MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Golpes de estado, militares y ultraderecha

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El pasado 26 de junio, se recordó el nacimiento de Salvador Guillermo Allende Gossens, quien fue presidente de Chile desde el 3 de noviembre de 1970 hasta el 11 de septiembre de 1973, cuando fue derrocado por un golpe de estado que terminó con el proyecto de la Unidad Popular y aniquiló la democracia por 17 años en el país andino.

El brutal ataque fue liderado por el vicealmirante de la Armada, José Toribio Merino, y el comandante de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, quienes fueron alentados y respaldados por el general Pinochet y el imperialismo norteamericano.

No se debe perder de vista que en toda América Latina, los golpes de estado en su mayoría han sido alentados por la derecha y la ultraderecha, respaldadas por militares autoritarios y la intervención de Estados Unidos.

Antes de ser bombardeado el palacio de La Moneda, donde se encontraba, el presidente Allende dirigió su último mensaje al país a través de una cadena de radioemisoras simpatizantes del Gobierno: 

“Ante estos hechos, sólo me cabe decirles a los trabajadores: ¡yo no voy a renunciar!, colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

De nueva cuenta, pero ahora en Bolivia, se desarrolló un fallido golpe militar encabezado por el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Juan José Zúñiga, en contra del Gobierno de Luis Arce, quien en ese momento se encontraba reunido con su gabinete en la Casa de Gobierno.

En cuestión de minutos, la Plaza Murillo fue invadida por decenas de militares, quienes con una tanqueta rompieron la puerta del Palacio Quemado para intentar tomar el control del poder nacional.

Sin embargo, el respaldo de miles de chilenos que se reunieron en minutos en las inmediaciones de la plaza logró detener la embestida.

Durante su mandato, Allende en Chile inició un ambicioso proceso de cambios sociales, económicos y políticos que buscaba instaurar un Estado Popular con una economía planificada y llevar a su nación a ser la primera con un mandatario socialista elegido democráticamente en el mundo e intentar construir un futuro más luminoso para los más pobres en su territorio. 

Tal osadía fue aniquilada por las fuerzas armadas que, en su segundo ataque golpista, aniquilaron el sueño de la Unidad Popular y de millones de chilenos.

En el caso de Bolivia, el intento de golpe de estado es la prueba de una creciente tensión en la que está sumido el país desde hace varios meses.

En sus 200 años de historia, el país andino ha enfrentado diversos levantamientos militares y sublevaciones populares. La tensión generada y los problemas económicos por los que atraviesa el país han golpeado la popularidad de Arce, quien se enfrenta a una baja en la aprobación de su Gobierno.

En los próximos días, se tendrán que develar las cuestiones políticas de fondo que impulsaron la acometida militar, pero llaman la atención las declaraciones del general Zúñiga, quien acusó al presidente de montar un “autogolpe para levantar su popularidad”.

No se debe perder de vista que en toda América Latina, los golpes de estado en su mayoría han sido alentados por la derecha y la ultraderecha, respaldadas por militares autoritarios y la intervención de Estados Unidos.

Entre 1960 y 1980 hubo 21 golpes militares en 8 países de Sudamérica y en todos estos quiebres democráticos tienen como consecuencia el éxodo de intelectuales, académicos y periodistas ante la ola represiva y son muchas las historias de brutalidad y asesinato en contra de la población que queda indefensa ante la furia de las fuerzas armadas.

Ambos casos deben servir para la educación política de los más menesterosos que buscan la construcción de una sociedad más justa para todos, ya que la intervención de los militares en la política está marcada de desapariciones, torturas, violaciones y asesinatos, por tanto, es necesario aprender la lección antes de enfrentar una situación similar en nuestro país, de la cual nos tengamos que lamentar el día de mañana.

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