Desde el nacimiento del Movimiento Antorchista hemos pugnado por una repartición más justa y equitativa de la riqueza social. Aspiramos, como dijo el poeta, a “que todos los seres tengan pan y vestido y que todos los niños tengan aula y hogar”.
Nuestra labor permanente busca la materialización de lo contenido en la ley, y para ello trabajamos organizando al pueblo trabajador, concientizándolo sobre sus derechos.
El párrafo anterior sintetiza nuestro anhelo de que los mexicanos tengamos comida suficiente, vestido, educación y una vivienda digna. Quizá habría que sumar que cualquier persona que se enferme tenga acceso a servicios de salud eficientes y de calidad.
Lo anterior pareciera una aspiración simple, pero resulta por demás complicado alcanzarlo en virtud de la carencia de trabajo estable, y quienes cuentan con un empleo reciben salarios que no permiten la solución de los anteriores problemas.
Nuestra lucha reivindicatoria bien podría resolverse en el marco legal existente, pues la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contiene tales derechos. El artículo 3 consagra el derecho a la educación gratuita, el 4 marca el derecho a la vivienda y a la salud, el 123 versa sobre un empleo bien remunerado, y así podría seguir con la enumeración. Bastaría con que se aplicara lo contenido en la ley para que cada mexicano alcanzara un mínimo bienestar.
Pero, a pesar de estar escrito, la realidad es diametralmente distinta. Por ello, nuestra labor permanente busca la materialización de lo contenido en la ley, y para ello trabajamos organizando al pueblo trabajador, concientizándolo sobre sus derechos y convocándolo a acudir a los tres niveles de gobierno a exponer pacífica pero enérgicamente las carencias existentes en comunidades y colonias.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en 2018 trajo una cerrazón permanente a las demandas enarboladas por nuestro movimiento. Con la cantaleta de combatir la corrupción, se instrumentó una política centralizada de los recursos públicos, tras lo cual se movían a voluntad del titular del Ejecutivo federal; a los gobiernos estatales y municipales se les limitó en la ejecución de programas, dejándolos casi como simples pagadores de nómina.
Tal problemática se fue acentuando y el año pasado, al vivir un proceso electoral, se argumentaba el cambio de poderes a nivel federal y municipal. Aunque el relevo fue en septiembre, se hablaba de quebrantos y cosas por el estilo.
Tales circunstancias dificultaron nuestra labor de gestoría en 2024, pero estamos ante un nuevo año y, por ende, las excusas y atenuantes se van desvaneciendo. Por ello, resulta necesario que, con determinación y firmeza, acudamos al gobierno estatal y a los municipios a exponer las necesidades que padece la población organizada para que, dentro de las acciones institucionales, sean incluidas, pues, como ya se dijo, constituyen derechos plasmados en la ley que deben hacerse efectivos.
A través de este medio convoco a los antorchistas de toda la geografía estatal a que intensifiquemos nuestra labor y acudamos con respeto, pero con energía, a presentar los pliegos petitorios correspondientes que enlisten las demandas.
En caso de encontrar desdén o cerrazón, no quedará otro camino que la lucha firme y decidida, porque nuestra aspiración a una vida más digna bien vale la pena enfrentar adversidades y dificultades. ¡Adelante con la lucha! Más temprano que tarde, venceremos.
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