MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Habrá retorno sí o sí

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Organizaciones magisteriales y estudiantiles, periodistas y expertos sobre el tema de la covid-19, han dedicado sus fuerzas y sus plumas a denunciar que no hay condiciones para el regreso a clases. Sin embargo, la “Cuarta Transformación” (4T) se ha empecinado en continuar con su política de oídos sordos, Andrés Manuel López Obrador ha asumido la misma actitud de siempre y ha optado por hacer de su palabra, la ley suprema.

El regreso a clases representa un serio problema. Más de 20 millones de estudiantes, volviendo a las aulas sin las condiciones adecuadas para su reincorporación, corren el riesgo de contagiarse y esparcir el virus entre sus familiares. Condiciones que han estado abandonadas históricamente en el país, pero por las cuales la autodenominada 4T tampoco ha hecho nada. 

En el país no hubo un manejo adecuado para prevenir ni atender las graves consecuencias de la enfermedad.  Es por ello que hoy tenemos un total acumulado de 3,328,863 contagios y 257,906 muertes (Infobae, 29 agosto 2021). Ahora bien, no podemos olvidar que nos encontramos ante una mutación nueva del virus, que ha dado el origen a la variante Delta, misma que es más fácil de ser adquirida y cuyos efectos en los cuerpos recipientes son más severos.

Y las cosas aún no son mejores para ningún ser humano (como se le pretende hacer creer al público de la mañanera) pues en el caso concreto de los menores de edad, las autoridades sanitarias reportaron que del 7 al 18 de agosto se registraron nueve mil 400 nuevos contagios de la covid-19 en niños de entre cinco y 14 años, de los que 172 ingresaron en alguno de los hospitales del país por complicaciones de la enfermedad (El Sol de México, agosto 2021).

El manejo equivocado que las autoridades han dado al problema de la covid-19 tiene consecuencias graves. En el periodo anteriormente mencionado se registraron 76 casos de niños de entre cinco y nueve años que fallecieron en un hospital, mientras 114 de entre 10 y 14 años sufrieron el mismo destino. Esto quiere decir que fallecieron 190 niños menores de quince años. Los datos son del reporte de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

Ahora bien, es verdad que, en comparación con la población adulta, los casos y fallecimientos entre los jóvenes son menores, pero es importante no perder de vista que el regreso a clases puede desatar un mayor número de enfermos en la población, al verse (los maestros, niños y padres de familia) en la necesidad de movilizarse de sus casas a sus escuelas y viceversa, lo cual es una cuestión peligrosa por dos razones: la primera, porque muchos adultos aún no completan el esquema de vacunación (están a la espera); la segunda, es que muchos no la han recibido debido a la lentitud del proceso o porque debido a la falta de una campaña de información clara, no creen en el virus. 

Recalco que, aunque es menor el riesgo en los menores no es algo imposible y no se trata de lo que afirma el presidente, no es que “no pase nada”, sí pasa y se puede prevenir con una política pública que contemple la realidad social de las familias pobres de este país. De lo contrario, no podemos esperar más de lo que ya sabemos que se avecina. 

Para el regreso a clases, se debe contemplar que existen escuelas que no cuentan con servicios básicos, que algunas fueron saqueadas y que muchos padres y maestros no cuentan con una economía suficiente para sostener la llamada “Guía para el regreso responsable y ordenado a las escuelas (ciclo escolar 2021-2022)”, entre otras cuestiones.

Y aunque es cierto que las autoridades han calificado el regreso de “voluntario”, no se reduce el problema para los que sí asistan. 

Hablemos un poco más sobre las condiciones de las escuelas:

En días pasados, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que “tenemos que correr ciertos riesgos” y hacer que el alumnado de preescolar, primaria y secundaria regresen de manera universal a las aulas el 30 de agosto. Esto luego de que las escuelas permanecieran más de un año cerradas para frenar los contagios, con la excepción de algunos estados que ensayaron el retorno. 

La constante incitación al regreso no se ha detenido en ninguna de las intervenciones mañaneras del mandatario de la nación. Aquí pasa que Obrador se olvida de que, en este largo periodo, los buenos deseos y los amuletos no han sido suficientes para frenar la propagación del virus. Todo lo contrario.

A continuación, enumeraré algunas de las carencias escolares que señaló el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE) en sus últimos datos (antes de desaparecer con la llegada de Morena al poder) señala que:

En las primarias sólo el 35% de las escuelas cuentan con los “servicios básicos de agua, luz y drenaje”, por otra parte, tenemos que, en aproximadamente 3 mil 061 escuela s inspeccionadas, el 7.7% no cuentan con energía eléctrica y 13.7% no cuentan con salones suficientes. Del total de escuelas, la mitad de ellas se consideran inseguras por motivos de infraestructura. 

En cuestión de la educación media superior, se señala que el 11% de los planteles se abastecen de agua uno o dos días a la semana y el 17% lo hace durante tres o cuatro días. En materia eléctrica, el 8% de las instituciones presenta un déficit en la adquisición de este servicio y 417 planteles no cuentan con instalaciones de luz. 

