MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Estados Unidos no es inocente en la producción de armas biológicas

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En días recientes, a partir de la operación especial militar que Rusia lleva a cabo en Ucrania con el propósito de desmilitarizar y desnazificar a dicho país, diferentes medios de comunicación difundieron un informe de Moscú en el que se acusa a Estados Unidos (EE. UU.) de operar un programa biológico militar dentro de Ucrania. 

El Pentágono respondió que los informes rusos eran absurdos, y la oficina del presidente ucraniano Zelensky negó que tales programas existieran; según ellos, se trataba de una teoría conspirativa y de una campaña rusa de desinformación que pretendía desacreditar al adalid de los derechos humanos: el gobierno gringo.

¿Deberíamos creer en la inocencia de Estados Unidos y en que las afirmaciones de Rusia eran falsas? Sólo quien desconoce la historia de la política de nuestro vecino del norte podría creer que se le calumniaba. No tenemos que retroceder mucho en el tiempo para descubrir que no sería la primera vez que EE. UU., promueve la creación de patógenos con fines militares para atacar a quienes se oponen a su hegemonía mundial o a quienes han pretendido liberarse de ella, tomemos como ejemplo a Cuba.

La victoria revolucionaria en Cuba constituyó para Estados Unidos una de las más humillantes derrotas políticas en su existencia como gran potencia imperialista, lo cual determinó, que el diferendo histórico entre ambas naciones entrara en una nueva y más aguda etapa de confrontación que se caracterizó por una brutal política de hostilidad y de agresiones de todo género, incluida la guerra bacteriológica, con el fin de destruir la revolución cubana, reconquistar el país y reimplantar su sistema de dominación neocolonial que durante más de medio siglo impuso a Cuba.

La página más horrible de la guerra biológica contra Cuba fue la introducción del dengue hemorrágico; y como consecuencia de ello, entre el primero de junio y el 10 de octubre de 1981 se notificaron 344 mil 203 casos de esa enfermedad, de los cuales más de 30 mil eran hemorrágicos y 10 mil cumplían todos los criterios de la OMS para ser considerados fiebre hemorrágica. Las víctimas que fallecieron por ese padecimiento, en su mayoría fueron niños. 

Pero no sólo se introdujo el virus, sino se negó la posibilidad de adquirir en Estados Unidos el abate, producto químico para eliminar el agente transmisor: el Aedes aegypti. Se introdujo la Conjuntivitis hemorrágica, la bacteria que ocasiona la disentería, entre otros agentes patógenos.

Esta línea de acción que emplearon las administraciones estadounidenses buscaba también causar hambre y desesperación, y la mano de la CIA se movió contra los planes de desarrollo ganadero y agrícola; comenzaron por introducir la roya de la caña de azúcar y así afectar el principal cultivo exportable de Cuba, se introdujeron dos cepas de la fiebre porcina,  la enfermedad de la Sigatoka Negra que afectó el cultivo de plátanos,  la plaga del Pulgón Negro y el minador de los cítricos que afectó a este cultivo.

Con conocer un poco de las acciones antiguas de Estados Unidos en el campo de la producción de patógenos, nos bastaría para creer que las acusaciones en su contra eran ciertas, pero si alguien creyó ingenuamente en la candidez de Estados Unidos,  su subsecretaria de Asuntos Políticos del Departamento de Estado, Victoría Nuland, declaró ante el cuestionamiento del senador Marco Rubio (republicano de Florida) ante una audiencia del Senado, que en Ucrania han estado funcionando instalaciones de investigación biológica, por cierto, no podemos olvidar que esta señora se encargó de apoyar las manifestaciones violentas  que se dieron en 2014 en Ucrania por parte de los grupos ultranacionalistas y neonazis para acabar con el gobierno de Víctor Yanukovich.

Por su parte, la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, expresó su preocupación sobre los que ya antes habían denunciado, de que Estados Unidos desarrollaba materiales biológicos, de grado militar, y ahora se confirmaba ya que estos fueron obtenidos operativamente en territorio ucraniano, es decir, que las pruebas existen, no se trata de simple y mentirosa propaganda rusa, sino de una realidad.

Para seguir dando elementos a favor de la denuncia contra Estados Unidos y su política criminal, VoltaireNet.org, el 25 de marzo dio a conocer que: “The National Pulse ha revelado que una filial de la fundación creada por Hunter Biden –hijo del ‎presidente estadounidense Joe Biden– y por Christopher Heinz –hijo político del ex secretario ‎de Estado John Kerry– tuvo un papel central en los programas de investigación sobre ‎armas biológicas financiados por el Pentágono en Ucrania” ‎

Con estos datos y muchos más podemos asegurar que la política empleada por el imperialismo norteamericano nunca ha desistido de cometer los crímenes más atroces, violentando todas las leyes y convenciones internacionales del tipo que sean, incluida la Convención sobre Las Armas biológicas (CAB), que entró en Vigor en 1975 y a la que se han sumado 180 países para prohibir el desarrollo, producción, adquisición, transferencia, almacenamiento y uso de armas biológicas y tóxicas de destrucción masiva.

Ante tan terrorífico panorama que impone siempre nuestro vecino país del norte, cuando de imponer su dominio mundial se trata, incluido el conflicto actual, donde es evidente que Ucrania es sólo el instrumento para seguir gobernando el mundo, haríamos bien, en pensar en un cambio y en apoyar a quienes defienden un mundo multipolar donde la riqueza sea mejor repartida.

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