobiernos de los Estados para ahorrar.
Hay que ahorrar dice el presidente, hay que renunciar a los lujos y despilfarros de antes, hay que ajustarse a la austeridad republicana, ir a la lucha sin cuartel contra la corrupción, promesas de su campaña que quiere cumplir al costo que sea. Y aquí estamos todos muy republicanos muy austeros y limpios de corrupción, al menos esto segura el presidente, pero sin crecimiento económico, sin empleos sin salarios y sin ingresos suficientes para las familias, sin Seguro Popular y sin Insabi, pero con más de 600,000 muertos y millones de infectados con Covid-19, según cifras extraoficiales. Estamos sin medicinas y sin vacunas para la primera infancia, sin guarderías ni albergues para mujeres violentadas, sin obra pública para pueblos y colonias, con la delincuencia desatada y a todo esto tenemos que sumar ahora 26 muertes de trabajadores hombres y mujeres humildes que volvían de su trabajo en la línea 12.
Los hechos hablan por sí solos. Ya no hay lugar a duda de que la fuente de nuestros problemas es el mal Gobierno de Morena y su presidente, que no corrige nada, ni hace ni hará caso a nadie jamás para nada. Un presidente así, la ley y el derecho son papel remojado y el único remedio sensato y eficaz es retirarle el poder que le prestamos temporalmente con nuestro voto. Ese poder es propiedad irrenunciable del pueblo, es él el que lo delega por tiempo limitado al gobernante que elige para que le sirva, pero si éste no lo hace así, sí no honra su compromiso como es el caso del actual mandatario federal, el pueblo debe recuperar su poder y otorgarlo a otro que si cumpla la encomienda.
El próximo 6 de junio es la oportunidad decisiva para recuperar y ejercer con toda libertad el poder y la soberanía popular y no debemos desaprovecharla. Esa es la razón de ser de toda democracia que se respete a sí misma, recuperar nuestro poder, nuestra libertad y nuestra soberanía mediante nuestro voto en el próximo proceso electoral, esa es la tarea del momento y no otra. No olvidemos esto a la hora de hallarnos frente a la urna. ¡Pongamos alto al mal gobierno de Morena!
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