MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Justicia, una ilusión en nuestro país

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El día 6 de octubre de 2013, Manuel Serrano Vallejo fue secuestrado cuando se dirigía a abrir su puesto de periódicos en Tultitlán, Estado de México.Esa fue la última vez que supimos de él.Don Manuel no era un antorchista, pero fue el padre de una destacada y valiosa revolucionaria que ha dedicado su vida a la lucha social dentro de las filas del Movimiento Antorchista, la compañera Maricela Serrano.

La muerte de don Manuel no fue casual, pues derivó de una previa serie de agresiones en contra del antorchismo en el Estado de México, particularmente, en contra de Maricela Serrano, quien en aquel tiempo daba la lucha por la presidencia municipal del Ixtapaluca, por lo que se determinó que el móvil del secuestro y asesinato fue político.

Sólo con la incesante exigencia del antorchismo nacional para que se detuviera a los autores materiales e intelectuales de tan atroz crimen, y luego de un año desesperado de búsqueda e investigación, simulada por parte de autoridades mexiquenses y federales, y real por parte de la familia, se logró la captura de los primeros, mientras que los segundos aún gozan de plena libertad pese a haber sido señalados oportunamente, pues pretendía ocupar el cargo público al que Maricela Serrano había llegado con el respaldo popular.

El 10 de octubre del 2017, al destacado antorchista huitzilteco, Manuel Hernández Pasión, le fue arrebatada la vida de una forma tan vil e infame a las afueras de Zacapoaxtla, cuando viajaba en su vehículo junto con su escolta, el también antorchista, Juventino Torres Melquiades.Ambos se encontraban en función de sus labores, uno como presidente municipal de su natal Huitzilan de Serdán, y el otro, como su escolta.

Al igual que el caso anterior, este tampoco se trató de un caso aislado, sino uno más en la larga fila de agresiones que ha sufrido el Movimiento Antorchista desde su nacimiento, hace 46 años.La investigación que realizó la Fiscalía General del Estado, gracias a la presión del antorchismo poblano, reveló la identidad de los asesinos y de los autores intelectuales.Guillermo Lobato Toral, entonces alcalde de Zacapoaxtla por Acción Nacional, era la cabeza más visible de los autores intelectuales, además de pariente y patrón de los matones.

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El desempeño de Manuel Hernández como líder antorchista en la Sierra Nororiental de Puebla al que veían con muy buenos ojos los campesinos, no solo de su municipio, sino de toda la región, lo colocó como un objetivo de los grupos caciquiles que, hasta el día de hoy, no aceptan la presencia de una organización popular que trabaja organizando y educando a los campesinos por mejores condiciones de vida en lo que ellos consideran su coto de poder.

Los antorchistas sostenemos que, en un Estado de Derecho, como el que presumimos tener, no se puede permitir actos de esta naturaleza y que no se actué como lo ordena la ley, menos cuando se trata de un crimen político como este, donde se involucraron autoridades políticas involucradas y personajes con poder plenamente identificados.

Sin embargo, es importante no perder de vista el carácter del origen de las agresiones en contra de Antorcha.Siempre han existido grupos de poder que se sienten amenazados ante el crecimiento y la aceptación de esta organización de masas entre el pueblo más humilde y atacan cobardemente a quienes han dedicado su vida a la lucha por la emancipación de la clase trabajadora y empobrecida.No importa si están ligados al Revolucionario Institucional, a Acción Nacional, o son caciques, todos ellos tienen como común el ser beneficiarios directos de la oligarquía y, por tanto, defensores acérrimos de la misma, porque de ello depende su existencia.

Las agresiones contra Antorcha, pues, han venido siempre desde los grupos de poder relacionados con la clase gobernante, como ahora pasa con Morena, quien, desde la presidencia de la República, alienta y fomenta estos ataques, convirtiendo en un grave riesgo militar en las filas del antorchismo por su carácter revolucionario que busca un cambio radical en la política de nuestro país en beneficio de la clase empobrecida, que somos la inmensa mayoría.Los sistemáticos asesinatos de campesinos en Santo Domingo Yosoñama, Oaxaca, el secuestro de antorchista en Veracruz, la permanente campaña de linchamiento mediático y persecución judicial en Puebla contra los líderes sociales, manifiestan que no importa el partido que este en el poder, pues este siempre defenderá sus intereses mezquinos para beneficiarse así mismo, que no son, pues, los de la clase trabajadora.

Del Estado, fuerza organizada y centralizada de la clase dominante que tiene bajo su dominio la fuerza económica, legal, judicial y armada para salvaguardar sus intereses, jamás se preocupará por impartir verdadera justicia al proletariado de México porque evidentemente, no está al servicio de los pueblos, sino por el contrario, de las clases que verdaderamente detentan el poder.

Esta cruel y dura realidad no cambiará.Por lo menos no lo hará por sí sola; para que esto ocurra se necesita de una fuerza motriz que impulse al cambio, y esa fuerza debe ser el pueblo organizado, todos los estratos sociales homogeneizados entorno a un mismo ideal, a un mismo objetivo: la construcción de una patria más justa y equitativa para todos.El seguir luchando por materializar esta idea es la mejor forma en que los antorchistas podemos hacer justicia por don Manuel Serrano Vallejo, por Manuel Hernández Pasión y por todos los que han caído sosteniendo la bandera del antorchismo, sólo así podremos hacer que deje de ser la justicia, una ilusión en nuestro país.

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