La Doctora Viridiana Ríos, describe, en su libro: “No es normal”, el juego perverso que alimenta la desigualdad mexicana y destaca propuestas para su solución. Pone de manifiesto, entre otras cosas, el efecto negativo que tiene para la sociedad el fortalecimiento de los monopolios, del tipo que sean. En una economía de libre mercado, como es la nuestra, la competencia económica es una posible fuente de disminución de los precios; por el contrario, el poder de mercado tiende a elevar los precios y afectar así a los consumidores. Se conoce como “competencia perfecta” aquel escenario en el que los competidores son incapaces, con sus acciones, de modificar los precios; por su parte, las acciones del monopolio tienden a elevar los precios, pues al no tener competidores “hace lo que quiere” con los precios.
En El Capital, obra cumbre de Carlos Marx, se describe el efecto que tiene sobre la productividad del trabajo la competencia y, por ende, su importancia social y económica. Pone el ejemplo de la cooperación simple: en un solo taller el comerciante concentra a los productores artesanos, por ejemplo, de zapatos que antes estaban dispersos. El sólo hecho de haberles juntado, genera competencia (pues el hombre es competitivo por naturaleza, de hecho, los juegos olímpicos son un campo donde se muestra ese espíritu competitivo de los soldados griegos, desde mucho antes del origen del capitalismo) y ello se traduce en un incremento de la productividad, es decir, un aumento de la cantidad de zapatos producida en la misma unidad de tiempo que antes. Lo mismo sucede con las empresas cuando compiten, incrementan la capacidad productiva y reducen los precios; sin embargo, cuando se concentra el mercado en pocas empresas, entonces, se afecta a los consumidores, pues suben los precios, se impide la entrada de nuevos competidores (por ejemplo, querer entrar en un mercado concentrado, como el de las cervezas, se vuelve muy complejo en México, pues la inversión necesaria no la puede aportar cualquier capitalista, sino otro muy poderoso, es decir, se ponen barreras económicas a la entrada); el efecto es que no se generan nuevos empleos y se produce más desigualdad y con ello, más pobreza.
Distintas investigaciones académicas aportan los siguientes datos:
1.Andrés Aradillas estima que tan sólo en frutas, pan y en materiales de construcción hay un sobreprecio superior al 113% (para que se entienda un poco mejor: una tonelada de cemento está en 3,780 pesos el público, de acuerdo con los datos del doctor Aradillas, la gente debería pagar 1,775 pesos por tonelada, es decir, se ahorraría 2,005 pesos si no hubiera poder de mercado), los lácteos al 95% y las verduras, el transporte aéreo de pasajeros y las tortillas, de entre el 20 y el 26%, mientras que en el pollo y el huevo el sobreprecio es del 14%.
2.Viridiana Ríos señala las consecuencias de estos sobre precios en el ingreso de las familias: señala por ejemplo que los hogares de niveles más bajos de ingreso pierden el equivalente al 11.3% de su dinero por la presencia de monopolios y poder de mercado (también, para que se entienda mejor, un hogar del decil más pobre, recibe en promedio trimestralmente 9,938 pesos; entonces, debido a la presencia de los monopolios, estos hogares pierden cada tres meses 1,123 pesos); para los niveles medios, la perdida es de solo el 6%, y para los ricos, del 3.4%.
Viridiana Ríos plantea “la eliminación de los monopolios que han enriquecido a unos pocos a costa de debilitar al empresario chico y al consumidor”, y que “esto requiere fortalecer las instituciones que, como Cofece (Comisión federal de competencia económica), sancionan las concentraciones de mercado”. En atención a ese planteamiento, propusimos una reforma en la Cámara de Diputados, para robustecer el mecanismo de acción de inconstitucionalidad en favor de la protección del principio de la competencia económica establecido en nuestra Constitución.
El Artículo 28 de nuestra Constitución establece una prohibición absoluta a la creación de monopolios, así como a las prácticas monopólicas. El segundo párrafo del artículo mencionado dice a la letra: “que la Ley deberá castigar, y las autoridades perseguir con eficacia, toda concentración o acaparamiento en una o pocas manos de artículos o consumo necesario y que tenga por objeto obtener el alza de los precios… para evitar la competencia entre sí o para obligar a los consumidores a pagar precios exagerados”. Para garantizar este derecho a la competencia y al pago de precios justos para bienes y servicios se cuenta con la Cofece, que pese a contar con atribuciones constitucionales para eliminar las barreras a la competencia y a la libre concurrencia, la realidad la ha rebasado. Efectivamente, el andamiaje jurídico de la Cofece resulta insuficiente. Aunque se denuncie ante la Cofece la concentración de mercado, los juicios son largos y los equipos jurídicos de las empresas hacen un frente que la Cofece con su equipo y presupuesto resultan difíciles de vencer. El presupuesto de la Cofece a 2018 era de 618 millones de pesos y en 2020 de 581 millones de pesos, 37 millones de pesos menos.
En este sentido, la iniciativa busca incorporar a la Cofece, como sujeto capaz de promover acción de inconstitucionalidad, para que a través de ésta se combatan normas generales tendientes a limitar la competencia, al tiempo que se dote de un instrumento más para prevenir el monopolio y las prácticas monopólicas, permitiendo atacar este tipo de violaciones en conjunto y al evitar los vacíos legales que tiendan a fomentar tales acciones.
Los cambios legales no son suficientes. Necesitamos cambiar el modelo económico para acabar con las injusticias en México. El modelo económico capitalista genera desigualdad y con ello la pobreza. El modelo económico que propone nuestra organización, el Movimiento Antorchista Nacional, tiene el propósito de generar una mejor distribución de la riqueza creada por los trabajadores y para ello será necesario que el pueblo, con su fuerza, combata la concentración del mercado a través del impulso de la competencia, pero también propone generar empleo para todos los mexicanos en edad y deseos de trabajar; pero también proponemos elevar los salarios para que sean remuneradores; asimismo, proponemos una reforma fiscal progresiva, es decir, que paguen más impuestos quienes tengan más ingresos, entre ellos los monopolios (esta es una medida que ayudaría a la redistribución de la riqueza que el monopolio le quita al consumidor con sus sobreprecios) y, finalmente, proponemos una redistribución del gasto social de manera que lo recaudado garantice un proceso de inversión pública integral que realice obras a favor de los trabajadores de México: hospitales, escuelas, carreteras, sistemas de transporte, seguridad pública, etc.
Para ello desde el Congreso hacemos lo que nos corresponde, pero será más importante que el pueblo se eduque, se organice y que, con su fuerza social y su inteligencia, luche por el poder político nacional para, efectivamente, combatir la concentración de mercado con eficacia y hacer de México una patria más justa y mejor para todos.
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