El país contaba con una oficina de medición de la pobreza que se llamaba Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval). Pero esta cometió dos grandes “errores”: criticar las medidas de austeridad de AMLO y revelar un aumento de la pobreza en el primer trienio de gobierno de la 4T. El primero de ellos consistió en la crítica vertida en un artículo publicado por su jefe, Gonzalo Hernández Licona, en el que apoyaba la austeridad, sí, pero pedía que fuera mejor pensada, para que no impidiera el funcionamiento de la institución. Esto bastó para que lo corrieran del puesto cuatro días después de la publicación. Primero el presidente amenazó con desaparecer la oficina por representar una burocracia cara e innecesaria; luego dijo que con el cambio de director le quitaba lo “neoliberal” a la institución y se conformó con ello, aunque no por mucho tiempo.
El día que en México gobierne el pueblo verdaderamente, la medición de la pobreza será lo más cruda posible pues nadie querrá autoengañarse.
El segundo grave error del Coneval fue medir el aumento de tres millones 800 mil personas en la cifra de pobres del país durante los primeros tres años de gobierno de López Obrador: el presidente lo sintió como una puñalada al corazón de su política de reparto de dinero a través de programas sociales que ya estaba viento en popa, se apresuró a descalificar sin ningún análisis previo el informe diciendo que aun en la pandemia la gente tenía para lo básico, que él sentía que ahora se estaba entregando más apoyos y que, para acabar pronto, él tenía “otros datos”.
Si la crítica antiausteridad le sugirió al presidente la idea de borrarlo del mapa, este nuevo “ataque” contra sus más importantes acciones de gobierno no hizo más que confirmarle lo acertado de sus intenciones.
De nada sirvió que en un informe de 2023 el Coneval, ya bajo la dirección nueva, provocara el orgullo de Palacio Nacional. Un exultante López Obrador, ruborizado, orgulloso, visiblemente conmovido, anunció al país que esta vez “La encuesta tiene otros datos, todos favorables. Vamos avanzando” (Expansión, 11 de junio de 2023).
Pero la suerte del Coneval estaba echada: desaparecería pues su autonomía dificultaba el control y los datos que arrojaba le causaban molestia al gobierno morenista. Con todo y lo celebrado que fue por el primer mandatario, el informe Medición de Pobreza 2022 resultó incómodo a la gente del poder, pues también reveló que de 2018 a 2022 creció en 30 millones el número de mexicanos que no tenían acceso a servicios de salud, revelando así graves fallas del modelo de “primero los pobres”. La crítica al “nuevo modelo” aparecía otra vez.
La iniciativa de desaparición del Coneval la presentó AMLO a la Cámara de Diputados en 2024, donde la aprobó la mayoría morenista; el 26 de junio de 2025 hizo lo propio la Cámara de Senadores; el 16 de julio de 2025 fue oficializada su desaparición en el Diario Oficial de la Federación.
Las funciones que tenía el extinto Coneval ahora las realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, dirigido por Graciela Márquez Colín, quien fuera secretaria de Economía en el primer gabinete de López Obrador y que durante el año del primer informe del Coneval pasó a la Junta de Gobierno del Inegi, en un movimiento clave para manejar la estadística oficial, pues era bola cantada la extinción de aquel para evitar las pifias. Lo de la austeridad era sólo un pretexto.
¿O quién creerá que la austeridad le preocupa al morenismo? Siendo estratosféricas las cifras de pérdidas de recursos públicos por la cancelación del nuevo aeropuerto de Texcoco, el encarecimiento exagerado de la construcción de la refinería Dos Bocas, los números rojos de la CFE, Pemex y el Tren Maya, a los que hay que estar subsidiando con miles de millones de pesos, o por el montón de huachicol de la refinería pirata de Coatzacoalcos que funcionaba desde hace cuatro años. ¿Y qué decir de los políticos del gobierno actual, que derrochan recursos por todo el mundo?
No señores, no es austeridad lo que se buscó al desaparecer el Coneval, sino un mayor control de la información que se publica. No se quieren datos que alarmen, sino unos que anestesien y calmen la impaciencia popular. No por nada la presidenta Claudia Sheinbaum ha estado adelantando que el informe que el día de hoy dará a conocer el Inegi sobre la pobreza será favorable a su gobierno. Y tratándose de ella debe conocer con mucha precisión lo que se publicará.
También se ha echado a andar una maquinaria de comentaristas y analistas que no vacilan en destacar el aumento en los niveles del bienestar del pueblo mexicano.
Viendo el escenario nacional tan descompuesto, con el crimen desbordado, los precios de los alimentos, ropa, transporte y vivienda popular por los cielos, el desempleo a todo lo que da y aumentando, las remesas bajando —tan sólo en Sinaloa la caída de envíos de dinero que reporta el Banco de México, primer semestre de 2025, es de 123 millones de dólares respecto al mismo periodo del año anterior, primer lugar nacional en el bajón, junto con la Ciudad de México (Revista Espejo, 5 de agosto de 2025)—, la falta de medicamentos en los hospitales y de obras y servicios públicos por doquier, sólo por dar algunos ejemplos, resulta evidente que la gente más afectada no debe estar contenta.
Y los más afectados siempre son los pobres. ¡Qué oportuno resulta entonces magnificar reales o supuestos logros del gobierno! Que le digan al mexicano sin comida en la mesa: “la pobreza está bajando”; al que no le alcanza para curarse: “sus ingresos se elevaron”; al que no puede salir a la calle con tranquilidad: “hasta el FMI reconoce nuestros avances”. Se trataría de eliminar la pobreza con pura saliva y con la ayuda de funcionarios incondicionales. Así, se calma la ira popular y se mantienen las preferencias electorales engañando al pueblo.
Los grandes capitalistas de México y el mundo, a quienes en realidad ayuda esta forma de conducir el país, no encuentran en los embustes un daño al sistema que los enriquece, pues siguen obteniendo ganancias récord según la Oxfam. Y cuando los daños o riesgos que perciban sean más que los beneficios, los ricos apoyarán a otro fiel sirviente, desechando a los de hoy.
Pero no hay que dejarnos engañar. Quien realmente cuide los intereses de los humildes no tiene que maquillar o inventar cifras alegres. El día que en México gobierne el pueblo verdaderamente, la medición de la pobreza será lo más cruda posible, pues nadie querrá autoengañarse; se aplicarán soluciones que resulten de un análisis serio, se desecharán las que no sirvan y se perfeccionarán las que sí ayuden.
Para que nos quede claro el tamaño del engaño del que se nos quiere hacer víctimas ahora: Julio Boltvinik, especialista en temas de pobreza, lleva muchos años afirmando con muy buenas razones que nadie ha desmentido, que el total de la población mexicana que vive pobre es de alrededor de 100 millones. Y Antorcha dice: sólo que hay desunión de esta gran masa, lo que le impide ser fuerte y, en consecuencia, remediar la situación.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario