A la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ya se le cayó el teatro político: a un año del inicio de su gestión, el 53% de los mexicanos rechaza los resultados de su gestión y solo el 41% de la población aprueba las acciones de su gobierno para enfrentar los graves problemas de nuestro país. Se trata de los resultados de la casa encuestadora Morning Consult, que era la favorita de su antecesor Andrés Manuel López Obrador. Algo pasa en la cabeza de los mexicanos y Claudia —dice la encuesta— duplicó su desaprobación en un año de gobierno. En el año 2024, Sheinbaum Pardo tenía 62% de aprobación y 29% de rechazo. Ahora su rechazo es superior al que tiene —según la misma casa encuestadora— el presidente de Estados Unidos, Donald Trump (52%).
Un artículo de Juan Ortiz, en emequis.com del 14 de noviembre, afirma: “Sheinbaum conserva respaldo en programas sociales, pero pierde terreno en seguridad, economía y combate a la corrupción. Son los tres temas donde la ciudadanía es menos tolerante. La última encuesta de El Financiero (noviembre 2025) muestra que 59% cree que el gobierno va mal en seguridad. En mayo era el 40%. La desaprobación en combate al crimen organizado llegó a 85%. En mayo era 67%. En combate a la corrupción el rechazo pasó de 65% a 82%. En economía creció del 27% al 45%”. AMLO aplaudía a su casa encuestadora favorita en cada mañanera. Los morenistas publicitaban a la misma encuesta cuando Sheinbaum lograba el 62% de aprobación. Ahora, todos callan. Nadie habla de la encuesta. Nadie dice nada.
A pesar de las tarjetas del bienestar (que son recibidas por las familias debido a la gran pobreza a la que nos tiene sometidos el capital y sus empleados: los políticos de Morena y los demás partidos de ‘oposición’), los mexicanos empiezan a mostrar inconformidad con los gobiernos de todos los niveles de Morena, gobiernos que alcanzan su punto cumbre en la presidencia de México.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el tercer trimestre de 2025 refleja que el 63% de los mexicanos considera inseguro vivir en su ciudad. Hubo un aumento con respecto a 2024 (cuando gobernaba AMLO), porque entonces era de 58.6%. El diario El País nos dice: “En el informe de percepción sobre inseguridad consta que las ciudades donde la población se siente más expuesta son Culiacán (88,3 %), en Sinaloa, donde se ha aguzado la pugna entre cárteles; Irapuato (88,2 %), en Guanajuato; Chilpancingo (86,3 %), en Guerrero; Ecatepec de Morelos (84,4 %), en el Estado de México; y Cuernavaca (84,2 %), en Morelos”. La misma encuesta del Inegi afirma que un 34% de los mexicanos considera que, en los próximos 12 meses, “la situación de la delincuencia e inseguridad en su ciudad seguirá igual de mal; mientras que un 23.9% dijo que la situación empeorará”. Los mexicanos nos sentimos inseguros y creemos que en 2026 todo será peor. La misma nota dice: “Un 71.7% de los encuestados ha manifestado sentirse inseguro en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; 64.9%, en el transporte público; 64.4% en la calle, y 57.1% en la carretera”. Eso dice la nota.

Soy uno de tantos ciudadanos que hemos sido víctimas de asaltos violentos, en los que los delincuentes usaron armas de fuego: en un taxi tomado en pleno centro histórico de la ciudad de Puebla (febrero de 2015); en la autopista que va de la CDMX a Puebla, apenas pasando la caseta de Cuatro Vientos, cuando usaron ponchallantas para que frenara mi vehículo personal (octubre de 2022), así como cinco robos a mi vehículo y a mi oficina de trabajo en los últimos tres años en el centro de la ciudad de Puebla (una de ellas a plena luz del día). Es decir, ya con los gobiernos del PAN y de Morena. Y sólo menciono los casos más recientes. Pero tengo amigos a quienes han asaltado y quitado sus celulares, cámaras de fotografía o laptops en el microbús de camino a la escuela o a su casa. Ya no vivimos seguros. Vivimos en una ciudad insegura, volteando para todos lados cuando caminamos, apresurando el paso o medio corriendo, y tratando de evitar (hasta donde se puede) las decenas de calles oscuras o apenas medio iluminadas en la ciudad.
