Entre los cambios radicales que la “Cuarta Transformación” (4T) atribuye a su gobierno está enlistado la eliminación de la discriminación hacia las mujeres. En concreto, la 4T se congratula por haber logrado la paridad de género en varias dependencias y a distintos niveles del gobierno. Fueron precisamente las gobernadoras y legisladoras de Morena las que estuvieron al frente del evento político Encuentro de Mujeres por la Cuarta Transformación; dejar constancia de esta presumida paridad de género fue el objetivo de su presencia. El mensaje fue completado con un reconocimiento al responsable directo de tal logro: “¿quién hizo el primer gabinete paritario en la historia de México?, ¿quién propuso a una mujer en el Banco de México?, ¿quién ha propuesto más mujeres en la Suprema Corte de Justicia de la Nación? Andrés Manuel López Obrador. ¿Quién ha propuesto más mujeres en el Consejo de la Judicatura? Andrés Manuel López Obrador”, dijo la anfitriona del evento, Claudia Sheinbaum.
La política paritaria en los puestos públicos es un aspecto no menor de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, pero no basta para lograr un cambio decisivo en la situación de las mujeres en la sociedad actual. Tampoco alcanza para hablar de la inclusión de la mujer en la vida política del país, pues la mayor participación de las mujeres en cargos públicos no se ha traducido en el impulso de una agenda económica, social, cultural educativa, etc., que cree condiciones de igualdad para las mujeres, o por lo menos el reconocimiento del problema de la mujer en toda su amplitud. Las morenistas en cargos públicos han adoptado la postura de indiferencia y denigración que el presidente ha delineado contra el movimiento feminista, y han defendido políticas económicas y sociales que profundizan la dependencia económica de la mujer: “el gobierno ha reducido el financiamiento para programas de guarderías y apoyos a las madres trabajadoras, pasando de un promedio de 30 mil millones de pesos en 2018 a solo 18 mil millones en 2021, es decir, se ha recortado un 40%” (Viri Ríos, 2021).
La igualdad de la mujer respecto al hombre no podrá ser completa y definitiva en tanto la sociedad la empuje, por escondidos mecanismos económicos, a permanecer y desempeñarse en las paredes del hogar. Mientras la economía no genere puestos de trabajo en suficiencia para todos, con jornadas de trabajo que no impliquen renunciar a lo familiar, o salarios que obliguen a buscar un trabajo complementario, las parejas continuarán dividiéndose entre el hogar de tiempo completo o el trabajo de tiempo completo. Mientras el ingreso de la mujer (el ingreso laboral promedio de las mujeres es 13% menor al de los hombres, IMCO, 2021) y las oportunidades laborales para ella sean inferiores, las tareas no remuneradas del hogar seguirán recayendo en ella. Y mientras la mujer siga dependiendo del ingreso del hombre para satisfacer sus necesidades elementales de alimento, vestido, vivienda, etc., e incluso necesidades de otro tipo, también importantes, como las de recreo y descanso, la autoridad del hombre sobre ella persistirá: “en el hogar promedio mexicano el 65% del ingreso es generado por hombres” (Viri Ríos, 2021). Esto muy a pesar de los esfuerzos para cambiar la mentalidad de superioridad del hombre, y muy a pesar del valor y papel que el trabajo doméstico juega en la sociedad (17% del PIB).
Al peso de la dependencia económica de la mujer se suma la falta de derechos, de respeto, de equidad social, de seguridad, de igualdad de oportunidades educativas, académicas, culturales, y toda la oleada de violencia física que sobre ella se descarga. El problema de la mujer es, pues, mucho más amplio que la paridad en los cargos públicos. Está enquistado en el seno de la sociedad misma, pues relega a la mujer tareas que ésta no resuelve, como la crianza y educación de los hijos, el cuidado de sus enfermos y ancianos, la inexistencia de salarios basados en las necesidades todas del hombre y la mujer, y la imposición de jornadas de trabajo que no atienden a la vida familiar de hombres y mujeres ni a sus requerimientos de descanso y tiempo libre. Aún más, aunque la independencia económica es un paso importante para lograr la igualdad de género, una vez con ella, la mujer encontrará que su liberación va de mano de la del hombre, de la de aquellos hombres que junto con ellas comparten el sufrimiento del trabajo extenuante y mal retribuido.
Ante lo grave, complejo y serio del problema de la mujer en México, los logros de la 4T respecto a la mujer se muestran en su pequeñez y su cacareo resulta ridículo. El conformismo y la satisfacción de las gobernadoras y legisladoras de la 4T viene desde la comodidad que su puesto de poder les da. Nada dicen de la responsabilidad que el Gobierno morenista tiene en quitarle a las mujeres con más carencias económicas la posibilidad de trabajar si así lo desean. Este gobierno eliminó las escuelas de tiempo completo, las guarderías, apoyos a las madres trabajadoras, redujo el acceso a la salud pública, ignora la desesperación de las madres que buscan a sus hijas desaparecidas, dejó que la participación laboral femenina cayera lo que tuviera que caer en la parte más dura de la crisis sanitaria, las madres se cuentan entre las más afectadas por la crisis, no se inmuta ante la escalada de feminicidios, y la lista sigue. Los homenajes a la mujer y la igualdad de género de la 4T están vacíos de contenido, reflejan la estrechez de miras de este proyecto y la incomprensión de los problemas más sentidos de las masas populares.
Fuentes
• Ríos, Viri (2021). No es normal. Penguin Random House Grupo Editorial México. Kindle Edition.
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