Los resultados de las elecciones muestran que los mexicanos hemos vuelto a dejar en el poder a las clases pudientes insensibles, a funcionarios venales y a líderes sindicales dispuestos a dejar las cosas justo como están; es decir, a no tocar ni con la pluma de un colibrí los intereses del capital. Y no podía ser de otra manera. En la oferta electoral, por un lado, predominaron los mismos grupos políticos de siempre -sólo que con diferentes maquillajes de oposición-, y las marionetas y personajes de circo contratados como candidatos para distraer al pueblo de las cosas esenciales; sus propuestas para acabar o al menos comenzar a dar fin, de manera racional y científica, a las desgracias del pueblo mexicano, fueron prácticamente inexistentes, meros enjuagues demagógicos o de plano absurdos. Pero, por otro lado, el pueblo no fue capaz de hacer su propia propuesta electoral, salvo honrosas excepciones sobre todo antorchistas que, en términos generales, con respecto al enorme proceso electoral, todavía no son fuertes. Vistas así las cosas o se elegía a los mismos o a los mismos, aunque suene raro.
Esencialmente, al votar como lo hicimos, hemos dejado el poder en manos de los mismos de siempre y eso significa que seguirán los mismos males, cuando menos aquellos que dependen más claramente de las decisiones políticas de los gobernantes. Seguirá la misma política económica de no imponer a los más ricos que contribuyan con el desarrollo de la Patria ni sus fortunas ni sus ganancias se tocarán, al contrario, se harán más grandes y, como necesaria contraparte, la pobreza del pueblo crecerá. En 2018 teníamos 52.4 millones de personas en pobreza; aumentaron a 62.3 millones en 2020, y a 67 millones de pobres en marzo de este 2021 (datos de Equide). López Obrador ha sido absolutamente incapaz de frenar este nocivo proceso y no se ve por donde lo pueda hacer; por lo pronto en su más reciente reunión con los más ricos de los ricos (el Consejo Mexicano de Negocios), el 10 de junio, ya les dijo que no va a incrementarles los impuestos, en otras palabras, que pueden seguir enriqueciéndose a placer. A pesar de estos resultados negativos, el gobierno de AMLO ha logrado hacer creer a millones de personas que es el único presidente que algo ha hecho: ha regalado dinero y el pueblo ha caído enterito en la trampa. Esa gran mentira la hemos aprobado con nuestro voto. La supuesta oposición no planteó nunca otra cosa, por eso son los mismos. También seguirán las mismas criminales políticas sanitarias que han llevado al país a la catástrofe de la covid-19 -que algunos países demostraron que sí se pudo aminorar-. Seguirán los mismos recortes presupuestales al gasto social, seguirá la “austeridad” que enflaca y debilita a las instituciones y sus programas que todavía benefician al pueblo más necesitado o que todavía algo lo protegen. Hemos votado por permitir que siga el deterioro no solo de nuestro sistema de salud nacional y estatal, sino del sistema de educación y le hemos dado la autorización, al votar así, para que arriesgue la salud de nuestros hijos obligándolos a un retorno a clases cuando todavía no hay protección suficiente ni vacuna probada para su edad.
También hemos aprobado el pasado 6 de junio con nuestro voto la política del gobierno mexicano que no hace nada ante una mayor pérdida del poder adquisitivo de nuestro salario. Según el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (abril, 2021), “en 1982 con un salario mínimo se podrían comprar casi tres canastas alimenticias, por lo que era suficiente trabajar dos horas y 42 minutos de una jornada laboral de ocho horas, para 2017 con un salario mínimo solo podía comprar el 32.62% de una canasta alimenticia, por lo que los trabajadores se veían obligados a trabajar 24 horas con 31 minutos, lo cual es humanamente imposible”. Los últimos datos del Coneval indican que esta terrible caída de la capacidad del salario se ha ido más abajo todavía con la pandemia y el gobierno de AMLO tampoco ha podido detenerla. Lo que sí ha hecho AMLO es anunciar escandalosamente sus chiquititos aumentos salariales, los ha presentado como grandes logros, cuando tan solo por el costo del transporte han quedado superados en menos de una semana, pero aun así le dimos mayoría en el Congreso de la Nación y la actual oposición no pinta como para un cambio notable en ese sentido.
Igualmente, al votar como lo hicimos, hemos aprobado que sigan las políticas anémicas de creación de empleos, que nuestros jóvenes no sepan lo que es vivir en una economía pujante. Hemos aprobado los recortes a los presupuestos prácticamente para todo: para construcción de obras de infraestructura urbana y de servicios en decenas de miles de colonias populares y localidades rurales pobres, para ciencia, para arte y deportes, en fin…
Y hemos votado también por un gobierno que ha dejado abandonados a los trabajadores mineros, como lo muestra la tragedia de una de las minas de Múzquiz, en Coahuila, el pasado 4 de junio. Es indignante la actitud del Gobierno de la 4T ante el abandono, su falta de atención a las denuncias que se hicieron con mucho tiempo de anticipación a las desgracias; así sucedió antes de la 4T y así sigue con ella. Pero hemos elegido, como país, pues, que se repitan las tragedias mineras. Mas estas desgracias de los obreros mexicanos no están aisladas, forman parte de un todo, de una forma de vida social y económica que debemos cambiar. La forma de ser de los empresarios mineros y la protección que han recibido por parte del gobierno de AMLO es la misma con los obreros petroleros, con los jornaleros agrícolas, con los trabajadores de las maquilas y de todas las industrias habidas en nuestro territorio nacional, con los médicos y enfermeros, con todo tipo de profesionistas, con artistas y deportistas.
Este relato pareciera ser sólo la expresión de un pesimismo negativo, pero expresa legítimamente una realidad inocultable que los trabajadores mexicanos debemos tomar en cuenta para evitar cometer los mismos errores en la siguiente elección. Y la primera tarea es luchar organizadamente, de una manera estructurada, para revertir esta decisión, a través de comités amplia y profundamente articulados, con un programa de lucha común, desde el nivel más profundo en la sociedad más humilde hasta los profesionistas e intelectuales más elevados. Esa es la alternativa que se nos impone y Antorcha tiene su propuesta para el país. Está usted cordialmente invitado a conocerla en nuestra página oficial: https://movimientoantorchista.
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