Como una forma de proteger legalmente a los niños, el 20 de noviembre de 1959, se publicó la Declaración de los Derechos de los Niños, aprobada por la Asamblea General de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), el texto dice: “El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión… La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia”.
Se han establecido, como puede verse, desde hace muchos años, los cuidados que debe tener un niño, sin embargo, en nuestro país estamos muy lejos de que eso se cumpla; por ejemplo, El Economista, en su portal digital el 8 de octubre del año pasado, publicó: “México es el tercer país a escala global con el mayor número de muertes por COVID-19. Se calcula que, hasta el 22 de septiembre de 2021, 244 mil 500 niñas, niños y adolescentes habían perdido a sus padres, abuelos o personas que tenían su custodia”. Si a esto sumamos la crisis económica en que estamos, difícilmente algún familiar o vecino podrá cuidar de la niña o niño, porque cada vez más integrantes de la familia deben trabajar para subsistir.
En el Documento de la Convención sobre los Derechos del Niño, del 20 de noviembre de 1989, viene una cita del Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia: "No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana". No hay duda, debemos proteger y cuidar a los niños para tener sociedades más justas, solo que esto no se hará realidad si esperamos que alguien haga algo por nuestros niños.
Debemos empezar, considero, por exigir a las autoridades para que vacunen a los niños, que les hagan pruebas si tienen síntomas, que los atiendan. Pero ya vemos las largas filas que hacen cada día los mexicanos para que les puedan hacer una prueba; a nuestras autoridades, como ha quedado demostrado, no les interesa su clase trabajadora, mucho menos esperemos que les interese la salud y el bienestar de nuestros niños.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en un comunicado publicado, el 28 de abril del año pasado, a propósito del día del niño, dice que, con base en los datos del Censo de Población y Vivienda 2020, en el país hay 31.8 millones de niñas y niños de 0 a 14 años de edad, lo que representa un 25.3% de la población total. Nuestros niños representan un porcentaje importante de la población, aún estamos a tiempo para exigir que, ya vacunados, continúen asistiendo a las escuelas y los maestros sigan con su labor de formar hábitos además de seguir promoviendo su correcta socialización, siguiendo reglas y respetando a compañeros y adultos. No solo se brinda educación académica en las escuelas, también los maestros son grandes formadores de personalidades fuertes, capaces de enfrentar los obstáculos y problemas que presenta la vida a cualquier persona.
Los niños están olvidados y esa es una de las grandes tragedias que están ocurriendo en nuestro país; solo se habla de ellos en el papel, pero no hay acciones efectivas que logren verdaderamente su bienestar. Unamos nuestras voces, tomemos conciencia de la situación, acostumbrémonos a ver más allá de lo que a primera vista se presenta, analicemos y concluiremos que sí es posible una sociedad más justa, donde nuestros niños tengan resueltas sus necesidades básicas, puedan jugar, ser atendidos medicamente, disfruten de escuelas de tiempo completo, donde puedan desayunar y comer. Merecen espacios de recreación y deporte, eventos culturales y deportivos para que se conviertan en buenos ciudadanos.
Los antorchistas, desde hace 47 años estamos construyendo esta nueva patria y organizamos concursos, como en esta ocasión, de poesía infantil a través del cual esperamos que motiven a sus niños, se aprendan una poesía y participen. Estamos actuando a favor del país y la patria, no solo son discursos, sino con hechos contantes y sonantes.
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