MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El “primer piso” de la 4T en materia educativa

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El sexenio de AMLO está por concluir. Los mexicanos seremos testigos de la construcción del segundo piso de la 4T, aunque nadie nos haya explicado en qué consistió el primero.

La realidad, terca a más no poder, indica que ni los cimientos se antojan sólidos para resistir ya no el “primer piso”, mucho menos el segundo, que tampoco se nos dice en concreto en qué consistirá. Hasta ahora, todo parece indicar que será más de lo mismo.

Hoy que está por terminar el ciclo escolar 2023-2024, conviene hacer un recuento de algunos aspectos que en materia educativa forman parte de los tabiques con que se construyó (¿?) el primer piso y que, de no corregirse durante el segundo mandato de la cuarta transformación, terminarán por hundir al país.

El Gobierno de la 4T no sólo no ha favorecido el ingreso y la permanencia de los estudiantes de nivel básico en sus escuelas, sino que su política educativa ha hecho retroceder la educación de manera preocupante.

No hay que perder de vista que la educación es uno de los pilares fundamentales para garantizar el desarrollo económico, tecnológico y social de cualquier país, pues es esta la única que puede garantizarnos desarrollo científico y tecnológico y, en consecuencia, independencia económica y la posibilidad de generar mayor riqueza nacional para tener que repartir.

Pareciera que la política educativa del Gobierno de “primero los pobres” se empeña en seguir deteriorando la calidad de la educación que ya era, en el pasado, bastante deplorable.

Con base en estas consideraciones, llama la atención la publicación de una nota en el diario El Universal del pasado miércoles 26 de junio de los corrientes, que aporta datos preocupantes en torno al deterioro de la educación a nivel básico. 

Encabezando la nota que firma la periodista María Cabadas se asegura que un millón de niños abandonaron la educación básica. Se agrega que “la deserción escolar creció de 2019 a 2023; expertos consideran que además de la pandemia, otro factor fue el descuido del aprendizaje en las políticas de gobierno”.

Más adelante, se afirma que en los últimos cuatro ciclos escolares de 2019 a 2023 (ya en la administración de Andrés Manuel López Obrador, agrego yo), la matrícula en educación básica sufrió una baja de 1 millón 144 mil estudiantes:

“De acuerdo con estadísticas de la SEP, la disminución más severa fue a nivel primaria, pues el ciclo escolar 2019-2020 inició con una matrícula de 13 millones 862 mil 321 y bajó a 13 millones 345 mil 969, es decir, 516 mil 352 estudiantes menos. Le siguió el nivel preescolar que pasó de 4 millones 734 mil 627 a 4 millones 334 mil 938 en el mismo lapso. En educación inicial cayó en 217 mil 391 alumnos y en educación secundaria la pérdida fue de más de 196 mil estudiantes”.

María Teresa Gutiérrez, Directora de Monitoreo de Indicadores en Mexicanos Primero, explica en Vanguardia “que si bien la pandemia de covid-19 generó la desafiliación (léase deserción) de cientos de estudiantes, la baja continúa porque se están haciendo menos atractivos los niveles educativos y por la entrega de becas”:

Agrega que:

“… estamos haciendo menos atractivos estos niveles educativos al flexibilizar las políticas de evaluación. Para ingresar a la primaria ya no es necesario acudir al preescolar; entonces, se está perdiendo el interés en este sentido. Pero yo creo que uno de los factores principales, y el que pondré como factor principal, es que la política educativa durante este sexenio se orientó principalmente a la dotación de becas sin ningún seguimiento que garantice que niños y adolescentes se encuentren en las aulas.

Muchas de estas becas ya existían en sexenios anteriores, aunque estaban ligadas a esquemas muy claros de corresponsabilidad, que eran los que se daban a través de los programas Progresa y Oportunidades […] Los padres y madres de familia tenían la obligación de llevar a sus hijos a la escuela y de cumplir con otra serie de requisitos. Uno era acudir a los centros de salud, acudir a pláticas que generaba cierta afiliación de los padres de familia para que mantuvieran a sus hijos en la escuela”.