En la economía la cosa no va mejor. Morena presumió con bombo y platillo que, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, hubo una “reducción” de la pobreza en México. Dicen ellos que fueron 13.4 millones de personas las que incrementaron sus ingresos. ¿Y de cuánto fue el aumento? Uf, para llorar: las capas más humildes ahora ganan 16 pesos más al día, que, si no alcanzan ni para el pasaje diario, menos alcanzan para que las familias de los trabajadores tengan una buena alimentación (que incluya carne, pescado, huevo, leche, frutas y verduras). Nada de eso. El mexicano pobre come carne sólo cuando es ocasión especial. Pero los análisis económicos más serios afirman que el 1% más rico del país gana 7 mil 723 pesos más al día. Hay una gran diferencia entre lo que ganan los pobres y lo que ganan los ricos al día. ¿O no? Los datos del gobierno dicen que el 10% de los mexicanos con menores recursos solo gana 2 mil 168 pesos al mes (¿para qué alcanzan?), mientras que el 1% más rico 958 mil 777 pesos al mes (o sea, cerca de 1 millón de pesos). El líder nacional de Morena, López Obrador, siempre dijo públicamente que ningún rico se podía quejar de su gobierno, porque a todos les había ido bien. Durante su periodo como presidente, la riqueza del empresario Carlos Slim aumentó 109.8%, de 51 mil 800 millones de dólares a 107 mil millones; la de Germán Larrea despegó 944.2%, al incrementarse de 3 mil 600 a 37 mil 800 millones dólares. Eso lo logró el gobierno que pregonaba que “primero los pobres”. Según el especialista en medición de la pobreza en México, el Doctor Julio Boltvinik, en México “son más de 100 millones de personas que viven en pobreza, la mitad de esos en pobreza extrema”. Esa es nuestra realidad.
Finalmente, creo que han sido bastante publicitados en la prensa nacional y en las redes sociales los funcionarios de alto nivel de Morena que viven como reyes, después de que cobran sus salarios como funcionarios: todos los hijos de López Obrador que viajan de vacaciones a España, Estados Unidos o Japón; el secretario de Educación Mario Delgado que se fue a Portugal; el senador Ricardo Monreal que se vacacionó en España; el exsecretario de Gobernación y primo de AMLO, ahora senador Adán Augusto López, que viaja a Francia cada que se le antoja; el diputado de Morena Enrique Vázquez que se fue de antro a Ibiza; el diputado de Morena Pedro Haces que tiene una vida de lujo y millonario; el morenista expresidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, que vuela como millonario a otros países porque —se justifica— él no está de acuerdo con la austeridad “del compañero presidente”; el coordinador de gabinete del gobierno de Puebla, José Luis García Parra, con autos y vida de millonario; el mismo gobernador de Puebla, que se gastó 700 mil pesos (denunció la revista ‘Proceso’ el 11 de octubre pasado) para un vuelo privado rumbo a New Jersey; así como un largo etcétera de morenistas más que, en lugar de andar viajando a todos lados, deberían resolver los graves problemas que padecemos los mexicanos: la pobreza, la inseguridad y la falta de obras de infraestructura básicas.
Morena comienza a perder terreno entre las preferencias de la población. Los mexicanos se dan cuenta de que se trata de un partido igual a los anteriores, igual a los que ellos mismos llaman “la mafia del poder”. Urge que los mexicanos conscientes de que es necesario un cambio radical en el país vayamos a los pueblos, a las colonias y a las escuelas, a hablar con la gente, a convencerla de que es necesario unirnos y formar un partido popular que tome el poder para que, en verdad, acabe con la pobreza que padecemos los mexicanos cambiando al modelo económico. La realidad está llamando a la puerta.
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