En abril pasado, la gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, empezó a filtrar una serie de audios en los que supuestamente se escucha la voz del dirigente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, dialogando sobre presiones a empresarios, ataques contra periodistas, entrega de efectivo a candidatos de su partido y lavado de dinero.
Al respecto el presidente del tricolor respondió: Primero, que eran falsos e ilegales, que estaban “manipulados”. Segundo, que Morena estaba desviando la atención para no hablar del mal gobierno, de los malos resultados y de la violencia que vive el país. Tercero, difundió la conversación que mantuvo con el senador Manuel Velazco, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en donde éste le informa de supuestas amenazas por parte del presidente de la república (al día siguiente el mandatario, como era obvio, rechazó los señalamientos). Cuarto, viajó a Suiza para denunciar ante la ONU a Andrés Manuel López Obrador de persecución a los opositores políticos y por estar instalando una dictadura. Y, quinto, realizar una gira en el país, para poder hablar con la militancia de cada estado.
La primera entidad visitada fue Puebla, en donde mencionó todo lo anterior, excepto la parte que involucra al senador. A la reunión no asistió el coordinador del PRI en el Congreso del estado, Jorge Estefan Chidiac, ¿Casualidad?
Ante estos audios, el INE inició una investigación por los posibles delitos electorales cometidos; por su parte, la FGR realizó lo mismo. Hay mucha tela de donde cortar y los actos son claros, esperemos que las dos instituciones realicen su labor, aunque la FGR dirigida por Alejandro Gertz Manero está plagada de irregularidades, actos de corrupción y tráfico de influencias. Así está la justicia en el país.
En primer lugar, está claro que los audios difundidos son ilegales y lo que escuchamos en ellos es un retrato de los procesos electorales del país. Sería de ingenuos pensar que el PRI es el único que realiza estos actos de corrupción. Ante la coyuntura política, los demás partidos de la alianza “Va por México”, no respaldaron a Alejandro Moreno o, por lo menos no con la suficiente energía, pues pidieron a éste que resuelva sus problemas. Esto puede deberse a que ellos tienen también algún audio o pruebas que los involucren en las mismas prácticas y, por esa razón, no hacen más para apoyar a su colega. La otra es que la omisión sea para que Alito deje la presidencia, como muchos exdirigentes del tricolor han manifestado. Sea cual sea el caso, Alejandro está solo, se quiere refugiar en la militancia, pero esto no será suficiente para librar la batalla legal ni mediática.
En segundo lugar, la persecución política es clara, así como los audios. Hoy el involucrado pide respaldo a la militancia que lo apoyen y difundan el hecho a los demás ciudadanos. Sólo que hay un problema, ¿Cómo y por qué harían tal cosa? ¿Qué ha hecho este personaje para pedir apoyo? Cuando al que hoy acusa de persecutor hizo lo mismo con las organizaciones políticas y varias de ellas afiliadas al PRI, ¿Dónde estuvo el apoyo? Cuando redujeron a nada el Ramo 23, además de un insulso pronunciamiento, ¿Qué hizo? Nada.
Además, como por qué los priistas y la ciudadanía apoyaría a un presunto culpable, lo digo así porque nadie es culpable hasta que no se dicte sentencia por la autoridad competente. No renuncia al cargo porque sabe que al hacerlo sería más vulnerable, estaría reconociendo y aceptando todos los delitos que hoy le imputan, mínimo en el cargo puede cacaraquear “persecución política”.
En tercer lugar, también es claro que todo esto es un show mediático para que las plumas se centren en el asunto de los audios de Alito Moreno. Primero fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco que le costó millones al erario público; la venta del avión presidencial, que cuando no hay tema de que hablar recurren a él para sacarle el jugo mediático que le queda; el juicio a los expresidentes, que solo quedó en una encuesta que nos costó millones y que al final no se realizó; la revocación de mandato, que tampoco fue vinculatoria porque el pueblo de México no aceptó participar en algo tan absurdo; el caso Lozoya, que iba a dar pruebas para enjuiciar a la administración pasada y que ahora solo se encuentra recluido sin más. Por último, las inauguraciones del aeropuerto de Santa Lucía y la refinería Dos Bocas: en el primero, por presiones del gobierno, las aerolíneas se vieron obligadas a operar en unas instalaciones inconclusas, por lo que no tienen casi vuelos y, el segundo, no produce más que pena ajena y no se sabe hasta cuando producirá, si es que lo hace, y cuán rentable será. Por último, seguramente saldrán más audios, más evidencia y más corruptos de todos los partidos.
Ésta es la realidad que vivimos y seguiremos viviendo si no nos decidimos a combatir el problema desde sus orígenes: la corrupción es inherente al sistema social que vivimos y que genera la enorme desigualdad en la repartición de la riqueza producida en el país. Dejemos de creer en las mentiras de López Obrador y exijamos nuestros derechos; exijamos empleos, exijamos mejores salarios, exijamos impuestos progresivos y exijamos mejor repartición de la riqueza. Dejemos de esperar los apoyos del presidente, pues éstos no impactan en nuestra vida, resolviendo nuestra pobreza; sólo sirven para manipular a la ciudadanía y sujetarla electoralmente.
Debemos organizarnos, educarnos y luchar, no únicamente por las demandas inmediatas que tanta falta nos hacen, sino en cambiar al país. Esto no lo podrá ser obra de ningún político, aún en el caso de que así lo quisiera en verdad. El combate la pobreza, a la desigualdad que, cada vez más grande y que nos empuja al hambre, a la corrupción son, en boca de la 4T un lema vacío. Estos son los hechos, así es nuestra actual realidad, y depende de todos transformarla: con unión, fraternidad y lucha, el Movimiento Antorchista Nacional te invita a hacerlo.
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