De acuerdo con el portal del Gobierno de México “Programas para el Bienestar”, “las Becas Benito Juárez para la educación básica, es uno de los programas que impulsa el Gobierno de la Cuarta Transformación a través del cual se otorga un apoyo económico de 920 pesos mensuales a familias con niñas, niños y/o adolescentes inscritos en planteles de educación inicial, preescolar, primaria o secundaria del sector público”.

Conviene destacar aquí el cuidado que se tiene de no mencionar que sólo se otorga una beca por familia y no una por cada niño, como ocurría en sexenios anteriores. Señala además, que el objetivo primordial de esta beca es “fomentar” (nótese la ambigüedad e imprecisión, no “garantizar”) que las y los menores de edad que viven en condiciones de desigualdad social o económica “permanezcan y concluyan sus estudios”.

La pregunta obligada se impone: ¿entonces por qué la deserción escolar a nivel básico tan escandalosa y preocupante? ¿Es así como el Gobierno de México garantiza lo que alardea en su discurso?

Aunque se reconoce expresamente que es necesario que el Estado impulse una serie de medidas para favorecer el ingreso y la permanencia en el sistema educativo de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, no se especifica ninguna de esas medidas.

Como lo muestra la realidad nacional y los datos oficiales en cuanto a deserción escolar, el Gobierno de la 4T no sólo no ha favorecido el ingreso y la permanencia de los estudiantes de nivel básico en sus escuelas, sino que su política educativa ha hecho retroceder la educación de manera preocupante al desaparecer las escuelas de tiempo completo, reducir el apoyo a solo una beca por familia y modificar los programas educativos no siempre para mejorarlos.

Llama además la atención que los requisitos y criterios para recibir el beneficio de una beca sean poco claros e incluso ambiguos en algunos puntos, por ejemplo, al señalar que “si las niñas, niños o adolescentes no estudian en alguna escuela clasificada como prioritaria, la familia podrá ser parte del programa solo si tiene bajos ingresos. Esta estimación se realiza con base en la aplicación de un cuestionario”.

Lo que ya no dicen las reglas de operación del programa es que son los “servidores de la nación” los que “aplican” el cuestionario y son ellos los que deciden a quién sí y a quién no favorecerán con el programa.

En relación con el Programa “La Escuela es Nuestra”, que se supone está estrechamente relacionado con la infraestructura educativa y cuyo objetivo primordial es la “dignificación de los planteles educativos del sector público” a través del equipamiento, la construcción y mantenimiento de los centros educativos, por la vía de otorgarle a cada plantel educativo entre 200 y 600 mil pesos de acuerdo con el número de estudiantes que registre la matrícula de cada escuela; conviene repasar datos recientes que reflejan que tampoco en esta materia las cosas mejoraron.

El semanario Buzos de la Noticia publicó en mayo pasado un reportaje en torno a la situación de la educación en México en materia de infraestructura educativa en el que se señala que:

“25.7 millones de alumnos de nivel básico y medio superior cursan sus estudios en alguna de las 205 mil 766 escuelas públicas. Sin embargo, 25 mil 890 escuelas están sin electricidad; otras 42 mil 474 no tienen lavabos y por lo tanto, los estudiantes no se pueden asear; mientras que 50 mil 996 planteles no cuentan con sanitarios independientes para niños y niñas y 132 mil carecen de instalaciones adecuadas para estudiantes con discapacidad. Además, 54 mil 662 escuelas carecen de agua potable”.

No hay lugar para la duda, unas cuantas cifras revelan las condiciones lamentables que —a escasos dos meses de que concluya el sexenio— enfrentan miles de niños y jóvenes para su aprendizaje. 

Tampoco puede haber alguna duda de que los únicos responsables son la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que poco hicieron durante su sexenio en materia de rehabilitación y acondicionamiento de escuelas.

Los mexicanos no debemos olvidar que cuando “AMLO asumió la Presidencia, en diciembre de 2018, se comprometió con la niñez y juventud mexicana, al incluir en su Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 la reconfiguración del sistema educativo como uno de los ejes prioritarios.

El objetivo era garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes mexicanos tuvieran derecho a la educación, además, ofreció devolver el carácter público y gratuito a los niveles educativos”.

Es sobre estos cimientos deplorables y desastrosos en materia educativa sobre los que se pretende construir el segundo piso de la cuarta transformación. ¿Podrá y querrá hacerlo la próxima presidenta de la república? Al tiempo.

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