En la zona donde vivo, las cinco colonias que hay albergan a aproximadamente 1,200 familias, repartidas en sus 53 calles, todas sin pavimentar, llenas de hoyos y polvorientas. Su avenida principal, que está al final del bulevar Lázaro Cárdenas, tampoco tiene pavimento. Relato esto porque el sector es muy grande, se le conoce como La Antorcha o Las Cuevitas y está al norponiente de la ciudad. Antes de llegar a mi humilde morada recorro diariamente de ida y vuelta aproximadamente 200 baches, en mi carrito que apenas me aguanta, ¡cuando caigo en un bache rezo para que no se desarme el pobre! Me ha tocado ver cómo cada año en épocas de lluvias, el agua y las altas temperaturas de la zona —oscilan entre los 40 y 45 o hasta 49 grados— el asfalto pierde su temple y se quiebra generando enormes baches, tan grandes y filosos que alcanzan a estallar neumáticos y generar problemas serios en vehículos, así como un caos vial.
En el 2020 se reencarpetó toda la avenida Antonio Quiroga, al norponiente de la ciudad, en el tramo entre García Morales y Gaspar Luken: a casi un año, hoy 18 de octubre de 2021, está llena de baches. Esta pavimentación se realizó con un recurso derivado de un programa de pavimentación y bacheo de los 500 millones de pesos que la Federación aportó al ayuntamiento de Hermosillo que lideraba la licenciada Célida Teresa López Cárdenas, de extracción tibia morenista con tintes viejos azulados. Nadie olvida el lloriqueo de la ex alcaldesa en cámaras ante la falta de recursos del ayuntamiento y por ende la poca obra social en su informe de los primeros 100 días de gobierno, teniendo como testigo de honor a la ex gobernadora Claudia Pavlovich. Fue célebre esa escena. Y la verdad es que yo en mis adentros pedía que se limpiara sus lágrimas de cocodrilo y se pusiera gestionar con el gobierno estatal o la federación, con AMLO.
En algo funcionó, porque llegaron esos 500 millones de pesos de la federación, pero, pues, hicieron lo mismo: asfaltaron, cuando el clima de la zona exige pavimentar con concreto hidráulico. Pues ahí está origen del problema, esas vialidades nuevas ahora están otra vez llenas de baches.
Ahora con el nuevo gobierno —ojo, que no es de extracción morenista—, al tomar las riendas del municipio también recibe una administración sin dinero, con deudas y mil problemas más. El licenciado Antonio Astiazarán, panista de hueso colorado, se atrevió a buscar al gobierno federal para solicitar recurso por un monto de 6 mil millones para obras de pavimentación en todo Hermosillo. Este empresario, experto en números, echó lápiz a las necesidades reales del municipio ¿se le fue la estimación al cielo? Seguramente que sí, pero acaso ¿no hay órganos federales estatales y municipales que regulen, revisen y cuiden el gasto social? Claro que los hay.
Y entonces ¿por qué la respuesta nada graciosa del Ejecutivo federal ante la petición del alcalde de Hermosillo del recurso para pavimento y bacheo?
Esa respuesta, cobijada con una pregunta burlona —“¿Y su nieve de qué sabor la quiere?”—, vertida en cadena nacional en la mañanera del 13 de octubre, es una burla al emisario de todos los hermosillenses, una burla tajante a todo habitante de Hermosillo que sufre de manera directa por sus calles polvorientas y en donde los baches pululan por todos lados.
Ese papel de verdugo chistoso de AMLO deja ver el tamaño del presidente que tenemos: vulgar, ordinario y nada empático con sus gobernados. ¡Vaya forma de dignificar la investidura presidencial!
En verdad da pena ajena, y no hago una defensa al licenciado Astiazarán porque él tiene boca y elementos para hacerlo, pero critico la respuesta de quien tiene en sus manos lo necesario para solucionar eso y más: dinero, estructura, gente para resolver los problemas de sus gobernados.
Es increíble que mucha gente siga sin ver que el presidente está perdido en su arrogancia, en su ineptitud, aún y cuando agrede en las mañaneras a varios sectores de ciudadanos, como al grupo de madres de niños con cáncer por la falta de medicamentos, a los muchos fallecidos en esta pandemia que no tuvieron acceso a servicios de salud de calidad y no por culpa del cuerpo médico de los centros públicos de salud —esos héroes y heroínas se merecen mi respeto y aprecio por tratar de salvar vidas a pesar de las condiciones deplorables de trabajo que tienen— sino en la falta de atención gubernamental para reforzar con materiales e insumos a hospitales; agrede el señor a los periodistas que critican el actuar del mandatario, a todos los afectados por temblores, huracanes, lluvias y vientos, que no han tenido apoyo por culpa de la desaparición forzada del Fonden, a las mujeres de los órganos colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, a los obreros agredidos en la obra de la refinería Dos Bocas, etc., etc., etc.
Aquí cabe el dicho “cada pueblo escoge a su verdugo” (gobierno) Y sí. A los mexicanos nos hace falta analizar el actuar del presidente, analizar los datos de sus mañaneras, nadie brinca cuando él defiende sus propios datos, aunque choquen con nuestra realidad, falta criticar con energía los atropellos realizados contra cualquier mexicano incurrido de la mano de AMLO. Nosotros en Antorcha hemos tratado de analizar estos problemas y sin pelos en la lengua hemos reclamado cada problema que afecta a los mexicanos. ¿Con qué fin? Con el fin de desenmascarar el actuar de la burguesía que le vendió al pueblo a un personaje qué dijo que sí sacaría a México de la pobreza, qué prometió castigar a funcionarios corruptos, ¡prácticamente nos vendieron al Salvador de México!
¿Cuál es la consecuencia real? Qué sigue habiendo quién maneje el circo, ahora con un cirquero fachoso, maloso, lengua larga, manga larga. Esa es nuestra realidad.
Llama los hermosillenses a despertar, a levantar la voz, a tratar de ver la realidad así, cruda, y a organizarse para cambiarla. No se ocupan salvadores mágicos, se ocupa que el pueblo organizado ponga manos a la obra.
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