MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Impuestos u horquillas: la “revolución” de los ricos

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Como ya es costumbre, a propósito de la reunión anual del Foro Económico Mundial realizado cada año en el mes de enero en Davos, Suiza, Oxfam publicó un nuevo informe sobre la desigualdad extrema en el mundo. El documento, que lleva por título "La ley del más rico", denuncia que el 1% más rico del mundo acaparó más del 60% de la riqueza que se ha generado desde que inició la pandemia en 2020. Ante tal despropósito, Oxfam hace un nuevo llamado a combatir la desigualdad extrema. En esta ocasión, el llamado se centra en cobrar impuestos a los más ricos y viene respaldado por una carta titulada "Poner fin a la era de la riqueza extrema. Gravar a los ultra ricos", en la que más de 200 millonarios de 13 países diferentes piden encarecidamente que se les cobren impuestos.

Detrás de esta carta están los “millonarios patriotas”, un grupo de multimillonarios, estadounidenses en su gran mayoría, que desde 2010 realizan una campaña de concientización sobre la urgente necesidad de pagar impuestos dirigida a los ricos con un ingreso de por lo menos un millón de dólares al año o con una riqueza valuada en 5 millones de dólares. El asunto es ya, en sus propias palabras: “un éxito mediático”. En efecto, la prensa nos ha sumido en una densa niebla ideológica que desvía nuestra mirada del problema de la desigualdad entre pobres y ricos, y en su lugar nos presenta el de la desigualdad entre los propios ricos, entre los multimillonarios y los billonarios, entre los herederos de Disney, Jeff Bezos y Elon Musk. No obstante, los planteamientos de los "millonarios patriotas", que dicho sea de paso son claros y directos, nos dicen mucho del problema de la desigualdad extrema y, sobre todo, nos anuncian hasta dónde el sistema capitalista está dispuesto a ceder voluntariamente para enfrentarlo.

Los  "millonarios patriotas" sostienen que la solución a los problemas de la sociedad está en los impuestos a los más ricos. En su diagnóstico, los problemas que la sociedad enfrenta son la inestabilidad política causadas por la pobreza y la desigualdad en el ingreso y la riqueza, y los riesgos que esa inestabilidad pone al buen funcionamiento de los negocios y a la posibilidad de unir fuerzas contra el cambio climático. El problema último, es pues, la extrema desigualdad. Sin embargo, la explicación a esa desigualdad, según ellos, está en que una élite, en la que se cuentan a unos diez billonarios, ha cooptado el poder del Estado para asegurar el incremento estratosférico de sus riquezas, despreciando así los intereses de las mayorías, en los que los sufridos Millonarios Patriotas se cuentan. El reto es, nos dicen, aumentar el poder político de quienes se comprometan a:1) fomentar una mayor representación política; 2) establecer un salario mínimo digno; y 3) implementar un sistema fiscal progresivo, entiéndase, gravar a los ricos.

Estas propuestas son pan con navaja. En la naturaleza del capitalista consolidado no está el hablar a medias tintas. El pragmatismo y los intereses de clase no lo abandonan cuando habla del interés común. Cuando pide acabar con la desigualdad extrema, en realidad solo busca combatir la riqueza extrema ("¡tackle extreme wealth!", dice la carta). Cuando pide mayor representación política, la pide para la fracción de los millonetas que han quedado excluidos; el problema no es que haya millonarios, sino que haya millonarios que no aprovechen su dinero y poder político para luchar por el bien “común”. Cuando pide un salario mínimo digno lo que quiere es asegurarse un nivel estable de demanda agregada, y cuando pide que le cobren impuestos es porque, como personas de negocios, entienden mejor que los políticos, la urgente necesidad e importancia de una inversión pública constante y elevada. Y, finalmente, cuando pide estabilidad política, lo que realmente quiere es mantener la desigualdad económica en niveles manejables, de modo que el malestar entre los pobres no ponga en peligro el funcionamiento del sistema capitalista, y con él, su existencia misma como clase. “Impuestos u horquillas” (“Taxes or Pitchforks”), el título de la primera carta enviada en 2020, no deja lugar a malinterpretaciones.

Los "millonarios patriotas" han entendido que la filantropía y la teoría del goteo se han vuelto inservibles para defender el "statu quo", que resultan incluso impresentables por su falsedad. Ven en los impuestos la vía rápida y conveniente para recomprar su legitimidad y esperan con ello el reconocimiento público de la estructura de clases imperante. Están dispuestos a enfrentarse a unos cuantos billonarios, y a invertir parte de su riqueza en el “bien común”, con tal de no dejar de ser millonarios. Están realmente preocupados, pero no por la desigualdad extrema, sino por el descontento y la polarización. Hablan del bien público, en beneficio de todos, pero no tocan en absoluto la explotación del trabajo asalariado, de donde brota la ganancia del capitalista. Sí, impuestos a los ricos, pero no en lugar de, sino además de salarios y empleo dignos.

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