Hace un par de días circuló en las redes sociales un video que causó consternación y rabia en la opinión pública nacional, a través del cual familias humildes del ejido Nueva Victoria del municipio de San Fernando, Chiapas, exigieron justicia al Gobierno federal luego de que fueran amenazados con eliminarlos del padrón de beneficiarios de los programas Sembrando Vida y de adultos mayores, si el pasado 10 de abril no salían a votar a favor de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la consulta de revocación de mandato promovida por él mismo.
Ese video, con testimonios en vivo de las víctimas indirectas de quienes fallecieron en un accidente cuando un operador de Morena y AMLO los llevaba a votar bajo amenaza, es fiel evidencia de cómo se las gasta el falso mesías y su partido, Morena, para imponer su trasnochada y fallida Cuarta Transformación, valido de la ignorancia, de las necesidades y del sufrimiento de los más pobres, a quienes prometió defenderlos, a capa y espada, de la corrupción y del abuso de las anteriores autoridades, pero ahora él es el abusador.
En el audiovisual se aprecia la crudeza del sufrimiento por el dolor y el coraje de la hija de una de las personas fallecidas, quien exige: “…queremos justicia, por la política, mi madre está muerta, si supieran del dolor que tenemos. Dijeron que se harían cargo de todo, pa´ lo que mandaron 15 pollos, 6 kilos de arroz y 3 kilos de maseca, ¿Qué vamos a hacer con eso?”; lastimosamente, esa fue la gran ayuda que le brindaron los funcionarios de la 4T a los familiares de los tres fallecidos y los ocho heridos que actualmente se debaten entre la vida y la muerte derivado del lamentable accidente ocurrido el pasado 10 de abril.
Este calvario, que se refleja mediante el dolor e impotencia de quienes son víctimas de este trágico acontecimiento que padecen las familias afectadas, es sólo un reflejo de muchas injusticias que a diario se cometen en el país con la bandera de Morena y a nombre de López Obrador.
A esto se adjunta un cúmulo de injusticias que enfrentan los mexicanos más vulnerables, en sus comunidades y colonias populares, ya que muchas de esas personas no tienen vivienda, agua potable, alumbrado público, sus calles son un verdadero basurero porque hasta allá no llegan los servicios públicos a los que tienen derecho, y lo peor es que los salarios son de hambre, ya que apenas les alcanza para mal comer. Esta es la suerte que aguantan cerca de 55.7 millones de mexicanos.
Vivimos en un país tan desigual que sólo 10 empresarios mexicanos cuentan con más riqueza de lo que gana más de la mitad de la población. Y, desafortunadamente, a pesar de que México es la décimo sexta economía más grande del mundo, los pobres no saben si reír o llorar, porque sus bolsillos siguen vacíos mientras saben que los mexicanos son los que más horas trabajan en América Latina; trabajan durante más tiempo y ganan menos de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La realidad es terrible y el futuro es incierto, porque el Estado mexicano no protege los derechos laborales de los trabajadores como lo debiera hacer, tampoco garantiza los derechos sociales, y en los cuatro años del gobierno de López Obrador, no se han registrado resultados positivos del cambio radical que tanto criticó. Sólo hemos visto desaciertos e incompetencia de la 4T.
Alguna vez López Obrador denunció enfáticamente que el viejo PRI usó los programas sociales, cuando estaba en el Gobierno federal, a su antojo, y que esos apoyos que se ofrecían a la gente les permitían concentrar mucho capital político, es decir, ya maiceados podían manipular mejor a la gente necesitada.
Pero, qué sorpresas de la vida, López Obrador aprendió bien de su viejo partido en el que militó muchísimos años, pues resulta que ahora el Presidente de la 4T, luego de desmantelar varios programas sociales que en algo beneficiaron a los mexicanos, principalmente a los más necesitados, canalizó esos recursos hacia polémicas mega obras como el Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería en Dos Bocas; por otro lado, repartió tarjetas de transferencia monetaria para regalarle dinero a la gente mediante programas sociales asistencialistas a fin de tener bien controlada y para que todos estén a la merced y órdenes del señor presidente.
Ese es el precio que los pobres deben de pagar para que no les quiten las dádivas electoreras, mientras los servidores de la 4T juegan con las necesidades de los desamparados, sin importarles las trágicas consecuencias como sucedió en Chiapas.
Ahora quién calmará el sufrimiento de estas personas de la comunidad Nueva Victoria, principalmente a los familiares de los tres fallecidos, quienes se han pronunciado ofendidos con la supuesta ayuda que recibirán para aminorar su dolor. Mientras que, por otro lado, los ocho lesionados de gravedad quién sabe si algún día estén en condiciones de trabajar de nuevo en sus parcelas para ganarse la vida, porque con Sembrado Vida y otros programas del Gobierno federal, ya se sabe cuál es el precio para acceder a ellos.
Cuatro años, tiempo suficiente para que el pueblo se quite las vendas de los ojos y no se deje llevar por los cantos de sirena. Ya es hora de analizar y evaluar la administración de López Obrador y su transformación de cuarta, que a poco más de la mitad de su gobierno no ha transformado al país; en su campaña ofreció que, por el bien de México, primero se atendería a los pobres, que ya no habría más desigualdad e injusticia, que los salarios alcanzan para satisfacer las necesidades básicas del hogar, promesas que se disiparon junto con la confianza del pueblo.
Los antorchistas, como hermanos de clase que somos, nos solidarizamos y nos unimos al dolor y también para pedir justicia a las familias, víctimas del mezquino actuar de la 4T. Los mexicanos no debemos dejarnos adormecer por las mentiras y adulación de López Obrador, cuando dice que el pueblo es bueno y sabio no debemos renunciar a la lucha por una vida más digna y justa.
No podemos ser conformistas, esa es la consigna que pregonan los enemigos del progreso, que el pueblo esté bien, pero en su pobreza y sufrimiento. Rechacemos cualquier clase de planteamientos que condenen a los pobres a la servidumbre, hay que tener claro que AMLO y Morena no son de izquierda, no nos engañemos.
Urge que el pueblo se libre de las cadenas que los tiene atados y cegados, y decidirnos a luchar para crear una gran fuerza social popular imparable capaz de gobernar el país, sólo así podremos acabar con los lastres al que hemos sido sometidos.
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