Normalmente el sistema nos presenta estas fechas como una época en que lo fundamental es gastar en mercancías (muchas de las cuales son innecesarias) para “demostrar” el cariño a familiares y amigos. También se nos inculca que debemos reflexionar para plantearnos las metas que el siguiente año nos vamos a proponer alcanzar y que también de manera predominante son individuales, como comprar un coche nuevo, construir una casa, ascender en el trabajo.
Esos son comportamientos y metas que en lo general se nos plantea como parte de esta época de fin de año.
Es correcta la convivencia familiar, la unidad, el darse un momento, el que sea, para compartir el tiempo con los seres queridos, que se convierte en un pedazo de vida.
Para los antorchistas, que somos esencialmente proletarios, que vemos estas fechas sin el lujo y sin la fiebre de compras, sino como un momento de descanso, aunque sea breve, pero que algo se descansa del trabajo, la producción y explotación.
Pero también debe ser un espacio para que reflexionemos de lo que ocurre a nuestro alrededor, de lo que nos afecta no sólo en lo personal sino como sociedad. Es correcto plantearse metas personales, pero también debemos pensar en la situación que cotidianamente vivimos los mexicanos.
La humanidad en su origen, como especie, no sobrevivió a la crueldad y crudeza de la naturaleza por habilidades personales. Sobrevivió por haberse asociado. Actualmente, la producción de riqueza mundial no está dada por personas individuales. La producción y consumo está socializada, de tal suerte que lo que consumimos es trabajo de cientos, quizás miles de seres humanos y no sólo de un país, sino de distintos.
Estamos en una sociedad diversa. Eso es un claro indicador de que no debemos limitarnos a vernos la nariz únicamente. Debemos observar y analizar los problemas de lo que nos rodea, y ¿por qué no? Hasta los del mundo entero.
¿En general, estamos mejor? ¿Hay algo que debamos cambiar? ¿Qué puedo hacer para que las cosas que no están bien cambien? Son algunas cosas que nos debemos cuestionar.
Por ejemplo: ¿está bien que nuestro país esté sometido ante la violencia, los homicidios que, según cálculos, llegarán a más de 200 mil en este sexenio? ¿Está bien que nuestro país sea de los más atrasados en Ciencias, en Español y Matemáticas? ¿Está bien que se haya abandonado a su suerte a la gente que sufrió el huracán Otis en Guerrero?
Y de manera más local incluso: ¿Está bien que una obra que fue premiada por la Industria de la Construcción en el 2019, el centro para adultos mayores, mejor conocido como CERMAS, ubicado en San Francisco, Ixtapaluca, hoy esté despedazada porque el gobierno de Felipe Arvizu no tuvo la voluntad de darle mantenimiento? ¿Está bien que las grandes obras que se construyeron con el esfuerzo de muchos hoy se estén despedazando por la negligencia de unos cuantos?
Y es obvio que la respuesta es que no, es que está mal, que no debería haber continuidad para aquellos que han provocado el deterioro de nuestro país, de nuestro municipio y las colonias.
Pero al mismo tiempo, debemos saber que no basta con negarles el voto el siguiente año, sino que, de manera introspectiva, nos demos cuenta que han pasado diversos gobiernos de distintos colores y que no han cumplido sus promesas y que es poco probable que cumplan en el futuro, aunque lo vuelvan a prometer.
En ese sentido, la tarea deberá ser que avancemos en la formación del partido revolucionario, que sea integrado por elementos del pueblo trabajador que piensen en el mejoramiento de su entorno, de la sociedad y no para el enriquecimiento de ellos mismos. En pocas palabras: las cosas no están bien y con los mismos que hoy gobiernan no estarán mejor, por eso es necesario que nuestra meta sea un nuevo partido con gente comprometida con su sociedad.
Por último, compañeros, compañeras, les mando un fuerte abrazo, deseando que este fin de año los colme de felicidad en compañía de sus seres queridos. Que el 2024 esté lleno de metas cumplidas y de lucha por un país mejor.
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