Muchos son los desatinos del actual Gobierno federal, el autollamado de la Cuarta Transformación (4T), encabezado por Andrés Manuel López Obrador y ahora por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.Muchas, también, son las características de este gobierno (y, al parecer, del que sigue) que lo alinean en la práctica con el neoliberalismo a pesar de que AMLO decretó al inicio de su mandato el “fin” de este modelo económico en nuestro país.
Sin profesionistas y técnicos altamente capacitados para crear nuevos instrumentos de producción, seguiremos siendo dependientes de los países poderosos.
En un artículo del maestro Aquiles Córdova Morán, líder del Antorchismo Nacional, señala que:
“… Reagan y Thatcher otearon a tiempo el colapso de la URSS y decidieron que era el momento de abandonar el capitalismo ‘suave’ de Roosevelt por un capitalismo ‘puro’ y ‘duro’, un retorno a los orígenes. ¡Fuera los sindicatos y las mejoras salariales periódicas! ¡Abajo el seguro médico, la educación gratuita, los programas de empleo temporal, de vivienda, de servicios urbanos! ¡Alto a las elevadas pensiones por jubilación y al seguro por enfermedades laborales! Todo eso encarece la mano de obra y disminuye las ganancias del capital, que por eso no invierte y la economía no crece. ¡Volvamos a dejar todo a la ‘mano invisible’! Que cada quien viva de lo que le proporcione su propio capital humano y nada más. Esto es el neoliberalismo”.
Y esto es lo que está haciendo la 4T, a pesar de su “decreto” de la desaparición del neoliberalismo en México.
Lo señalo porque quiero comentar en este espacio sólo un aspecto que demuestra que seguimos, nos guste o no, lo entendamos o no, lo sepamos o no, siendo un modelo económico neoliberal. El aspecto al que me refiero es la educación.
Todos sabemos que la educación de calidad, de excelencia, es una condición indispensable para el crecimiento y desarrollo económicos; sin profesionistas y técnicos altamente capacitados para crear nuevos instrumentos de producción que permitan competir con lo más avanzado de la industria, seguiremos siendo dependientes de los países poderosos que sí tienen esos profesionistas y técnicos, hasta para producir una simple pasta de dientes, por ejemplo.
Para poder tener esos especialistas, el Estado debe invertir recursos suficientes en educación, en ciencia, en tecnología, en arte, en cultura, en deporte, para que, en un futuro, con esa educación de excelencia, podamos desarrollarnos y ponernos al tú por tú, como se dice coloquialmente, con los países más poderosos.
Pero, ¿qué es lo que sucede en nuestro país, en la práctica (y seguramente continuará ocurriendo en el nuevo gobierno), en la terca realidad, muy a pesar de los discursos optimistas del Sr. Presidente y ahora también de Sheinbaum?
Según el portal universia.net.mx, seguimos siendo uno de los países más atrasados en las pruebas internacionales como PISA, donde registramos en la última evaluación un 56 % de estudiantes con bajo nivel de competencia, siendo el promedio de la OCDE del 24 %.
Por otra parte, según el portal Animal Político, en una nota de Andrea Vega:
“… en uno de los 11 documentos que presentó el INEE sobre la política educativa, se informa que 29 % de las escuelas de educación básica presenta problemas estructurales y otras carencias asociadas, en tanto que 2 % muestra daño estructural. Y aunque 66 % no tiene este tipo de daño, sí presenta al menos una carencia de otro tipo; sólo 3 % de las escuelas de educación básica no tienen carencia alguna.
Lo anterior refleja que 17 millones de estudiantes y 750 mil maestros asisten a escuelas con carencias. De un total de 145 mil 704 escuelas de educación básica, 33 % funcionan con estructuras atípicas que no se apegan a la normatividad establecida; 45 % no están conectadas al desagüe y 20 % no están integradas a una red de agua potable. Además, 5 % continúa sin acceso a servicios de electricidad”.
Así las cosas, en el terreno educativo, y en todos los demás, el Estado mexicano, la 4T, pues, como buen Gobierno neoliberal, deja y dejará en el próximo sexenio a la población en el completo desamparo, en el completo abandono, a merced de las “manos invisibles del mercado”.
Tenemos que buscar alternativas, luchar por un modelo económico menos salvaje que permita una mejor distribución de la renta nacional que garantice trabajo bien remunerado a todos los mexicanos en edad de trabajar, inversión pública sobre todo a las comunidades y colonias más desprotegidas y una política fiscal progresiva, es decir, que paguen más impuestos los que tienen mayores ingresos.
Sin esto, en educación y en todo lo demás, seguiremos siendo un país “tercermundista”. Lamentablemente todo indica que Sheinbaum dará continuidad a la errática política de su mentor.
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