Estamos en vísperas de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) nombre a su candidato a la gubernatura en Sinaloa y a no pocos priistas y simpatizantes les asalta la duda de que si el "primer priista&rdquo, es decir, Quirino Ordaz ya entregó la plaza a Morena y la elección es mero trámite.
Las sospechas no son descabelladas si tomamos en cuenta la "buena" relación que el titular del Ejecutivo estatal tiene con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (relación que por cierto no se ha traducido en grandes beneficios para los sinaloenses), de lo contrario, habría muchas obras por doquier, un campo agrícola, ganadero, pesquero y forestal con gran empuje, empleo para la gran mayoría, apoyo sin igual a la educación y salud, etc.
El gobernador Quirino Ordaz, a decir de él mismo, ha preferido una buena relación que un buen pleito, deslindándose de la Alianza Federalista de Gobernadores. Prácticamente no cuestiona en nada al Gobierno federal, aunque se tenga conciencia del escaso apoyo a los estados, que desde hace dos años han visto disminuir drásticamente sus presupuestos y también de sus ayuntamientos.
Muchos se preguntan cuál es la explicación que sustenta el comportamiento del Ejecutivo estatal ante el presidente de la República y la mayoría de los analistas coinciden: cuida su salida, quiere garantía de que no va ser requerido ni cuestionado después de que termine su mandato, en suma, que busca cubrirse la espalda y para lograrlo está dispuesto a facilitar el triunfo de Morena con un candidato que incluso fue su jefe de asesores al iniciar su administración y con un candidato priista a modo, poco competitivo y muy cercano a él.
El PRI y sus aliados PAN, PRD, a diferencia de lo que sucede en otros estados pueden ganar Sinaloa, a condición de que el candidato tenga plena identificación con la mayoría empobrecida, con los productores del campo, principal sustento de la economía sinaloense, con los habitantes de los grandes núcleos urbanos que viven una gran marginación que no sea un candidato "fifí", desconocido por la población y por los mismos priistas.
En el gabinete estatal no hay alguien con estas tablas, y si el candidato sale de ahí, será porque así se pactó, poniéndole a Rocha Moya un candidato a modo.
El proyecto "Va por México” puede ganar y los dirigentes partidistas y sus bases priistas, panistas y perredistas no deben dejarse imponer un candidato a modo, y sí darle una fuerte competencia a Morena para derrotarlo democráticamente y así ir deshaciendo este proyecto autoritario que está llevando al país a una catástrofe económica y social de la cual tardaremos décadas en salir.
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