Y bien, aunque los datos del INEE muestran la situación escolar de México en los años 2014 y 2016, no podemos perder de vista que la cosa no ha mejorado y que, recientemente, Mexicanos Primero registra que en más de 11 mil escuelas se reportaron saqueos y vandalismo. Los estados que presentan daños severos son Puebla, Edoméx, Coahuila, Jalisco, Guanajuato y Aguascalientes. Concentran el 59.6% de estos acontecimientos delictivos, con un total de seis mil 598 escuelas afectadas.

Y a estos datos debemos agregar los daños que han tenido las escuelas de las entidades como Veracruz, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala y San Luis Potosí, en las que se estima cerca de un millón de damnificados, debido al reciente huracán “Grace”. 

Por lo anterior, podemos asegurar que muchos planteles educativos no cumplen con lo esencial para llevar a cabo las clases presenciales. Aún cundo se cite a una cierta cantidad de jóvenes por semana, las escuelas públicas de nuestro país atienden salones con una matrícula de aproximadamente cuarenta alumnos por grado. La pregunta que me surge aquí es la siguiente: ¿pueden las autoridades asegurar que no habrá aglomeraciones?

 

Sobre la Guía para el regreso a clases cauto, ordenado y responsable en el ciclo escolar 2021-2022, dado a conocer por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Salud (Ssa):

Ante el hecho de que habrá un regreso a las aulas, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y Ssa, plantearon los siguientes lineamientos con el objetivo de que se dé un regreso a clases seguro:

I. Integrar y activar los Comités Participativos de Salud Escolar (CPSE) en las escuelas de los tipos básico, medio superior y superior, quienes deberán establecer comunicación con su centro de salud más cercano cuando se requiera.

II. Establecer filtros de salud: en casa, en la entrada de la escuela y en el salón de clases.

III. Lavar las manos con agua y jabón y/o uso de gel antibacterial.

IV. Usar el cubrebocas de manera correcta sobre nariz y boca.

V. Mantener la sana distancia.

VI. Dar mayor uso a los espacios abiertos.

VII. Suspender cualquier tipo de ceremonias o reuniones que concentren a la comunidad escolar.

VIII. Avisar inmediatamente a las autoridades competentes, en caso de que se detecte o se sospeche que alguna persona presente algún signo o síntoma respiratorio relacionado con el virus Sars-cov2 (covid-19).

IX. Procurar entre las y los educandos y docentes apoyo socioemocional y promover, entre otros, el curso en línea de SEP-SALUD “Retorno Seguro”.

Sí bien las medidas son una lista de buenas intenciones, hay aquí una cuestión que debemos detenernos a analizar, y es que en los mencionados CPSE, el gobierno está contemplando que tanto los padres como los maestros participen de manera activa en la implementación de dichas normativas. Esto traerá gastos nuevos para las economías familiares y para los profesores, pues, aunque se han repartido algunos de los materiales que serán ocupados, no se aclara si estos apoyos tendrán periodicidad o si se les dará más recursos económicos a los planteles educativos para sopesar el gasto que se requiere. 

Aquí hago un paréntesis, recordemos que el Inegi publicó el pasado 5 de agosto del presente año el reporte “Medición de la Pobreza 2020”, el cual demuestra que nuestro país es una fábrica de pobres, pues tenemos que cinco de cada diez hogares carece de salud, servicios básicos, seguridad social, alimentación nutritiva, viviendas dignas y, claro, de acceso a la educación. Otro dato ilustrativo sobre la pobreza en nuestro país, es que nueve de cada diez familias carece de un ingreso laboral suficiente para vivir dignamente. Pues bien, el 52.8 por ciento no cuentan con recursos económicos suficiente para adquirir bienes y servicios necesarios para una vida digna. Considerando los planteamientos hechos por la SEP y la Secretaría de salud y los datos arrojados por el Inegi, me surge la siguiente pregunta ¿es posible que padres y maestros sustenten los gastos que conlleva el regreso a clases?

Por último, hay cosas que durante estos diecisiete meses de “confinamiento” se pudieron evitar. De haber considerado un esquema de vacunación tomando en cuenta la necesidad educativa, desde un principio se hubiera priorizado la inmunización de los más jóvenes, y así la cuestión del regreso a clases sería otra. Sin embargo, hay indicios de que la vacuna estuvo pensada desde un principio como incentivo a la población para votar el pasado 6 de junio por los adeptos de ya saben quién.

 Las cosas ya están hechas. ¿Qué nos queda? Creo que la respuesta es ni más ni menos que exigir que se  acelere el proceso de vacunación , ya que las clases van sí o sí. Las autoridades mínimamente deben asumir responsabilidad y aumentar el porcentaje de personas con esquemas completos de vacunación. De lo contrario, nos veremos sumidos nuevamente en un mar de contagios y de hospitales saturados. No hay justificaciones, porque ya muchos lo han advertido, el retorno (por muy deseado) no es viable. 

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