Este año que se va nos ha dejado algunas noticias que son abrumadoras, tantas que es difícil escoger. Pero tomo el tema de Estados Unidos pues he platicado con algunos amigos que en estas vacaciones nos hemos reencontrado o comentado por teléfono y que acostumbran elogiar altamente al sistema norteamericano, pero que pasan por alto o desconocen realidades y números que muestran que esa nación es un país decadente. Por ejemplo, más de 44,2 millones de estadounidenses vivían en hogares que pasaban hambre en 2022, según un informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, publicado el mes de octubre de 2023, lo que supone un aumento de 10,3 millones respecto al año anterior. No sé si usted, estimado lector, reflexionó lo que acabo de transcribir: ¡en tan sólo un año aumentaron en 10 millones las personas que pasan hambre en Estados Unidos! Y los datos oficiales se refieren a gringos gringos, no a migrantes.
Según Bloomberg, agencia noticiosa estadounidense, en 2021 eran 53 millones de personas las que tuvieron que pedir comida a los centros de ayuda humanitaria en el territorio yanqui. Otros aseguran que, durante la pandemia, en 2020, 40 millones de gringos sufrieron hambre. Así las cosas, el país que se presenta como modelo inmejorable de desarrollo y democracia resulta ser uno de los peores para vivir. Son un fraude los gringos.
No pasa semana sin que videos de variado origen, en internet, muestren imágenes apocalípticas de decenas y decenas de kilómetros de diferentes ciudades de calles y carreteras con mendigos deambulando, casas de campaña improvisadas sobre las banquetas, sin servicios, sin agua, sin drenaje, verdaderos cochineros de tiempos de la Edad Media, con zombies drogados. Los estadounidenses no migrantes que se han quedado sin casa —insisto: no migrantes— que viven en las calles, aumentaron este año 2023 un 12%, llegando ahora a 653 mil 104 personas, según cifras oficiales Departamento de Planeación Urbana y Desarrollo (U.S. Department of Urban Planning and Development), publicadas también en octubre pasado en el diario USA Today.
Inflación, desempleo, pobreza, mendicidad, drogadicción, corrupción, inseguridad, represión, asesinato, tiroteos y un largo etcétera de lo más negativo que pueda haber son la realidad diaria de ese país. Esa realidad no desaparece por mucho que le vaya bien, o regularmente bien, a una parte de nuestros hijos o familiares; más bien son males sociales estadounidenses que amenazan a los nuestros que viven allá y que enriquecen a los poderosos de allá. Toda la ilusión se desvanece en cuanto a cualquier familia, nuestra o no, le afecta una desgracia, un accidente, una enfermedad grave, una discapacidad o un recorte laboral. Es entonces cuando el capitalismo norteamericano demuestra que no tiene entrañas ni siente las desgracias del pueblo.
Estados Unidos no es el paraíso que dice ser ni el modelo al que debe aspirar la humanidad. Al contrario, es el ejemplo de lo que no debe ser el futuro de nuestra especie y el de la naturaleza. Seamos claros: es preciso que rechacemos las formas gringas de organizar la sociedad por parte de las clases dirigentes yanquis y su soberbia imperialista al aplicarlas: ya sea con Gaza o con los más humildes migrantes, con la soberanía de los países europeos o con la de México y los latinoamericanos. Tenemos que encontrar otra forma mejor de organizar la vida social y no debemos aceptar los modelos gringos que, como ha demostrado la realidad, son los peores.
Ellos mismos, los imperialistas y sus ideólogos nos dijeron que, con la desaparición de la Unión Soviética en 1991, el mundo mejoraría y llegaría la era de paz y desarrollo para todos. ¡Mentiras! Y allí está su propia sociedad podrida para demostrarlo. Todo el invento capitalista se ha venido al suelo estrepitosamente.
Los mexicanos, sobre todo los trabajadores y proletarios de este país, debemos entender que el destino de nuestra patria no tiene que ser el que quiere Estados Unidos. Un México grande y poderoso es posible, un México justo con sus hijos y regido por la justicia, sin pobreza y con la riqueza distribuida justa y racionalmente sólo será posible en la medida en que recuperemos nuestra capacidad de decidir nuestro propio futuro. Y los ricachones de este territorio nuestro están aliados con el capital extranjero, así que ellos no buscarán la reconquista de nuestra independencia y soberanía, al contrario, nos atarán más al sistema que ha demostrado su ineficacia para resolver los grandes problemas de la humanidad, un sistema imperialista que es egoísta y quiere dominar al mundo sólo para satisfacer su sed de ganancias. La soberanía de México empieza por la soberanía de sus ciudadanos organizados.
Los antorchistas tenemos una propuesta de nación, un primer paso que debemos dar como país para empezar a resolver nuestras desgracias. Te invitamos a conocerlo en www.movimientoantorchista.org.mx/nuestro-proyecto-de-nacion y a sumarte con decisión a la tarea que tenemos todos los proletarios y la clase obrera de México. ¡Que éste sea nuestro gran propósito para este año nuevo!
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