En estos días estamos iniciando un ciclo escolar más, y aunque la primera intención es desear un feliz regreso a clases a todos los niños y jóvenes de nuestro país, la realidad es muy diferente. La educación va de mal en peor en cuanto a calidad y cantidad.
Según el Inegi, uno de cada cuatro menores de edad en México no acude a la escuela, y no debe sorprendernos, pues la situación económica de las familias es muy limitada y el costo de la vida es sumamente elevado.
Hablando del nuevo ciclo escolar, mientras la lista de útiles (según investigación de El Economista de agosto) cuesta entre dos mil y dos mil quinientos pesos, sin tomar en cuenta colegiaturas y uniformes, el salario mínimo no alcanza ni para la canasta básica.
De cada 100 estudiantes que inician la primaria, sólo 28 terminan la universidad, y el 33 % de los que logran concluir la licenciatura viven en la pobreza. No cumplen sus aspiraciones de una vida mejor con un título, y terminan, en el mejor de los casos, en oficios que nada tienen que ver con su carrera.
En cuanto a la calidad educativa, cada día es más evidente que a la clase gobernante no le interesa una educación científica. Sólo como botones de muestra mencionaré algunos datos: en la última prueba PISA que evalúa a alumnos de muchos países, México obtuvo vergonzosos lugares y demostró que el 66 % de nuestros niños no sabe matemáticas.
La Nueva Escuela Mexicana y su enseñanza por campos formativos no despiertan el interés en los alumnos por saber, más bien los confunden. Prácticamente han desaparecido las Escuelas de Tiempo Completo, y con esto expulsan de la escuela a miles de niños.
En el nivel secundaria se siguen eliminando materias; ahora resulta que geografía sólo se imparte en primer año, y no hay un plan claro de qué es lo que realmente necesita saber el estudiante.
Los privilegiados que logran terminar una licenciatura y creen que tendrán resueltas sus necesidades se equivocan: el salario real actual (lo que realmente pueden adquirir) de un profesionista equivale a lo que ganaba hace quince años.
Por último, los alumnos tienen al alcance de su mano la tecnología que hoy está tan de moda, pero que los aleja de su realidad y los perjudica, pues no les permite pensar ni razonar, limitándolos a apretar botones de un aparato.
Es muy preocupante lo que sucede con la educación en México, con la educación de nuestros niños y jóvenes, quienes sólo tienen un camino: el de organizarse y luchar por una educación científica, crítica y popular.
Como este no es el tipo de educación que encontrarán en las aulas ahora que se inicia un nuevo año escolar, no podemos desearles un feliz retorno a las clases, sino que abran bien los ojos y mentes para librarse del yugo de la ignorancia.
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