Más de 25 años tiene aferrada en el poder la falsa izquierda gobernando la Ciudad de México, casi tres décadas de mantener el poder absoluto sin que haya una alternativa de cambio más que el maquillaje con la sustitución de siglas, el disfraz, la muda de camiseta para en esencia continuar siendo lo mismo y haciendo las mismas cosas, con las mismas mañas y cometiendo los mismos errores.
La violencia y la inseguridad se han ido normalizando, sumándose a las altas tasas de feminicidio y violencia contra mujeres y niños.
El pasado 5 de octubre, en medio de una gran algarabía por parte de seguidores y de miembros de su partido, tomó posesión como jefa de Gobierno Clara Brugada, exalcaldesa de Iztapalapa, quien ostenta en su currículum su rol como luchadora social.
Sin embargo, tras haber gobernado la alcaldía más habitada de la ciudad por dos periodos, los parámetros comprueban que la pobreza, desigualdad, inseguridad y carencia de servicios básicos se han acrecentado en su gestión, poniendo al límite a su población. Así que no hay muchas esperanzas de que las cosas vayan a cambiar.
Brugada ocupa el cargo de jefa de Gobierno que dejó Martí Batres más recientemente, y de Claudia Sheinbaum, quien se mantuvo en este puesto durante cinco años antes de dejar a Batres al cargo en el último año de su gestión, pues le urgía irse a hacer campaña electoral de manera abierta, ya que durante todo el periodo que permaneció en el cargo hizo campaña de forma velada.
Aunque el partido que representan asegura ser distinto a los demás, los hechos han dejado claro que, a pesar de haber cambiado de camiseta de amarillo a guinda y de siglas, y de haberse presentado como el partido del presente y futuro, el sol no puede taparse con un dedo: las cosas van de mal en peor y las necesidades no pueden ocultarse.
En la ciudad existe una variedad de problemas que están a punto de hacer crisis, porque el Gobierno capitalino no ha querido invertir los recursos necesarios en obras y servicios para el pueblo, aunque es su obligación, y esto ha tenido como consecuencia un gran deterioro en la calidad de vida de millones de capitalinos.
Entre estos destaca como un problema grave, por los últimos sucesos que han acontecido, la inseguridad. Muchos capitalinos tienen la necesidad de salir de sus hogares desde tempranas horas para ir a sus empleos o a las distintas escuelas; sin embargo, el peligro acecha, ya que ni siquiera se sabe en qué momento el metro vaya a presentar fallas como humaredas, cortocircuitos, choques o colapsos, como ya ocurrió en la línea 12.
Además, la inseguridad invade a la ciudad y pone en peligro la integridad de los trabajadores que tienen que salir de sus domicilios por necesidad, donde los asaltos están al orden del día.
A pesar de esto, el 92 % de los delitos que se cometen en la ciudad no son denunciados, ya sea por miedo o desconfianza en las autoridades, lo cual indica que los datos que presenta el gobierno están maquillados para esconder la realidad. La violencia y la inseguridad se han ido normalizando, sumándose a las altas tasas de feminicidio y violencia contra mujeres y niños.
Todos estos problemas son claramente visibles y afectan la vida de los habitantes de esta ciudad. Lo peor es que no se ve la luz al final del túnel, sino más de lo mismo.
Habría que buscar con lupa los cambios que el partido en el poder afirma haber logrado en la ciudad y en el país, cuando donde sea que miremos podemos observar problemas y una gran inconformidad social, acallada únicamente con ayudas económicas que poco alivian, pues la economía de las familias mexicanas está cada vez más deteriorada por los salarios precarios o la falta de empleo.
Ante este panorama tan desolador, sólo resta seguir invitando a todos los mexicanos inteligentes, decididos y que realmente quieren un cambio profundo, no cosmético, a unirse a esta gran organización, el Movimiento Antorchista, que busca, a través de la implementación de cuatro ejes principales, cambiar la situación del país: empleo para todos en edad de trabajar, o sea, erradicar el desempleo que hoy es un problema muy grave en México; salarios dignos que cubran la canasta básica; que los recursos públicos sean invertidos en obras y servicios para el pueblo; y que paguen más impuestos los que más tienen.
Sólo así podremos fincar las bases para el desarrollo de una sociedad más justa para todos los mexicanos. Ojalá.
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